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Uribe Noguera y los violadores de las Farc

En ningún caso violadores y asesinos de niños, vengan de donde vengan, deberían recibir beneficios. 

Juan Lozano
La primera condena contra Rafael Uribe Noguera produjo indignación, pues se le habían impuesto 51 años y 8 meses de cárcel y una multa de 100 salarios mínimos, lo que no correspondía a las máximas penas posibles por sus acciones crueles y criminales asociadas con el secuestro, la violación y el asesinato de la pequeña Yuliana Samboní. Menos de un año después, el Tribunal Superior de Bogotá aumentó la pena a 58 años de cárcel y la multa, a 1.223 salarios mínimos. Bien por el Tribunal. Uribe Noguera se lo merecía, creo yo.
El tenebroso combo criminal estructurado a partir de reclutamiento forzado, acceso carnal violento, aborto forzado y muerte o asesinato de niñas menores de la misma edad de Yuliana Samboní se perpetró muchas, muchas, muchas veces por miembros de las Farc.
Será necesaria la individualización de estas conductas. Para ello, resultarán de gran utilidad los escalofriantes libros ‘Reclutamiento de niñas y niños como crimen internacional de las Farc en Colombia’, del profesor y magistrado Luis Andrés Fajardo Arturo, y ‘Violencia sexual como crimen internacional perpetrado por las Farc’, del mismo autor junto con Rosa Yineth Valoyes Valoyes.
Si alguien todavía tiene duda acerca de todas las barbaridades, monstruosidades, infamias y crímenes atroces cometidos por las Farc contra indefensas niñas campesinas, como Yuliana Samboní, basta una lectura de los testimonios de mujeres de carne y hueso recogidos en esos dos libros para entender las dimensiones siniestras de lo ocurrido.
Hoy, nadie osaría sugerir que Rafael Uribe Noguera no pagara ni un día de cárcel, o que redimiera su pena sembrando zanahorias, o que pudiera ser elegido por sus conciudadanos para cualquier cargo público, o que ocupara alguna curul que generosamente se concediera en el Concejo de Bogotá para violadores y asesinos de niños que se quieran rehabilitar.
Sin embargo, sorprende que lo que resulta inaceptable sobre Uribe Noguera sea tolerable frente a violadores que hubieran cometido crímenes análogos mientras hacían parte de las Farc. Los hechos brutales contra las niñas y los niños no encuentran ninguna justificación en el conflicto armado ni en la lucha por una ideología.
¿Qué relación puede tener violar a una niña con las banderas de alguna de las partes del conflicto? Ninguna. Quien así procede, porte la escarapela o el uniforme que porte, debe recibir las máximas condenas, purgarlas de comienzo a fin y sin beneficio ninguno, y perder a perpetuidad todos sus derechos políticos a ser elegido.
Y esto se debe aplicar sin distinciones a miembros de las Farc, del Eln, de las Auc, de las ‘bacrim’, del Ejército, de la Policía o a civiles que abusen sexualmente de las niñas o los niños, sean o no miembros de su familia, padres, padrastros, tíos, abuelos, hermanastros, vecinos, profesores, en fin. Son seres perversos que no merecen que la sociedad los acoja, los celebre y, mucho menos, que los premie.
En materia de elegibilidad política, es tan peligroso lo que están planteando el Gobierno y las Farc, y tan absurdo desde la perspectiva de los violadores y asesinos de niños, que quien hubiera sido miembro de las Farc y hubiera cometido un delito equivalente al de Uribe Noguera no tendría que pagar ni cinco minutos de condena intramural y podría saltar derechito a cualquier tarjetón para aspirar a un cargo de elección popular, sin siquiera someterse a la justicia.
Por eso, en este momento crucial, la responsabilidad de la Corte Constitucional es tan grande a la hora de establecer si responsables de crímenes de lesa humanidad, y no solo de reclutamiento, violación y asesinato de menores, vengan de donde vengan, pueden ejercer posiciones de representación política sin antes haberse sometido a la justicia, haber revelado la verdad, haber reparado a sus víctimas y haber contribuido a que estos hechos atroces nunca más se vuelvan a repetir.
JUAN LOZANO
Juan Lozano
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