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La Feria Internacional del Libro

Que 575.000 personas hayan disfrutado de esta fiesta de la cultura es algo que alegra el alma.

Le devuelve a uno la fe en el país ver cómo un espacio como el de Corferias parezca insuficiente para acoger a los miles de colombianos que a diario llegan para disfrutar de un evento cultural como lo es la Feria Internacional del Libro.
Cuando uno ve tanta gente recorriendo los pabellones, deteniéndose en los estands para tomar entre sus manos un libro, asistiendo a conversatorios con autores internacionales, pidiéndoles la firma a escritores que en sus vidas nunca han visto, escuchando emocionados conferencias sobre literatura, piensa inmediatamente que no todo está perdido en un país donde según las estadísticas, solo se leen dos libros por habitante al año. Que 575.000 personas hayan disfrutado durante quince días de esta fiesta de la cultura es algo que alegra el alma.
Tuvimos la oportunidad de hacer presencia en este certamen que cada año reúne en la capital de la República a lo más granado de la inteligencia colombiana. Y, a decir verdad, queda uno sorprendido de ver cómo miles de colombianos todavía piensan que en la lectura está el secreto para construir un mejor país, donde el pensamiento sea protagonista de procesos que buscan generar espacios para exponer ideas. Ver familias enteras reunidas alrededor de los libros, escogiendo cada miembro obras para comprar, los niños divirtiéndose con los libros animados y las mujeres leyendo poemas que les despiertan inquietud mental, hace pensar que en Colombia está resurgiendo el interés por la lectura. Las ventas que registran las casas editoriales demuestran que existe ánimo para leer.

La asistencia a los conversatorios, a las presentaciones de libros y a las conferencias sobre literatura demuestra que está vivo entre los colombianos el interés por la palabra.

Lo que llamó la atención en la feria es el interés de la gente por llenarse la cabeza de conocimiento. La asistencia a los conversatorios, a las presentaciones de libros y a las conferencias sobre literatura demuestra que está vivo entre los colombianos el interés por la palabra. No otra cosa puede decirse cuando la sala Jorge Isaacs se llena para escuchar a Juan Camilo Rincón contando anécdotas sobre las visitas que hicieron a Colombia Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato. El expositor resaltó las tres ocasiones (1963-1965-1978) en que el autor de ‘El Aleph’ visitó nuestro país. Y las dos veces (1969-1984) en que lo hizo el autor de ‘El Túnel’. Nos recordó que en el cuento ‘Ulrika’, Borges esculpe esta frase: ser colombiano es un acto de fe.
La presencia en Colombia de Mario Vargas Llosa despierta alegría entre sus lectores. El peruano vino a la feria para hacer la presentación de ‘La llamada de la tribu’, una obra en la cual hace una exposición en torno a los pensadores que lo influenciaron. Según sus palabras, este es un libro en defensa del liberalismo en el cual explica el cambio que se dio en su pensamiento al renegar de la izquierda para convertirse en un hombre de derecha. En el conversatorio con Juan Esteban Constaín, él confesó que en la mesa de noche de la alcoba de su madre se encontró el libro ‘Veinte poemas de amor y una canción desesperada’, de Pablo Neruda. Dijo que un verso de ese libro, el que dice “Mi cuerpo de labriego salvaje te socava y hace saltar al hijo del fondo de la tierra”, hizo que su mamá le prohibiera leerlo.
Al hablar sobre la Feria Internacional del Libro no puede uno ignorar los eventos que mayor cantidad de público llevaron a los salones de conferencias. La sorpresa se dio con la asistencia a la presentación del libro ‘La pregunta difícil’, de Pablo Correa, un texto sobre el neurocientífico colombiano Rodolfo Llinás. La fila para entrar a escuchar al hombre que ha dedicado su vida al estudio del cerebro y el universo era inmensa. Lo sorprendente es que la mayoría era gente joven que tenía inquietud por escucharlo. Lo que comprueba que no obstante el poco interés de la juventud por la ciencia, todavía algunos de ellos quieren conocer el pensamiento de los científicos para entender el funcionamiento del cerebro. Ahí se da uno cuenta de por qué Stephen Hawking era tan admirado.
Un evento que cautivó a los asistentes fue el conversatorio entre Daniel Samper Pizano y Juan Gossaín. Con motivo de la presentación del libro ‘Las palabras más bellas’, en el que se recogen amenas crónicas sobre el lenguaje publicadas en El Tiempo por el exdirector de noticias de RCN, se presentó un diálogo entre los dos colosos del periodismo que cautivó al auditorio. Definitivamente, Gossaín es un fabulador. Qué alegría escucharlo. Qué maestría para exponer argumentos. Qué interés por el buen uso del lenguaje. Qué gracia en el manejo de la palabra. Su defensa del buen gusto al escribir hizo reflexionar a los presentes sobre el manejo de vocablos que no obstante estar en boga desdicen de quienes los usan porque gramaticalmente no son correctos. Fue un placer escucharlo.
JOSÉ MIGUEL ALZATE
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