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Las cuentas de la lechera

Jaime Castro
El servicio de aseo lo prestó en Bogotá, durante décadas, la Empresa Distrital de Servicios (Edis), que produjo repetidas emergencias sanitarias y contribuyó a la quiebra de la ciudad por los elevados costos que tuvo para el erario capitalino. Por eso, en 1994, después de liquidar la Edis, se privatizó la prestación de dicho servicio. Así se mejoró su calidad y pudo financiarse sin que representara gasto alguno para el fisco, porque los concesionarios particulares aceptaron como única remuneración las tarifas que cobraba la Edis. De dichas tarifas, inclusive, se transfería al Distrito el 18 por ciento, que se destinaba a la operación del relleno de Doña Juana y a la constitución de reservas en la Unidad Administrativa de Servicios Públicos (Uaesp), que llegaron a valer más de 100.000 millones de pesos.
Por decisión del alcalde Petro, desde el pasado 18 de diciembre la Empresa de Acueducto y Alcantarillado (EAAB) y una filial suya, Aguas de Bogotá (AB), asumieron la responsabilidad del servicio de aseo. Dijeron que el Distrito haría suyas las utilidades de los particulares, pero ha ocurrido todo lo contrario, porque la citada estatización o distritalización está teniendo costos tan altos y pérdidas tales que unos y otras configuran verdadero detrimento patrimonial.
Para la puesta en marcha del llamado nuevo modelo y su operación en apenas cinco meses, la EAAB gastó y comprometió más de 270.000 millones de pesos, en compra de equipo (76.622 millones), estudios y asesorías (1.735 millones), contrato con AB, que es el “operador público” (116.000 millones), convenio para el cobro de tarifas (5.587 millones) y pagos a la Uaesp (71.000 millones). Todo para un gran total de 270.994 millones, que tal vez nunca recuperará quien los invirtió, prestó o regaló, porque no es claro a qué título se hicieron esos gastos y compromisos. Falta saber cuánto ha gastado la Uaesp, con cargo a sus ahorros de varios años, con el mismo fin.
Lo anotado merece estos breves e iniciales comentarios:
1) Como compraron tardíamente el equipo nuevo que requería AB, pagaron 48.000 millones de pesos por el alquiler de las volquetas que arrendaron y los compactadores chatarra que importaron de Miami y Nueva York.
2) De los 278 vehículos que compraron, solo necesitan 193. Nadie sabe todavía cuál será la suerte de los más de 80 que les sobran y que por ahora guardan en parqueadero cercano a Siberia.
3) AB, antes de convertirse en empresa de aseo, fue declarada inviable financieramente por la Contraloría Distrital. Su déficit actual vale más de 10.000 millones. Para completar, debe asumir los costos de una rebaja de tarifas (5.000 millones mensuales) que se decretará por temor a la revocatoria.
4) Tal vez a consecuencia de lo anterior, las inversiones de la EAAB en acueducto y alcantarillado, entre el 2011 y el 2012, cayeron un 50 por ciento. Pasaron de 500.000 a 250.000 millones de pesos. Seguramente también caerán las transferencias que, por utilidades y por ser propiedad del Distrito, debe hacer anualmente la EAAB al presupuesto de la administración central de la ciudad. Dichas transferencias venían registrando crecimiento progresivo en los últimos años.
5) Con lo que se recauda por los servicios de acueducto y alcantarillado se está pagando lo que cuesta la recolección de basuras, a pesar de que la ley prohíbe que los recursos de un servicio financien servicio distinto, aunque los preste la misma empresa.
Tal vez porque no conoce las cifras anteriores, el Alcalde propone ahora que la EAAB monte factoría que “transforme residuos sólidos en biodiésel para transporte”. Con otras palabras, más socialismo distrital siglo XXI.
Jaime Castro
Jaime Castro
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