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Tangos tropicales

Fueron criticados, pero, al final, hasta argentinos aplaudieron aquellas subversiones del Caribe.

El tango ha calado muy hondo en la música tropical. Quizás porque el despecho y la tristeza están al otro lado del amor y la alegría; quizás porque a la euforia de nuestra cultura le gusta intervenir, contradecir, la depresión que habita al tango.
Agustín Lara, el más grande compositor mexicano, no pudo evitar la influencia del tango en su obra y nos legó uno inmortal: ‘Arráncame la vida’.
Existen tangos transformados en boleros y boleristas que cantan tangos. El cubano Ignacio Villa, conocido como Bola de Nieve, fue una revelación artística mundial, con su voz de caprichosas inflexiones, su sentimentalismo, su gracia humilde y su carisma impecable. Bola de Nieve es quizás el mejor intérprete de ‘Vete de mí’, ese tango de los Hermanos Expósito que cuenta el amor imposible de un hombre mayor con una jovencita.
El músico catalán Xavier Cugat, que todo lo deformaba en beneficio de sus bailarines del Waldorf Astoria, en Nueva York, le puso letra a ‘La cumparsita’ y se la dio a cantar a la gran Dinah Shore.
Un cubano magnífico, Chico O’Farril, convirtió nada menos que a ‘El choclo’ en un guapachoso chachachá. Después, un par de gringos, Lester Allen y Robert Hill, cambiaron la letra y la música de este popular tango y, muy campantes, lo registraron con el título de ‘Kiss of Fire’ (‘Beso de fuego’), que grabó y popularizó Louis Armstrong.
La mexicana Blanca Rosa Gil y los cubanos Rolando Laserie y Celeste Mendoza cantaron tangos en ritmo de bolero. Al principio fueron criticados, pero, al final, hasta los argentinos aplaudieron aquellas subversiones musicales que llegaban del Caribe.
En Venezuela, el dominicano Billo Frómeta trasladó al bolero varios tangos en las voces privilegiadas de Felipe Pirela y José Luis Rodríguez, en los años sesenta y setenta.
En Colombia, la pasión por el tango le nació al gran compositor banqueño José Barros cuando escuchaba de niño discos de 78 r. p. m. Un disco de entonces traía por una cara música nacional, mexicana o española. Y, por la otra, casi siempre un tango.
A Barros le impactó Carlos Gardel, y su presencia en el país fue para él definitiva. Entonces se le metió la idea de conocer Argentina, lo que hizo en un recorrido inolvidable por bares y burdeles, en busca de la esencia del tango puro. Después compuso ‘Bandoneón’, ‘Perdida’, ‘Mala suerte’, ‘Trapo viejo’, ‘Falso juramento’ y ‘Viejo carrusel’.
Ningún género tradicional latinoamericano ha sido tan vigente. El tango nació en los arrabales de la Buenos Aires del siglo diecinueve, pero lo siguen tarareando jóvenes como el salsero portorriqueño Jerry Rivera, que lanzó un álbum con los 10 discos de Carlos Gardel que más le gustan.
‘Cambalache’ al acordeón, inolvidable el de Alfredo Gutiérrez, aunque hay un tango estupendo, compuesto hace varias décadas por el barranquillero Julio Erazo. La letra de ‘Lejos de ti’ es tan hermosa como la música: “Hoy que la lluvia entristeciendo está la noche y las nubes en derroche tristemente veo pasar, viene a mi mente la que lejos de mi lado el cruel destino ha posado, solo por verme llorar.
Y a veces pienso que es tal vez mi desventura la causa de esta amargura que no puedo soportar, quiero estar al lado de ella, para decirle que es bella, para decirle que nunca podré dejarla de amar...”.
Preguntado por qué un compositor de porros, gaitas, cumbias, canciones de nuestra tierra decide un día crear un tango, Julio Erazo respondió: “La verdad, no estoy seguro, pero la cosa puede ser más simple. Mi madre cantaba los tangos de Gardel, y yo crecí escuchando los tangos de mi madre, así que un día que estaba triste porque la mujer que amaba me había dejado, agarré mi guitarra y le compuse uno”.
HERIBERTO FIORILLO
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