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Homenaje a Esthercita

El poeta Jorge Artel se acercó a su corazón y le aconsejó: ‘No cante de todo, cante lo nuestro’.

Heriberto Fiorillo
La primera composición de Esther Forero se inspiró en el dolor dominicano. La concibió en 1950, cuando visitó ella ese país tan hermoso, pero también un pueblo triste, reprimido por la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo.

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Esthercita dijo que aquella canción le había brotado fácil en forma de bolero, mientras acompañaba a amigos periodistas opositores al régimen, durante una función de beneficencia. Ahí mismo la estrenó, y tuvo tal acogida que se la hicieron repetir tres veces. Dicen que la gente salió aquella noche de la función cantando y silbando ese bolero, Santo Domingo, que llegó a convertirse en un segundo himno dominicano.
Antes que compositora, Esthercita había empezado como cantante de todo lo que le gustara: boleros, tangos, pasodobles, porros, cumbias, hasta el día en que el poeta Jorge Artel se acercó a su corazón y le aconsejó: “No cante de todo, cante lo nuestro”.
Lo nuestro habría empezado para Esthercita en una identidad geográfica cultural. Con varios éxitos a su haber, la joven vocalista cruzó las fronteras y visitó varios países del Gran Caribe insular y continental. En Puerto Rico grabó bajo la dirección y los arreglos del gran Rafael Hernández, vivió un año en Cuba y allí, durante varios meses, animó con Pacho Portuondo un programa radial de amplia sintonía, además de grabar con el trío de Johnny Rodríguez y con Maximiliano Sánchez, Bimbi, y su trío Oriental.
Esthercita grabó en Nueva York, de igual modo para Seeco International y otras casas disqueras, acompañada por maestros como René Touzet, Tito Puente, Machito y Mario Bauzá. En Colombia lo hizo con Pacho Galán y la Italian Jazz, de Guillermo González. En La Voz de la Patria y con el ánimo de formar artistas, montó, con el pianista Rubén Alonso y el locutor Félix Chacuto, El show de Esthercita. A lo largo de su vida, Esther Forero cantó y compuso canciones para Aníbal Velásquez, Alfredo Gutiérrez, Matilde Díaz, Joe Arroyo, Juan Piña, Los Melódicos, Orlando y su Combo, Nelson Henríquez, Pastor López y numerosos grupos dominicanos o dirigidos por dominicanos, como la Billo’s Caracas Boys, Porfi Jiménez, Milly y Los Vecinos.
Todos sabían que Esthercita perseguía con su música altos niveles de calidad, que era muy exigente consigo misma y que podía tomarse hasta quince años puliendo una canción. “Lo doy todo en cada una de ellas. Están hechas todas con sangre, rabia y amor”.
Ser mujer y artista costaba mucho en aquellos tiempos, pero Esther Forero optó por pagar el precio más alto, afrontando su carrera con valor y dignidad, en beneficio de las mujeres que vendrían más tarde, a pesar del desprecio de ceja levantada desplegado por una sociedad que solo imaginaba y respetaba a sus mujeres en el hogar.
Esthercita vivió una larga vida y tuvo tiempo para pensar en la muerte, “un desprendimiento apenas –según ella– de los lazos que nos unen con la tierra”. Con esa tierra a la que ella tanto cantó. Quizás por eso no pidió música en su funeral, sino silencio; que repicaran únicamente, por favor, las campanas de las iglesias barranquilleras.
“Si fui feliz o no lo fui, qué importa”. Nos consta que vivió, y eso nadie se lo quita.
Este 21 de julio, gracias a una iniciativa de José Antonio Segebre, embajador de Colombia en República Dominicana, se rendirá homenaje a Esther Forero en Santo Domingo, durante el evento Nuestro Caribe en el Caribe, en el que se condecorará también a destacados músicos dominicanos por su contribución al folclor universal.
Esa noche, como número central, la cantante dominicana Milly Quezada interpretará el bolero Santo Domingo, aquella primera composición de Esthercita.
HERIBERTO FIORILLO
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