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Patos y patas al agua

En los albores de la justa electoral, surgen anuncios de aspiraciones a los gobiernos locales.

Héctor Pineda
El pasado debate electoral presidencial, más allá de las acusaciones de fraude reveladas por la Fiscalía, prácticamente, dejó al país dividido en dos visiones, esparcidas en la geografía nacional en la cual, en tono mayor, exceptuando el universo paisa, en las áreas esencialmente urbano – metropolitanas se impuso el enfoque del planteamiento de la Colombia Humana, (16 municipios y Distritos más poblados, nueve departamentos y 8´000.000 de votos) y, por la campaña del presidente electo Iván Duque, marcó un predominio el mundo de la ruralidad (10´000.000 de votos y con mayor número de departamentos y capitales menos pobladas).
Así las cosas, podríamos aventurar la hipótesis según la cual, la agenda Humana, logró conectar con un mundo con la cultura de lo urbano – metropolitanos y sus conflictividades. Por ejemplo, hablar de calentamiento global y su mitigación, entre uno de los temas esenciales, implicaba argumentación y discernimientos complejos ligados a las ciudades, distinto a los sonsonetes prejuiciados y simplistas de la otra campaña levantando los miedos sobre el fantasma del “castro chavismo” y el pánico a la situación de Venezuela, alentada por un ejército de “pordioseros” que denunciaban el empobrecimiento de allá en el transporte urbano.
El cambio en la lógica rentística por la de producción de riquezas a partir de la activación del agro y su valor agregado industrial (agroindustria) y, en materia energética, sin dilaciones, avanzar en la transición a la generación de energía con paneles de solares y la sustitución paulatina de la generación eléctrica con los combustibles fósiles, era propicio para escenarios de los conocimientos, más allá de los “reality” para respuestas de reinados de belleza. En fin, la Humana se alzó con un 43% de la votación que, en mi entender, habría que adicionar los 800 mil votos en blanco, de todas maneras, parte de la franja urbana expresada con voto de opinión.
Entonces, adicional a los resultados de la primera y segunda vuelta presidencial, en los albores de la justa electoral, desde una y otra orilla, surgían los anuncios, para algunos prematuros, de aspiraciones a los escenarios de gobierno local y, de igual manera, invitaciones a la conformación de coaliciones para tales fines.
“Independiente del voto en blanco la coalición debe mantenerse para las elecciones locales” dijeron voces de los Verdes; “los sectores alternativos, en todas las capitales, necesitan del voto de la Colombia Humana”, se escuchó desde el progresismo y, en la otra campaña, se hacían cálculos y se buscaban con afán nuevas alianzas después de la derrota de Germán Vargas y la decisión de Humberto De la Calle y Sergio Fajardo de “blanquearse”. Los cierto, sintetizando, es que en las primeras fotografías el lunes después, aún sin haber transcurrido las primeras veinticuatro horas del certamen electoral, afloraron los anuncios de candidatos y candidatas a alcaldías y gobernaciones, sin contar los que aguardan en silencio, a la espera que sea el que diga él.
Entonces, a más de un año para las elecciones locales, con los resultados electorales, los patos y las patas ya se lanzaron al agua. La coalición presidencial (además del acostumbrado fraude), anuncia la realización de los talleres “Construyendo País” desde donde se ejercerá la “micro gerencia” y, sin dudas, harán visibles las candidatura de esa coalición; de otra parte, en el panal de las abejas petristas, se principia el proceso de organización de las “asambleas municipales de la Colombia Humana” desde las que, después del 20 de julio, se estructurará la nueva colectividad política a la que tiene derecho la bancada Decentes y se insistirá en “convergencias” y escogencia de candidaturas mediante consultas abiertas. A nadar se dijo.
HÉCTOR PINEDA
*Constituyente de 1991
Héctor Pineda
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