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Si antes del 'No' existía el desafío de un proceso de paz, ahora son dos los procesos.

Gustavo Duncan
Contra todo pronóstico, el ‘No’ ganó. Tan poco preparado estaba el país que aún no se comprende la magnitud de la crisis. La preocupación se ha centrado en la continuidad del proceso de paz con las Farc, y no se ha reparado en que lo más apremiante ahora es otra cosa: acordar lo antes posible las bases de un mínimo de respaldo a Santos para que pueda resolver los problemas inmediatos de gobierno.
Si antes del ‘No’ existía el desafío de un proceso de paz, ahora son dos los procesos. Está el de La Habana y está el del uribismo y el santismo para resolver lo que queda de gobierno hasta el 2018 y salvar el proceso de paz. Va a ser un Gobierno que tendrá que llegar a su final con los restos.
El tema más urgente es el Fiscal. El Estado necesita recomponer sus finanzas porque en el corto plazo podría ser inviable. Hay dos alternativas complementarias: incrementar los impuestos y recortar el gasto público. Santos ahora tendrá que cobrarle a la clase política su pobre movilización por el ‘Sí’ porque la condición de Uribe para respaldar la reforma tributaria serán recortes significativos del gasto.
Los políticos de la Unidad Nacional deben comprender que los tiempos de la ‘mermelada’ abundante se acabaron porque de otro modo el Gobierno no tendrá margen de maniobra para sacar adelante el proceso de paz. Y el del Fiscal, aunque el más apremiante, no será el único tema en que Santos deberá disciplinar a su colectividad política.
Por su parte, las Farc deben comprender que fueron las grandes perdedoras del plebiscito, incluso más que Santos. Lo que significa que si de verdad quieren un acuerdo final, están obligadas a aceptar unos reajustes en los términos pactados que irán en detrimento de sus intereses.
La clave está en que el uribismo no se deje embriagar por la victoria y haga una serie de exigencias que no dejen opción distinta a las Farc que volver a la guerra. Ojalá prime la sensatez entre las partes, de modo que el proceso pueda salvarse en un plazo relativamente corto.
De momento, urge evitar la disolución de las tropas rasas de las Farc ante la incertidumbre del Acuerdo Final. Nada más complicado que mantener concentrado a un ejército de varios miles en medio de una espera incierta. La propuesta de Uribe de amnistiarlos y desmovilizarlos desde ya es audaz, así sea inaceptable para los jefes de las Farc en La Habana, que se quedarán sin su principal carta de negociación.
Gustavo Duncan
Gustavo Duncan
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