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Petro

Todos los antecedentes apuntan a que una administración suya sería desastrosa.

Gustavo Duncan
Es una buena noticia que Petro vaya bien en las encuestas. En un país con tanta corrupción, malos gobiernos, desigualdad y exclusión, lo menos que se puede pedir es que la gente manifieste su indignación y castigue en las urnas a quienes hacen las cosas mal. La mala noticia es que Petro gane. Todos los antecedentes apuntan a que una administración suya sería desastrosa. Y quienes más sufrirían serían precisamente los pobres y excluidos que reivindica en su discurso.
Hay un tema ideológico que explica por qué Petro no lo haría nada bien en una presidencia. Pese a que critica el modelo de Maduro, en la práctica no propone nada distinto. En su paso por la alcaldía de Bogotá ya mostró que la estrategia es incrementar la participación del Estado en la economía, dar rienda suelta a la burocracia y repartir subsidios. El adjetivo de ‘humano’, que le coloca a todo lo anterior, es solo un sello para maquillar una vieja idea, así él mismo esté convencido de ser original.
Pero, aunque parezca increíble, que repita fórmulas fracasadas no es lo más grave. En el fondo, la idea de un líder populista que plantea un quiebre con el establecimiento es asunto de pura conveniencia. Es la ideología que más se ajusta a la personalidad de un megalómano. El gran problema de Petro es que cree que está inventando el mundo y va a gobernar como si las instituciones arrancaran de cero y él tuviera la fórmula para solucionar todas las fallas de gobierno.

Pese a que critica el modelo de Maduro, en la práctica no propone nada distinto.

Basta escuchar las entrevistas para comprender el tamaño de ese desorden de su personalidad. Al referirse a cosas que hace rato tienen nombres antepone el prefijo “que yo llamo”, y se inventa un nuevo nombre como si fuera un concepto de su ocurrencia. A Vicky Dávila le dijo que fue él quien convenció a Pizarro de firmar la paz, quien creía que el M-19 podía ganar la guerra. En un solo día de conversaciones lo hizo cambiar de chip. También ha hablado sobre la necesidad de una constituyente. ¿Habría un escenario mejor para sus delirios de padre fundador?
Más aún, si es necesario para consolidar su poder, Petro no tiene reparos para hacer alianzas cuestionables. Creó la ‘lista de la decencia’ con ni más ni menos que Clara López, la secretaria de Gobierno de Samuel Moreno. Eso sin nombrar a otros aliados problemáticos.
Son justos la indignación y el apremio por relevar a la actual clase política, pero es irresponsable apostar por un salto al vacío.
GUSTAVO DUNCAN
Gustavo Duncan
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