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Farc 2.0

El tema de las disidencias de las Farc debe ser analizado con rigurosidad.

Gustavo Duncan
La noticia de que las disidencias pretendían refundar las Farc prendió las alarmas de la opinión. Para Santos se trata de una exageración, mientras que para el uribismo es la demostración de que el proceso de paz con las Farc fracasó y la violencia persiste. Es lógico que las diversas fuerzas políticas usen la noticia a su conveniencia.
Pero, más allá de sus implicaciones políticas, el tema de las disidencias de las Farc debe ser analizado con rigurosidad por sus graves implicaciones en la situación de seguridad del país. El fenómeno de las disidencias es real, no es invento de periodistas o de opositores que quieren dañarle el Nobel de Paz a Santos, y tendrá efectos a corto y mediano plazo, aunque de una manera muy diferente a la de las antiguas Farc.
Las actuales disidencias no aspiran a la toma del poder nacional para suplantar el Estado e imponer un nuevo tipo de sociedad. Así las Farc en su momento nunca hubieran estado ni siquiera remotamente cerca de una victoria definitiva, su forma de operar estaba dictada por la lógica propia de una guerrilla que aspira a la toma del poder. En ese sentido, se constituía en la principal amenaza para el Estado central, pues sus acciones estaban pensadas para afectar, en lo posible, sus intereses y su capacidad militar.

Detrás de la conferencia para una refundación de las Farc lo que hay es un gran acuerdo entre señores de la guerra para preservar y expandir el control de estos territorios.

Las disidencias, en cambio, lejos están de organizar sus ejércitos hacia la conquista del poder en Bogotá. Sus intereses están centrados en el control de territorios periféricos plagados de cultivos de coca y de salidas de drogas hacia mercados internacionales. Detrás de la conferencia para una refundación de las Farc lo que hay es un gran acuerdo entre señores de la guerra para preservar y expandir el control de estos territorios.
No obstante, el hecho de que no dispongan de una plataforma ideológica concebida para la toma del poder nacional no quiere decir que no sean un problema de máxima gravedad. En el nuevo escenario, Colombia se va a repoblar de ejércitos privados que ejercen como Estados alternos de la población ubicada en áreas periféricas. Y cualquiera, como los líderes sociales, que se interponga será victimizado.
A fin de cuentas, la falta de una ideología es suplida por las aspiraciones de poder y consumo de jóvenes marginados de comunidades excluidas de los mercados. La coca, el oro –en suma, el crimen organizado– tienen más que ofrecer que el comunismo caduco de las antiguas Farc.
GUSTAVO DUNCAN
Gustavo Duncan
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