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Una clave del pasado, exclusión y castas

Colombia todavía es un país del 1 % excluyente, parasitario y rentista.

Guillermo Maya
En la Colombia de mediados del siglo XIX, después de la derrota de los artesanos (Draconianos), partidarios del proteccionismo, por parte de los comerciantes (Gólgotas), partidarios del libre comercio, en la guerra civil de 1854, el clima político era de resentimiento. En uno de los casos más notorios, hubo una polémica en el periódico La Prensa, entre Carlos Holguín, representante del notablato santafereño, y Manuel Barrera, artesano y escritor, de acuerdo con el historiador Jaime Jaramillo Uribe ('Las sociedades democráticas de artesanos y la coyuntura política y social colombianas del siglo XIX').
Mientras, Holguín afirmaba que “todos somos el pueblo, no solo los de ruana”. Sin embargo, los de ruana no lo sentían así. Barrera respondía en una serie de crónicas, ‘Las aristocracias’, que si todos éramos el pueblo, entonces “por qué, comprendiendo todos que todos somos el pueblo, en estas regiones que por antonomasia se llaman Repúblicas y Repúblicas Democráticas, se oye en boca de ciertas familias, o de ciertas personas de esas familias, cuando se trata de un individuo que no es de su nivel, decir en tono de insultante desprecio: ese es un hombre del pueblo, ese es un ruanetas, ese es un guache, ese es un albañil, un zapatero, un talabartero, ese es un indio, ese es un mulato, ese es un zambo”.
Y aunque Barrera acepta que ciertos elementos del pueblo han venido a ocupar puestos en la carrera eclesiástica, en la milicia y en algunas profesiones, señala que “hasta ahora, por grandes que hayan sido los méritos de los hombres de ruana y alpargatas, no los hemos visto en una magistratura de la Corte de Justicia (ni en un Congreso), ni en una secretaría de Estado. Está demostrado que existen todavía en todos los partidos, por desgracia, los rezagos de aquel resabio colonial que tenía cierta tendencia a deprimir todo lo que no fuera la aristocracia de la sangre o de la posición social”.
Por su parte, Alejandro López, en su libro Problemas colombianos (1927), cuenta una anécdota interesante sobre Santiago Pérez Triana (1858-1916), destacado miembro de la intelectualidad colombiana, poeta, escritor y diplomático, quien dio una conferencia sobre Colombia, en el Club Liberal Nacional de Inglaterra en 1916, a un grupo selecto de la sociedad londinense.
Dice López sobre Triana que “sobraría todo elogio para describir como resultaba exaltada nuestra nacionalidad con las frases llenas de hermosa elocuencia y de orgullo patrio del ilustre compatriota, pensadas y dichas en un inglés tan correcto como escogido al decir de los oyentes. Desfilaron por el auditorio los altos personajes consagrados por la fama como orgullo y fundamento de nuestra nacionalidad, con una maestría insuperable y una voz de verdadero orador, que todavía acaricia el oído, y que a la concurrencia inglesa debió producirle la impresión de que nuestro compatriota ocupaba, por derecho propio, el puesto que tantos políticos ingleses han honrado en ese Club”.
Al finalizar, después del “champaña, de los cigarrillos y de la intimidad en que, a la usanza inglesa, los más conocidos son invitados a hablar”, es decir, a comentar sobre el conferencista, habló un hombre de negocios y muy viajado, “un burgués que debía ser muy popular (…) con un poco de ‘humour’ y un nada de elocuencia premeditada”.
Así se expresó el comentarista: “De Colombia conozco varios lugares, mas no podría decir que conozco ese país tan extenso. Mr Pérez. Triana nos acaba de demostrar que allí ha habido grandes eminencias en todo género de actividades, y a la verdad que para convencerse de que Colombia ha producido hombres genuinamente europeos bastaría conocerlo a él, o siquiera oírlo hablar”.
Sin embargo, agrega el comentarista, “estoy lejos de creer que todo en Colombia y en Sud América sea así. Él habla de una minoría insignificante (…) y no es por ignorancia por lo que hablamos de indios. Ya lo sabemos que allá no anda la gente desnuda o vestida de paruma. Lo que nosotros llamamos indios es esa gente que anda descalza, no come bien, viste mal y duerme peor, con un estándar de vida demasiado bajo, en comparación con el hombre de la calle entre nosotros, y que constituye una masa que está a merced de lo que diga una minoría insignificante”.
En conclusión: “Por lo que he podido observar en mis viajes por ese y otros países latinoamericanos, no hay verdadera opinión pública y entiendo que las condiciones están automatizadas en esos países, de tal manera que es más fácil producir unos cuantos especímenes de los muy ilustres mencionados por míster Pérez Triana, que levantar el nivel general siquiera una pulgada”.
No se equivocaba el comentarista inglés, ni tampoco el artesano Barrera, Colombia todavía es un país del 1 % excluyente, parasitario y rentista, con una de las más altas concentraciones del ingreso y de la riqueza, incluyendo la tierra, en el mundo.
GUILLERMO MAYA MUÑOZ
Guillermo Maya
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