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Guerra al chan chu llin

Presidente, ya paramos la guerra contra las Farc, ahora es, con justicia, contra la corrupción.

Luis Noé Ochoa
Este viernes, en medio de protestas, tomó posesión como presidente de Estados Unidos Donald Trump, un racista declarado que, con la frase “Hagamos a Estados Unidos grande otra vez”, ganó la presidencia.
Se va Barack Obama, quien marcó la historia. Un demócrata, premio Nobel de paz, tranquilo, cercano a la gente, respetuoso, que bajó el desempleo a casi 4 por ciento, se preocupó por la salud de los más pobres, restableció relaciones con Cuba; uno de los más cercanos amigos de Colombia, que apoyó de frente nuestro proceso de paz con las Farc. Gracias, don Barack. Pero como los pueblos son más raros que Trump con afro, ahora todo es incertidumbre sobre lo que hará el mono. Esperemos a ver qué pasa. Ojalá que, ya sentado en el trono, se serene. Dios salve a América, como decían en Cali.
Por ahora debemos mirar lo que nos pasa aquí, donde se vienen las campañas políticas y, ya sin las Farc, que eran el caballo de batalla de los candidatos, ganará el que prometa hacer de Colombia un país sin corrupción. Un país grande, diría Trump.
Porque ese es nuestro peor azote. Un cáncer que hizo metástasis, como dijo el presidente Santos. Los bandidos se llevan, según el contralor Maya, entre 40 y 50 billones de pesos al año. Mientras que entre 40 y 50 niños mueren de desnutrición en La Guajira y de entre 40 y 50 metros cuadrados son las celdas para el uno por ciento de los pillos a los que pillan, y que pagan en mansión por cárcel de 40 a 50 meses. Aquí lo que falta es justicia. Que los corruptos no se tapen con el mismo billete.
Sobre el tema, ayer en este diario Héctor Pineda recordaba el caso del exministro chino de Ferrocarriles Liu Zhinjun. En el 2013 fue acusado de aprovecharse de su posición para ayudar a empresarios a ganarse los contratos a cambio de 64.600 millones de yenes. Eso es, bien contados, 10.530 millones de dólares de la época. Algunos de los favorecidos por Zhinjun fueron Tang Pillín, Mal Andrín, Sing Pu Dor, Esta Fin y Co- Chinín. Algo parecido aquí con un exviceministro de Obras y un exsenador, tan pillines, acusados estos días de otro delito de nombre chino: co he cho, entre otros.
Pero en Pekín hay justicia dura. El exministro fue condenado por corrupción, que en chino se dice chan chu llin, a pena de muerte aplazada dos años. Quiere decir que si se porta bien y colabora, aparte de quitarle todos los bienes, queda con cadena perpetua, sin visita conyugal, o ching chang.
Aquí hay que atacar la corrupción en todos los frentes. Hay esperanzas, pues aún existen funcionarios honestos y valientes, de limpia trayectoria, como el fiscal Néstor Humberto Martínez y el nuevo procurador, Fernando Carrillo. Muy distinto a su antecesor, que dejó un código disciplinario casi que para que los pícaros paguen con tres avemarías.
Martínez y Carrillo han llegado a decir que a los corruptos les tiemblen las componendas y hay que acompañarlos y respaldarlos. Por favor, con el contralor Maya, con el Presidente, pasen a la historia por dar una lucha sin cuartel contra los corruptos, del nivel que sean, amigos de quien sean, pues es la peor desgracia de este país.
Los corruptos tienen que pagar con sus bienes todos los males e irse la cárcel; que purguen en un cuarto lleno fotos de niños desnutridos, de congestión en urgencias de los hospitales, porque el daño que causan es contra la sociedad.
La reforma política es urgente. Y de los políticos. Pero, sobre todo lo es la reforma moral del país. Presidente Santos, hay que cambiar la educación, fortalecerla en valores, con énfasis en ética, respeto por lo ajeno y por sí mismo. Ya paramos la guerra contra las Farc, ahora es, con justicia, contra el chan chu llin.
Luis Noé Ochoa
luioch@eltiempo.com
Luis Noé Ochoa
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