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Una reforma impostergable

Llegó el momento de resolver de tajo los problemas de nuestro sistema tributario, con reglas claras.

Germán Vargas Lleras
En días pasados, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó la propuesta del presidente Trump que reduce al 20 % la tarifa del impuesto sobre la renta de los negocios (hoy es de 35 %). De ser aprobada en el Senado, EE. UU. se convertirá en el país con la tasa de tributación sobre los negocios más competitiva del mundo.
Mientras que eso sucede allá, en Colombia es un verdadero calvario cumplir con el sistema impositivo no solo por su inmensa complejidad, que se evidencia en la existencia de 60 tributos, sino porque la legislación es confusa; los trámites, tortuosos y la tasa de tributación, una de las más altas del mundo (69,8 % para los negocios), apenas superada por las de Mauritania y Argentina.
El creciente número de horas que deben dedicar personas y empresas a cumplir sus obligaciones tributarias es respondido con la indolencia y el desprecio con que el Estado atiende a los contribuyentes. Un ejemplo es el hecho de que diez meses después de haber sido aprobada la última reforma tributaria, esta aún no ha sido reglamentada por el Ministerio de Hacienda, ante el desconcierto generalizado de los contribuyentes, a quienes simplemente les toca adivinar. El Estado, en lugar de ser un aliado del ciudadano y el empresario, es su principal enemigo. Llevamos 43 años tratando de liberarnos de la reforma tributaria del 74, pero cuando se piensa que al fin lo logramos, revive una y otra vez, en perjuicio del sector productivo y del crecimiento económico del país.
Con esta perspectiva internacional, y ante la postración de nuestra economía, llegó el momento impostergable de resolver de tajo los problemas de nuestro sistema tributario con reglas claras, simples y estables, pocos tributos, tarifas bajas y control de la evasión y el contrabando. Lo que estoy proponiendo es una reforma que reduzca la carga tributaria de los asalariados y las empresas formales, que tradicionalmente han sostenido el fisco nacional, para concentrar los esfuerzos de fiscalización del Estado en quienes evaden los tributos en cuantía cercana a 80 billones de pesos al año y en la represión de quienes introducen anualmente al país 6.000 millones de dólares de contrabando.
Todo esto para lograr el objetivo final de que la economía colombiana crezca a una tasa superior al 5 % anual, permitiendo que miles de pequeños empresarios y microempresarios puedan hacer más y mejores negocios y que los sectores de menores ingresos de la sociedad encuentren oportunidades de empleo que les permitan hacer un tránsito hacia una clase media más fuerte.
Sin crecimiento económico nada es posible. Con crecimiento económico, el futuro es extraordinario y los sueños de las familias se podrán hacer realidad. Tener una casa, educar a los hijos, acceder a la salud y a la protección en la vejez son metas que se hacen posibles si la económica crece, para lo cual se requiere que el Estado se convierta en el principal aliado del empresario, simplificándole la vida; y en materia tributaria, reduciendo la carga hasta un nivel que nos haga competitivos.
La suma de todos los impuestos que soportan los empresarios no puede superar el 30 % de sus utilidades. Gravámenes como el impuesto a la riqueza y la renta presuntiva deben desaparecer de nuestro sistema impositivo. El ICA y el 4 × 1.000 deben tratarse como una retención en la fuente que se cruce contra el impuesto sobre la renta, de suerte que no incrementen la carga impositiva final. El IVA sobre maquinaria y equipo que adquieren nuestras empresas debe eliminarse, y el sector agropecuario debe someterse a una tarifa de impuesto sobre la renta del 10 % por un período de 30 años que atraiga inversionistas nacionales y extranjeros.
Todo esto es posible hacerlo sin poner en riesgo la estabilidad fiscal del país si tenemos la decisión política y el carácter para transformar en una nación moderna un país que hoy se encuentra atrapado en una maraña de regulaciones y tributos antitécnicos que no le permiten ser competitivo.
GERMÁN VARGAS LLERAS
Germán Vargas Lleras
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