¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Archivo

¿Hora de romper?

Gabriel Silva Luján
Las Farc están envalentonadas. Las actitudes recientemente asumidas por ellas, con las que han pretendido desconocer las reglas del juego de las negociaciones de La Habana, son de una torpeza infinita. No es de extrañarse. Ese grupo terrorista se ha caracterizado por leer equivocadamente, una vez tras otra, la realidad nacional.
Están creciditas. Contra lo que uno se imaginaría, las Farc les han comprado la teoría a los uribistas. En sus elucubraciones de horas y horas, con mojito en mano, han llegado a la equivocada conclusión de que el presidente Santos tiene en entredicho la reelección. Una encuesta desafortunada y tres columnistas con agenda fueron capaces de desviar la estrategia de estos curtidos revolucionarios marxistas-leninistas. Además, a las Farc les encanta creerse sus propias mentiras.
Por ejemplo, se están creyendo el cuento de que el país está en un estado preinsurreccional. Eso es una soberana estupidez. Los paros agrícolas no son más que un fenómeno político generado por poderosos intereses creados en colusión con el Polo y las propias Farc.
Mientras el sector agropecuario crece a más del siete por ciento y la pobreza rural disminuye significativamente, la única explicación de lo que ocurrió fueron la ingenuidad gubernamental y las amenazas con que los terroristas obligaron a los campesinos –en las zonas donde todavía tienen influencia– a movilizarse.
En su usual arrogancia –que es el peor de los pecados cuando se trata de negociar–, los amigos de las Farc creen que la vida política del país depende de ellos. De verdad están convencidos de que son capaces de nombrar presidentes y manejar la opinión pública.
Ahora andan creyendo que Santos necesita un acuerdo de paz para reelegirse. Mejor dicho, que son indispensables para el proyecto político del Primer Mandatario. Están como esas señoras convencidas de que el marido no puede vivir sin ellas, que le friegan la vida hasta que el hombre sale corriendo. Y eso es lo que les va a terminar pasando.
Si las Farc observaran al país con más objetividad, se darían cuenta de que el proceso de paz no le suma al presidente Santos sino que, al contrario, le quita popularidad. Todas las encuestas demuestran que al país le gustaría vivir sin violencia, pero eso no es lo mismo que respaldar las negociaciones de La Habana, que tienen una imagen bastante desfavorable.
Es decir, el Presidente, como hombre de Estado que es, hace lo que considera indispensable para el país sin reparar en el costo electoral que le acarrea ese esfuerzo. El camino fácil sería el contrario al que creen las Farc. No se dan cuenta de que para Santos patear el tablero sería la mejor manera de garantizar su reelección.
La celeridad y la seriedad que Humberto de la Calle y su equipo les exigen a las Farc nada tienen que ver con un potencial dividendo electoral de un acuerdo de paz. Es exactamente lo contrario. El Gobierno y sus negociadores saben que les va a tocar luchar contra el escepticismo de la opinión pública, que es bastante generalizado. Por eso, de manera responsable, los negociadores urgen que se den los resultados en la mesa que le permitan al país desarrollar la confianza necesaria para acompañar un proceso lleno de dudas e incógnitas.
Las Farc cayeron en la trampa del uribismo. No hay nadie que quiera más que la próxima contienda electoral se defina, de manera polarizada, entra la guerra y la paz. Qué ironía. Con sus actitudes, las Farc le han hecho un favor infinito a Álvaro Uribe. De pronto Santos les debería hacer caso a los que claman que es hora de romper.
Díctum. Álvaro Uribe tiene que garantizar que una vez elegido va a asumir su curul en el Congreso. De no hacerlo, sería un engaño a la opinión pública.
Gabriel Silva Luján
Gabriel Silva Luján
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO