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Que llueva café en el campo

Que la Federación Nacional de Cafeteros esté celebrando 90 años es una demostración de su capacidad.

El hecho de que la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNC) esté celebrando 90 años de existencia no es solamente una efemérides muy significativa. Es, ante todo, una demostración de la capacidad que tienen las instituciones bien concebidas, capaces de generar y acumular conocimiento, dispuestas a transformarse dentro de la continuidad y con horizontes estratégicos de largo plazo para lograr cambios paradigmáticos.
La parafiscalidad cafetera es la piedra angular. El ahorro individual manejado gremialmente se traduce en bienes públicos colectivos generados a través de una arquitectura corporativa federal, participativa y democrática. Nadie niega que se cometieron errores, en 90 años cualquiera los comete, pero en su inmensa mayoría fueron inducidos por el interés de suplir con las platas de los cafeteros las incapacidades del Estado.
Sin la institucionalidad gremial, la caficultura colombiana sería marginal y las laderas de Colombia, con tan pocas oportunidades productivas, estarían sumidas en la pobreza. Los bienes públicos generados por la institucionalidad cafetera –investigación científica, propiedad intelectual, extensión especializada, presencia internacional, educación, salud, vías, agua potable, medioambiente protegido, infraestructura– jamás hubieran ocurrido si el encargado de esos oficios hubiera sido el Estado. Sin la Federación, la caficultura sería presa de la rapiña de quienes todavía salivan por echarle mano al excedente cafetero.
La FNC desafió con éxito el modelo comercial especulativo del café con los instrumentos de la garantía de compra y la directa comercialización internacional del grano. Gracias a esto, el caficultor colombiano es quien recibe en el mundo el porcentaje más alto del precio internacional de su producto.
Finalmente, la institución tiene la capacidad de interactuar con el Gobierno eficazmente para definir las políticas públicas para el café. En ese proceso se han generado profundos procesos de innovación estratégica que reorientan la actividad incorporando respuestas a los desafíos estructurales que periódicamente surgen en el café.
Para la muestra, un botón. Juan Manuel Santos, como ministro de Hacienda de Pastrana, creó la Comisión, en la cual participé con Luis Carlos Villegas, Álvaro Villegas, Luis Fernando Ramírez y Luis Carlos Valenzuela. El informe ‘El café, capital social estratégico’ –conocido como el libro verde– definió una estrategia que le devolvió a la caficultura un rumbo cierto para el siglo XXI en medio de su peor crisis en la historia. Ese rumbo es el que le ha permitido a la caficultura de hoy mantenerse otra vez como un modelo viable para la prosperidad y la paz. Tuve el privilegio excepcional de asumir la responsabilidad de implementarla como gerente de la Federación. Gracias, cafeteros.
Dictum. Primero el caficultor, después lo demás; cafés especiales y de origen; no hay que exportar una materia prima, sino su valor agregado; no hay cafeteros de primera y otros de segunda; todos los comités sentados a la misma mesa, sin discriminación; la Costa también es café; Viva el Huila, hoy el principal productor de Colombia; tiendas Juan Valdez en el mundo, reducción de la contribución cafetera, no más empresas que no sean de café y para los caficultores, catorce millones de sacos en el 2014, la propiedad intelectual del café es su futuro... eso y mucho más se consiguió gracias a ese rumbo estratégico definido por esa comisión.
GABRIEL SILVA LUJÁN
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