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Gabinete del conflicto y partidos partidos

Fue tal el palo para el nuevo gabinete que terminó por debilitar aún más a Santos.

JUAN LOZANO
Lejos de sumar apoyos con el nuevo gabinete, Santos logró despertar la ira de diversos sectores políticos que se dedicaron a recordarles a los colombianos, por causa de los nuevos ministros, todas las precariedades, debilidades, traiciones, inconsistencias, metidas de pata y promesas incumplidas del Gobierno. Epílogo: Santos quedó más debilitado después del cambio de ministros que antes.
Las reacciones tan airadas de influyentes dirigentes de la Unidad Nacional, como Horacio Serpa, pusieron al país a hablar de componendas politiqueras, raciones de mermelada, cuotas de poder, miserias partidistas, mezquindades humanas, rencores y vanidades, ambiciones inconfesables, dejando al descubierto un doloroso desdén ante las verdaderas necesidades y agobiantes urgencias de los colombianos.
Por otro lado, las explicables reservas de Jorge Enrique Robledo, Alexánder López y la dirección nacional del Polo Democrático le cortaron anticipadamente las alas a Clara López, quien no solamente entrará al Gobierno sin el respaldo del partido que presidía, sino que le tocará lidiar con una oposición de izquierda recrudecida para demostrar que no los compran con puestos.
Parece que Clara hubiera vendido muy barata su independencia al aceptar un ministerio al que solo le vienen por delante marchas, disturbios y protestas contra el Gobierno, presiones sindicales para desmontar normas antitrabajadores de reciente expedición, reclamos por el precario aumento del salario mínimo en tiempos de alta inflación, incumplimiento de promesas a los pensionados y una muy impopular reforma pensional.
Para deslindarse de Clara y de su deseo personal de ser Ministra, Robledo y compañía, ya lo han dicho, tendrán que endurecer su discurso de oposición y desde ya preparan una nueva artillería política contra el Gobierno. Y en la izquierda verde, los voceros más prestigiosos como Claudia López, Antonio Navarro y Angélica Lozano le aplicaron la misma dosis a Jorge Londoño.
En el fondo tienen razón: no es justo que por decisiones personales de algunos dirigentes terminen todos sus copartidarios cargando con el desprestigio del Gobierno, que, cuando se hace extremo, se vuelve contagioso. Aunque Navarro dijo que para apoyar la paz no necesita puestos, resulta difícil entender que un partido se declare en la oposición mientras sus máximos voceros brindan sonrientes en el salón de los gobelinos haciéndole la corte a Juan Manuel Santos como sus subalternos.
Rara vez ocurre lo que acaba de suceder: que todas las fuerzas políticas asociadas con el Gobierno terminen golpeadas con un cambio de gabinete. Ni siquiera el interesante aporte regional de los nuevos ministros, ni la promesa de darles posesión en Andagoya, Santa Marta o Boyacá pudieron mejorar las perspectivas. Entrarán en contravía.
Veamos. Indignación liberal por quedar desmejorados. Cambio Radical perdió a su mejor ministro. Verdes, fracturados. El Polo, en garrotera abierta. ‘La U’, dividida. Los conservadores, condenados a cargar con Hacienda y Minas en medio de sus fracasos. Los partidos, partidos; los ministros antiguos, fatigados y los nuevos, heridos; el Gobierno, revolcado y el Congreso, encabritado.
Es muy peligroso que se haya quemado la carta del cambio de gabinete profundizando la debilidad del Gobierno. El Congreso aumenta su capacidad extorsiva medida en potes de mermelada para pasar la reforma tributaria o las leyes que quieren en Cuba. Las Farc se frotan las manos al ver a su contraparte en la mesa aporreada y propensa a ceder aún más ante la urgencia de resultados. La indignación ciudadana aumenta, y la protesta popular encuentra nuevos incentivos.
En estas circunstancias, urge que Santos asuma el liderazgo de su gabinete y gobierne si quiere remontar el fracaso de su gestión, que se está percibiendo más allá de lo que suceda con las Farc y el Eln.
JUAN LOZANO
JUAN LOZANO
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