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Si hubiera un grupo...

Si se diera esta gente unida en un propósito más allá de los partidos y de los grupos guerrilleros y paramilitares, de las religiones y de las filosofías; empezaría a avanzar entre nosotros con paso sin retorno la reconciliación humana.

La polarización política tras el poder y el dinero va transformando la causa gratuita de la paz en un campo de batalla. En este desolador escenario de intereses cargados de memorias de dolor de todos los lados, vuelvo a esta nota que escribí en enero de 1999 en medio de masacres en el sur de Bolívar.
* Si hubiera hoy en este país un puñado de mujeres y de hombres decididos a parar la violencia y la guerra, que nos cobran cada día decenas de muertos y miles de víctimas, y si este grupo se levantara decidido a hacer realidad el ¡basta ya!, sería posible la paz.
* Si los miembros del grupo se liberaran de las mentiras de los noticieros y llegaran hasta el dolor de los sometidos al terror y el miedo para ofrecer su presencia solidaria a los hogares destrozados de Simití y San Blas, de San José de Apartadó y El Salado, de Micoahumado y Landázuri, de Puerto Ité y La Gabarra y de la comuna siete de Barrancabermeja, sería posible la paz.
* Si fueran capaces de ponerse por encima de todas las convenciones y prohibiciones legales e ilegales en estos territorios de angustias, hasta hacer sentir a las víctimas que aquí nadie tiene las manos limpias y que nadie es más bueno que los demás, pero que tampoco peor; que nadie tiene que irse y que todos somos importantes, sería posible la paz.
* Si fueran audaces para reconocer la dignidad en todas las personas: militares, guerrilleros, paramilitares, campesinos, cocaleros, empresarios, obreros, administradores, y tuvieran la autoridad moral para mostrar con sus vidas que todos tenemos que cambiar para que todos seamos posibles, sería posible la paz.
* Si fueran seres humanos suficientemente seguros para no temerle a nada y para no reclamar protección armada del Estado ni de nadie; si fueran definitivamente libres para rechazar puestos y pagos políticos, independientes del narcicismo de los académicos, insobornables ante propuestas de dinero, capaces de despreciar la fama y el prestigio; si se entregaran por la gente sin buscar un lugar en el Gobierno, ni un ascenso en las empresas, ni un escalamiento en la jerarquía de las iglesias; si en el servicio de esta causa que exige la apuesta de la vida no perdieran tiempo en defender instituciones, ni posiciones, ni posesiones, sería posible la paz.
* Si este grupo fuera lo suficientemente sabio para ver debajo de las confrontaciones y las armas y la coca las dinámicas perversas que llevan a los seres humanos al hambre, la desesperación, la guerra y la destrucción de la naturaleza; y si tuviera el coraje de desenmascarar las codicias detrás de esas dinámicas para enrostrarlas, y para proponer alternativas éticas, culturales, socioeconómicas y políticas en la construcción colectiva de una sociedad sin excluidos, sería posible la paz.
* Si estuvieran dispuestos a acoger la ira y los reclamos y los intereses amenazados desde todos los lados y tuvieran el valor para dar confianza en medio de la incredulidad y la incertidumbre; y si comprendieran que la reconciliación es un don; y al final de la tarde se pusieran de rodillas para dejar obrar a Dios cuando ya los hombres y mujeres han hecho lo que estaba en sus manos, sería posible la paz.
* Si se diera esta gente unida en un propósito más allá de los partidos y de los grupos guerrilleros y paramilitares, de las religiones y de las filosofías; un grupo sin protagonistas ni mesías, con el mero coraje de ser seres humanos, como reclama Colombia, empezaría a avanzar entre nosotros con paso sin retorno la reconciliación humana, frágil, apasionante y fuerte, construida desde nuestros límites, nuestras búsquedas y nuestros errores y nuestros aciertos. ¡Entonces se haría posible la paz!
Francisco de Roux
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