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La educación según Uribe

Uno no pide que un gobernante sea culto: pero sí quiere –y debería exigir– que sea decente.

Dice el senador Álvaro Uribe Vélez que los profesores solo enseñan a gritar y a insultar, les retuercen el cerebro a los estudiantes y solo tienen la fuerza de la calumnia. No me sorprende: lo suyo no ha sido la educación. Ni en la casa, ni en la escuela ni en los cursos de fin de semana de universidades de otros lares, ni mucho menos en los dos cuatrienios en los que resolvió que la plata de los maestros estaba mejor en las manos de los soldados, que a la plata de los lápices se le podía dar mejor uso comprando balas.
No es un hombre culto el senador Uribe. Pero, aunque sería deseable, a la larga uno no pide que los gobernantes sean cultos: y de los miembros del Centro Democrático sabemos que muy pocos ni siquiera han leído a García Márquez, que más que una obligación de colombianos es un gozo y un orgullo para quienes hemos nacido en la tierra que inspiró Macondo. Y los que lo han leído lo encuentran nocivo. Como encuentran nocivos a los maestros que lo proponen en sus lecturas. Tal vez porque de la mano de Gabo los maestros retuercen el cerebro de sus estudiantes.

Enemigo de la educación, como vuelve a confirmarlo con el insulto que acaba de proferir contra los maestros, Uribe propone un gobierno de patanes.

Uno no pide que un gobernante sea culto: pero sí quiere –y debería exigir– que sea decente. Que la educación no le haya pasado de largo. Que no amenace con partirles la cara a sus interlocutores ni los trate de maricas, a manera de insulto, entre otras razones porque la homosexualidad no es motivo de agravio. Que no divida a los muertos entre buenos y malos. Que no utilice la mentira ni la difamación como argumentos de debate. Que no promueva el odio entre sus débiles electores: ¡eso sí es retorcerles el cerebro!
Enemigo de la educación, como vuelve a confirmarlo con el insulto que acaba de proferir contra los maestros, Uribe propone un gobierno de patanes, mientras otros de la baraja proponen –porque reconocen que así debe ser y saben cómo hacerlo– un mandato en el que reine la educación, que tal vez es el ingrediente que más falta le hace a este país.
Sí, buena educación: esa debería ser la prioridad. Una materia que desconoce y que deslegitima el inculto y maleducado senador Uribe Vélez, y que no tendrá cabida en los próximos cuatro años si los electores siguen desconociendo las monstruosidades de este hombre que los convenció de votar por “el que diga Uribe”, para un mandato en el que se hará “lo que diga Uribe”.
FERNANDO QUIROZ
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