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Una segunda oportunidad sobre la Tierra

El país está pasando por un periodo de transición que es importante aprovechar.

Fabio Martínez
Las elecciones del 11 de marzo dejaron varias enseñanzas al país. En primer lugar, fueron los primeros comicios después de una guerra mortal con las Farc. Esta enseñanza es importante para los colombianos, pues con una guerrilla convertida en partido político, el país por fin entró por la senda de la democracia.
Además, los comicios diseñaron el nuevo mapa político del país donde, aparte de los barones quemados de la extrema derecha, como José Obdulio Gaviria, Everth Bustamante y Luis Alfonso Plazas Vega, se perfilan dos sectores que determinarán el destino de Colombia: de un lado está la extrema derecha representada en los candidatos Germán Vargas Lleras, de Cambio Radical, e Iván Duque, del Centro Democrático.
De otro lado están las fuerzas progresistas y democráticas, que van desde el candidato moderado Humberto de la Calle, del Partido liberal; pasando por Sergio Fajardo, de la Alianza Verde; hasta Gustavo Petro, de Colombia Humana.
Entre Vargas Lleras e Iván Duque no existen mayores diferencias programáticas. En economía, ambos son neoliberales purasangre que defienden el capital internacional, las privatizaciones y el latifundio. En política, ambos no aceptan los acuerdos de paz como están firmados; y en el caso de Duque, es el pupilo de la guerra que nos dejó Álvaro Uribe Vélez.

Si las cosas están al rojo vivo entre los derechistas, la situación entre los progresistas es como una pareja que se odia sin siquiera haberse conocido.

La diferencia entre Vargas Lleras y Duque es que mientras el primero representa a la burguesía rancia bogotana, Duque lidera la aristocracia terrateniente antioqueña. Y aquí la polarización es a muerte.
El país está pasando por un periodo de transición que es importante aprovechar: o continuamos votando por la derecha, que privilegia los negocios con el capital internacional en detrimento de la economía nacional, o votamos por un candidato progresista que busque un equilibrio entre nuestra economía y la economía global. Elegimos un aspirante que profundice la guerra o preferimos un candidato que defienda la paz y la reconciliación entre los colombianos.
Si las cosas están al rojo vivo entre los derechistas, la situación entre los progresistas es como una pareja que se odia sin siquiera haberse conocido.
Lo cierto es que el partido político que no haga alianzas antes del 28 de marzo será un suicida que se autoeliminará por la fuerza de los acontecimientos.
Aquí es donde las fuerzas progresistas tienen la palabra por encima de los egos, la soberbia y las vanidades.
Nunca antes los sectores progresistas del país habían tenido una oportunidad tan clara para aspirar a la presidencia de la República.
Pero si no se produce una alianza entre Humberto de la Calle, Sergio Fajardo y Gustavo Petro se dejará el camino abierto para que un autoritario como Vargas Lleras o un pupilo de la guerra como Iván Duque lleguen a palacio.
Como dijo Gabo, los colombianos nos merecemos una segunda oportunidad sobre la Tierra.
FABIO MARTÍNEZ
Fabio Martínez
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