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Esplendor de la paz

No más víctimas ni destrozos, sino el retorno a una convivencia abierta y sostenida.

Abdón Espinosa Valderrama
Con profunda emoción patriótica, seguí por televisión los actos solemnes de Oslo en los cuales se proclamó y se confirió el premio Nobel de Paz a nuestro compatriota, el presidente Juan Manuel Santos. Pocas personas en el mundo han servido con más dedicación a esta causa, desde cuando se instituyó para galardonar a quienes se hubieren destacado en promoverla con su propia conducta y en exaltarla tenazmente con actos paradigmáticos y palabras ejemplares.
Desde cuando fue elegido o reelegido jefe de Estado, su designio prioritario fue alcanzarla durante su mandato, sin descuidar otros deberes ejecutivos, a la cabeza de cuyo cumplimiento designó, con diáfano acierto, al vicepresidente Germán Vargas Lleras. De esta suerte, el andamiaje del Estado no se deterioró por olvido y desidia, sino que se fortaleció y se puso en marcha acelerada en todo el país.
Al presidente Santos le quedaron así las manos libres para atender a otros frentes, el de la paz en primerísimo término, que por sus complicaciones naturales le colmaría horas y días enteros de tenaces esfuerzos. Le correspondió cambiar la mentalidad de Ministro de Defensa por otra de concordia y de atracción de la principal fuerza subversiva.
De ver de cercarla y exterminarla, pasó a atraerla y persuadirla de las ventajas de un armisticio inicial con miras al regreso a la civilidad y a las lides de la democracia. No más víctimas ni destrozos, sino el retorno a una convivencia abierta y sostenida en la cual todos, adalides y ciudadanos, pudieran participar en condiciones igualitarias. Se trataría de volver sin restricciones a los derechos que la Constitución Política de la República preceptúa y garantiza.
Su discurso en el acto de recepción del premio Nobel fue perfecto para la ocasión y muy ilustrativo de sus de sus realizaciones y empeños. Le vino, conforme él mismo lo dijera, como viento de popa en momentos de incertidumbre, a asegurar el impulso necesario para llegar al puerto final.
La aprobación popular del primer texto del Acuerdo con las Farc fue derrotada, en la consulta plebiscitaria, con el triunfo de los votos por el No sobre los del Sí, aunque fuera por escaso margen. En tales circunstancias, se optó por recurrir al Congreso como depositario de la voluntad popular, el cual no vaciló en impartirle su refrendación, lo mismo que a las normas relacionadas con los temas de la paz.
Incluyendo la luz verde a la ‘vía rápida’, con cuanto este vocablo implica. Por ejemplo, en materia de amnistía o de creación de la justicia transicional o de cumplimiento del Acuerdo. Para establecer hasta dónde llegarían las facultades extraordinarias del Presidente de la República, si es que existen, habría que conocer el texto completo de la sentencia de la Corte Constitucional.
Crimen monstruoso
Pocas veces el país se había estremecido e indignado tanto como por el crimen perpetrado por el arquitecto Rafael Uribe Noriega en la niña de apenas 7 años Yuliana Samboní, en lo que pudiera considerarse pleno centro de la ciudad de Bogotá.
La tentativa del asesino de rehuir la acción de la justicia, no obstante haber sido descubierto y cercado por multitud de ciudadanos, entre asombrados y coléricos, intensificó la gana de vengar o moler a palos al autor de tanta sevicia. Para mayor irrisión, se había refugiado en establecimiento hospitalario con el pretexto de que se le auxiliara de los males que él mismo se había inoculado.
La coincidencia de este caso atroz con los agasajos inherentes a la entrega del Nobel de Paz a nuestro jefe de Estado indica la necesidad imperiosa de tomar cuantas medidas sean menester para prevenir su reincidencia. Demostrado ha quedado el desamparo de tantos niños, a merced de diversas formas de violencia. La prostitución es una de ellas: mal sinuoso y camuflado con ropajes de turismo internacional.
Abdón Espinosa Valderrama
Abdón Espinosa Valderrama
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