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¿Es esa la autonomía e independencia del Dane?

Se requiere independizar la gestión de la información estadística de la acción del gobierno de turno

La dirección del Dane no ha sido tradicionalmente de los cargos más apetecidos por cierta élite de la tecnocracia colombiana que, no importa el gobierno de turno, tiene capturada la provisión y el manejo de las áreas estratégicas más importantes de la administración pública económica del país, uno de cuyos connotados exponentes escribió en este diario que se trataba de una especie de pacto no escrito entre una élite culta formada en el exterior, escenario con el cual mantenía buenos canales de comunicación, y la realidad regional, cuyo manejo se dejaba a la clase política.
Ello ha sido la consecuencia de la poca prioridad que el gobernante de turno le asigna dentro de la organización estatal, con el agravante de que, por tratarse de la última nominación disponible, entonces se convierte en ‘coto de caza’ o ‘premio de consolación’ para quienes no tuvieron la fortuna de acceder a otros destinos burocráticos más apetecidos.
Sin embargo, por razón de una buena propuesta del programa del gobierno del presidente Santos, como es la pertenencia de Colombia al exclusivo club de países con las mejores prácticas en materia de gestión pública económica y social, como es la Organización para la Cooperación y el Desarrollo económicos (Ocde), se requiere como condición sine qua non para independizar el manejo y gestión de la información estadística de la acción del gobierno de turno, lo cual significa tener un organismo estadístico con autonomía técnica, administrativa y presupuestal, cuyo director se nombre por periodo fijo de acuerdo con ciertas reglas, de manera que actúe como la entidad del Estado, que no del gobierno de turno, encargada de mostrarle a la opinión pública la medición, a través de un grupo de indicadores previamente seleccionados, de los resultados de la gestión de aquel.
En tal sentido, varias misiones de la Ocde han venido al país y han interactuado con ciertas oficinas que son claves dentro de ese proceso de autonomía e independencia, como son superintendencias, impuestos y Dane, entre otras.
Por ello, la opinión informada se sorprende cuando se producen ciertos eventos, como el espectáculo palaciego de la semana pasada, cuando un director del Dane, con gesto de satisfacción y complacencia, le mostraba a su jefe, el Presidente de la República, en un escenario construido al efecto, los exitosos resultados de su política de empleo, los mejores –según dijo– en los últimos catorce años, para lo cual, como lo anota en su última columna dominical Mauricio Vargas, se hizo un cambio del tradicional formato de presentación de los datos mensuales sobre el desempleo, pues no se hizo la tradicional comparación diciembre del 2013-diciembre del 2014, en la que el indicador aumentó, y solo de soslayo se dijo que esto no era importante, por cuanto “hasta diciembre del 2013 funcionó una estacionalidad que en diciembre del 2014 se acabó”, noticia que nos deja perplejos, pues lo que suele acontecer en diciembre es una estacionalidad marcada por el gran incremento del gasto de los hogares, como consecuencia de mayores ingresos por primas y bonificaciones, que no solo aumenta las ventas, sino el empleo, lo cual –anotó Vargas– es otra deficiencia del informe, pues no se hizo mención del dato de noviembre inmediatamente anterior, que resultó más bajo que el de diciembre citado, lo cual –sugiere el citado columnista– es para poner “las barbas en remojo”, como llamado de atención al entusiasta equipo económico, puesto que lo que puede estarse insinuando es el inicio de un cambio de tendencia en el indicador mencionado, lo cual no sería nada raro, dadas las señales que el mercado está dando con la crisis del precio de petróleo.
Por todo lo anterior, no resulta impertinente preguntar: ¿es esa la autonomía e independencia del Dane que le estamos mostrando a la Ocde?
Amadeo Rodríguez
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