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Los falsos 'wasaps'

Por chistosos que parezcan los trinos del senador, debemos tomarlos en serio.

Cecilia Orozco, en su columna ‘Aprovechando la sangre’ (El Espectador, 21 de junio del 2017) revela para los lectores de prensa impresa el episodio cómico grotesco, que podríamos llamar de ‘los falsos wasaps’ que el senador y jefe supremo de la extrema derecha criolla, Álvaro Uribe Vélez, dijo por Twitter haber recibido, y que los navegantes de las redes sociales, que no rebajan una, le demostraron que se los había enviado él mismo. La que llaman ‘metida de pata del expresidente Uribe’ lo convirtió en un hazmerreír, según se informa en el siguiente enlace: https://actualidad.rt.com/actualidad/241818-metida-pata-expresidente-alvaro-uribe
No obstante, por chistosos que parezcan los falsos 'wasaps' del senador, debemos tomarlos en serio. Son reveladores de las mañas arteras que el doctor Uribe Vélez y sus tenientes políticos han usado constantemente, entre ellas la mentira y el engaño, para ejercer una alta influencia en la vida colombiana y alcanzar la meta que se han propuesto de recuperar el gobierno en el 2018, “hacer trizas” los acuerdos de paz y devolver el país a la ignominia falangista-laureanista de los años cincuenta.
Sí. Como lo recalcan Cecilia Orozco, Cristina de la Torre, Juan Pablo Calvás y varios caricaturistas, el espectáculo que ofrecieron los miembros del Centro Democrático Pinocho, y su jefe, fue ignominioso. Aprovechar un suceso terrible como el de la bomba misógina que estalló el sábado 17 de junio en el centro comercial Andino (con tres jóvenes muertas y nueve más heridas) para lanzar propaganda política e incitar al derrocamiento del gobierno nos remite a aquellas fotografías de comienzos de los cincuenta en las que vemos a soldados y civiles del conservatismo falangista jugar fútbol con las cabezas de campesinos liberales indefensos, acribillados a mansalva. Ambos actos producen el mismo horror. Aterra ver la ausencia absoluta de escrúpulos de un señor que fue presidente de la República dos veces consecutivas (la segunda de ellas mediante un dudoso proceso constitucional), y que hoy es senador, mentir en público convencido de que sus palabras van a pasar como artículo de fe. En su última mentira, la del día de la explosión en el Andino, lo agarraron in fraganti los internautas de las redes sociales, “descubrieron la trampa y le enrostraron la farsa”, como anota Cecilia Orozco.

¿En qué país incitar a la subversión del orden público y al derrocamiento del gobierno no es un delito?

Contengamos la risa. El asunto es de una gravedad monstruosa. ¿En qué país incitar a la subversión del orden público y al derrocamiento del gobierno no es un delito? En Colombia lo es, según las leyes. Si usted, yo o Cecilia Orozco, o fulanita Pérez saliéramos a la calle a incitar a los ciudadanos a tomar las armas contra el gobierno, a derrocar al presidente, ¿qué pasaría? Que nos meten presos ‘ipso facto’ y nos siguen juicio por el delito de promover la rebelión. ¿Están legalmente dotados el senador Uribe y su combo de patente de impunidad para ejecutar ese delito de incitación a la rebelión, sin que nada les pase, sin que las autoridades pertinentes se den por enteradas de que personas ilustres se aprovechan de un delito (la perpetración de un acto terrorista) para incurrir en otro delito (la incitación a la rebelión) y muñir a la comunidad a consumarlo?
Hacerle oposición al gobierno es un derecho fundamental consagrado por la Constitución. A los opositores se les debe garantizar ese derecho, siempre y cuando lo ejerzan dentro del respeto a la ley. Ahora, el llamado a la rebelión y a derrocar al gobierno se brinca los márgenes de la ley y, por consiguiente, transforma a los opositores en subversivos, como lo eran las Farc hasta hace poco, por ejemplo. No importa que la subversión se ejerza con las armas en la mano o con falsos 'wasaps', igual es subversión e igual es delito.
Todo en el senador Uribe Vélez y en sus buenos muchachos es falso. Los falsos positivos, los falsos 'wasaps', la campaña llena de falsedades con las que indujeron a un montón de incautos a votar ‘No’ en el plebiscito por la paz y las falsedades que divulgaron, no bien acababa de estallar la bomba en un baño de mujeres en el Andino. Les faltaron pies para correr a atribuirles al presidente Santos y al gobierno la autoría del atentado. Mienten y calumnian todo el tiempo con una frescura asombrosa, como mentían y calumniaban, en la Alemania de los años treinta del siglo pasado, Adolfo Hitler y sus buenos muchachos nazis.
Hasta es falsa la palabra del expresidente Uribe Vélez. Hace varios años, en su primer gobierno, ante una solicitud del periodista Gonzalo Guillén al presidente Uribe para hacer pública su declaración de renta (como acaba el mismo Guillén de relatarlo en Semana.com), el presidente Uribe le respondió empeñándole su palabra de que mostraría sus declaraciones de renta impolutas “desde la primera hasta la última”. Guillén todavía está esperando que el expresidente, y hoy senador, honre su palabra.
Pero existe una promesa que ni el senador Uribe ni el Centro Democrático dejarán de cumplir. Si llegan al gobierno en el 2018, su programa bandera: “hacer trizas la paz” o, lo que es lo mismo, “los malditos acuerdos de La Habana”, se ejecutará religiosamente. Los colombianos que voten a los candidatos uribistas en el 2018 harán bien en meditar cuántos muertos están dispuestos a avalar con su voto. Esa es ni más ni menos la expectativa asustadora que nos ha revelado la anécdota graciosa de los falsos 'wasaps' del senador Uribe.
ENRIQUE SANTOS MOLANO
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