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¡Convergencia ya!

Debemos ponernos de acuerdo en un programa común de gobierno que nos libre de esta Patria Boba.

Tres documentos circularon este jueves por el chat. Dos de ellos con malas noticias para los cizañeros que esperaban sembrar la discordia entre Gustavo Petro y Carlos Caicedo regando toda clase de especies ofídicas sobre su presunto distanciamiento. Y el tercero, un aparentemente bienintencionado y paradójico esfuerzo de unidad excluyente.
El candidato presidencial de Colombia Humana, Gustavo Petro, les envió a los candidatos del Partido Liberal, Humberto de La Calle, y de la Alianza Verde, Sergio Fajardo, así como a Carlos Caicedo, el siguiente trino:
“Llamo a @sergio_fajardo y a @DeLaCalleHum a construir la convergencia que establezca los pilares de la Paz, que como la Concertación Chilena pueda sacar a Colombia de la dictadura de la corrupción e ir por la democracia. Invito a @carlosecaicedo a ser arquitecto de esa convergencia”.
“Acepto encargo de contribuir a la arquitectura de la Convergencia que nos exige la ciudadanía, para impulsar la candidatura única del cambio. Invito a @DeLaCalleHum y @sergio_fajardo a nombrar delegados para establecer las bases de la unidad programática y del gobierno democrático”.
El mismo día, la columnista y escritora Patricia Lara envió por su chat este mensaje:
“Queridos amigos:
“A los que quieran, los invito a firmar la carta que encontrarán en el siguiente link, en la que miles de colombianos que nos negamos a que nos pongan a escoger entre los dos extremos, ¡les pedimos a los candidatos de centro, Humberto de La Calle y Sergio Fajardo, que busquen un acuerdo para unirse lo más pronto posible!
“Esa carta que ustedes firmen llegará directamente al correo de Fajardo y De La Calle. Y ya está dando frutos: Fajardo dijo hoy (miércoles 21) que al despertar encontró cerca de mil correos que le solicitaban llegar a un acuerdo con De La Calle y que esa avalancha de peticiones lo tenía reflexionando. Algo similar dijo ayer De La Calle. Ya más de 3.000 personas han firmado esta solicitud. Los invito a firmar ustedes y a conseguir que, por lo menos, diez de sus amigos lo hagan.
“Gracias de antemano a los que se unan en este propósito que puede salvar al país de caer en los extremos y de continuar con esta polarización y con esta peleadera y estos odios que tanto daño nos hacen”.
Así habló Patricia Lara y cito completo el texto de su mensaje porque refleja la posición de un grupo centrista que piensa, bona fide, que estar al centro los pone a cubierto o a salvo de “caer en los extremos”, con desprecio de la experiencia histórica que nos enseña cómo los ubicados al centro reciben palo de diestra y siniestra, es decir, de uno y otro extremo. Por lo demás, el centro es un punto de inmovilismo, y, tal como lo apreciamos en el mensaje de Patricia, lo más cercano a lo mismo que combate, pues al tiempo que rechaza “esta peleadera, esta polarización y estos odios”, excluye de invitar a la unión a Gustavo Petro, pretendiendo ignorarlo, pero sin poder ocultar que esa movida por la unión de Fajardo y de La calle no se hace tanto por “salvarnos de los extremos”, sino por odio a la figura de Gustavo Petro.

El centro es un punto de inmovilismo, y lo más cercano a lo mismo que combate, pues al tiempo que rechaza “esta polarización”, excluye de invitar a la unión a Gustavo Petro, pretendiendo ignorarlo.

No es, en la historia de Colombia, el primer caso en que el odio hacia un líder moviliza las pasiones. La película se ha repetido constantemente. La estrenamos en 1812 cuando el odio de la oligarquía criolla contra Antonio Nariño produjo nuestra primera guerra civil, no más inaugurada la Independencia. La volvimos a ver en 1828, cuando el odio de la oligarquía grancolombiana contra el Libertador Simón Bolívar produjo el atentado magnicida del 25 de septiembre, por fortuna fracasado, y provocó la disolución de la República. Nos tocó repetir la función en 1867, cuando el odio de la oligarquía radical conservadora propició un golpe de Estado contra el presidente progresista T. C. de Mosquera. Y volvió la dichosa película a la pantalla de la historia cuando el odio de la misma oligarquía radical conservadora se lanzó con su furia vesánica contra el presidente Rafael Núñez, que intentaba modernizar la economía y tocarles algunos privilegios abusivos a los dueños del dinero.
Para no alargar el cuento diré que la película se proyectó en 1914 con el asesinado de Rafael Uribe Uribe por la ídem oligarquía radical (neoliberal) conservadora, y en 1936, con idéntico reparto, con la oposición feroz a las reformas sociales y económicas que propuso la Revolución en Marcha de López Pumarejo, revolución que, aún incompleta, logró la transformación social más importante en nuestra historia., junto con la Regeneración administrativa de Núñez, víctimas ambas de la conjura de la oligarquía poderosa que nos ha gobernado, y que en los últimos años no ha tenido escrúpulo en aliarse con el narcotráfico, las bandas criminales y la corrupción desbordada.
Título de la película: ‘la Patria Boba’. A nadie le aconsejo que la repita. Mucho menos a los doctores Sergio Fajardo y Humberto de la Calle. La Convergencia (urgente) que les propone Gustavo Petro, y de cuya arquitectura se ha hecho cargo un colombiano tan capaz e inteligente como Carlos Caicedo, es precisamente para eso. Para, entre todos los progresistas, ponernos de acuerdo en un programa común de gobierno que nos permita librarnos de esa Patria Boba en que hemos estado malviviendo durante doscientos años. Y es tan Boba esa patria que se ha creído el cuento de ser “la democracia más antigua de América”.
Luchar contra el cambio climático, zafarnos del neoliberalismo y adoptar un nuevo modelo económico en el que la productividad desaloje a la especulación, llevar a todos la educación gratuita y de calidad, que dote a los colombianos de una capacidad crítica constructiva y filosófica, estimular la cultura en todos sus aspectos, abrirle el campo a la mujer en la conducción de los asuntos públicos y establecer la equidad de géneros y la equidad de oportunidades (más adelante explicaré cual es la diferencia filosófica y práctica entre equidad e igualdad), devolverle al ser humano la autoestima perdida, todo eso dentro de un modelo económico de capitalismo avanzado, como fue previsto por Adam Smith, ¿le parece a Patricia Lara que es “el otro extremo” o “un extremo”? Porque eso lo propone la Colombia Humana de Petro, entre otras muchas iniciativas de orden práctico.
Confío en que mi patrona, la Virgen del Campo, ilumine desde su altar milagroso en San Diego las reflexiones de los doctores Fajardo y De La Calle y los conduzca por el camino de la Convergencia incluyente entre los que, como ellos dos y como Gustavo Petro y Carlos Caicedo, y los varios millones de ciudadanos dispuestos a apoyarlos, nos empeñemos sin tregua en mejorar el presente de Colombia y garantizarles a las nuevas generaciones, y a las que transitarán el siglo XXI, una vida de verdad digna y plena de grandes realizaciones. Y que la Patria Boba sea en adelante solo un mal recuerdo, un modelo de mal comportamiento.
ENRIQUE SANTOS MOLANO
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