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El plebisantos

Algunos claman por el perdón a las Farc, pero llaman a la venganza contra Uribe a nombre de la paz.

JUAN LOZANO
Tanto han abusado de la ambigüedad de las normas que rigen el plebiscito, tanto han exprimido la ausencia del texto de la sentencia de la Corte, tanto han anticipado en actos oficiales pagados con recursos públicos la campaña del sí, que inevitablemente están arrojando a Álvaro Uribe a una campaña radical e intensa por el no, a pesar de que el acuerdo definitivo aún no se ha firmado.
El derecho legítimo a abstenerse ha sido, en la práctica, eliminado. Para Uribe la abstención dejó de ser una alternativa, pues terminaron por condenarla al silencio y a la ineficacia. Lo que en otras circunstancias hubiera podido ser un camino razonable, apostarle a la abstención, hoy derivaría en un suicidio político para el Centro Democrático. Por eso, creo yo, ya se escuchan voces desde el no explicando que esa postura no es un no a la paz, sino un sí por un mejor acuerdo. Que el no no pretende que se acabe la negociación, sino que se negocie mejor.
Y lo más complicado que terminaron generando los ideólogos de este plebiscito es que así Uribe pierda en las urnas ello puede no derivar en una legitimidad del acuerdo ni en una aceptación de los resultados si se mantienen estos desequilibrios. De un certamen injusto, de unas reglas desbalanceadas, de un proceso inequitativo no se puede derivar una paz sostenible, ni un acuerdo perdurable.
Ojalá cesen los abusos de poder con los dineros oficiales y se restablezca la equidad en las reglas del plebiscito. Es muy grave que no entiendan que nos están llevando por el camino fatal de una refrendación postiza. Es la vía al abismo de una refrendación falaz que lejos de unir al país lo puede dividir más.
Por otra parte, y sin excusar ningún exceso en ninguna tolda, son escalofriantes la agresividad y la intemperancia de algunos furiosos defensores del sí, que no ahorran epítetos e insultos contra quienes tienen preguntas, reparos, dudas e inquietudes legítimas sobre los acuerdos que aún se desconocen.
Mientras agotan el diccionario de los elogios frente a los cabecillas de las Farc, algunos energúmenos del sí creen que el camino para construir la paz es desplegar la más ofensiva retórica contra todos aquellos que piensen diferente. Parece que el acuerdo de paz a algunos no les interesara como medio para la reconciliación de Colombia, sino como instrumento político antiuribista. Claman por la paz y el perdón a las Farc, pero llaman al odio y la venganza contra Uribe. Así no se puede.
En estas circunstancias, si no se adoptan correctivos pronto, y si las mayorías del Consejo Electoral aceptan un triste rol de apéndice obsecuente del Gobierno, el plebiscito dejará de ser una herramienta de participación sobre los acuerdos de paz y se convertirá en un prolongado juicio político con dos estrados tan simultáneos como destructivos: uno para acusar a Santos y otro para acusar a Uribe.
Así, es inevitable que el plebiscito se convierta en un examen sobre el gobierno Santos. No es difícil imaginar algunas consignas: que los que estén contentos con la inflación, con las altas tasas de interés, con la extorsión, con el deterioro de la seguridad, con el alza de tarifas, voten sí. Que quienes quieran aceptar de antemano que los claven con el IVA voten sí. Que quienes quieran pagar con su propia plata a través de más impuestos los derroches y la ‘mermelada’ y lo que se abstuvieron de exigirles a las Farc para reparar a sus víctimas voten sí.
Votaremos por la paz, no por Santos, dicen algunos dirigentes de la izquierda santista. Creo que ya esa diferenciación el propio gobierno la volvió imposible. Todo indica, de seguir este camino, que no será un plebiscito. Será un plebisantos.
JUAN LOZANO
JUAN LOZANO
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