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De trinos a graznidos

Los profetas criollos del apocalipsis no se detienen en sutilezas para boicotear del proceso de paz.

Entre los distintos significados de ‘mezquino’ que contiene el diccionario de la RAE hay varios que son perfectamente aplicables a algunas de nuestras más connotadas personalidades que desde hace tiempo se han dedicado, en forma ciega pero sostenida, a decir las cosas más inverosímiles, no para criticar, sino para desacreditar las conversaciones del Gobierno con las Farc.
Pero lo más triste no es que esos detractores del proceso de paz prefieran que se prolongue indefinidamente una guerra que el Estado colombiano no ha logrado ganar a pesar de la sangre derramada, de los recursos invertidos, de las vidas perdidas o de las familias diezmadas. Lo más lamentable tampoco es que quieran deslegitimar las negociaciones en La Habana a punta de mentiras, desinformación y teorías de la conspiración que solo tienen asidero en sus mentes retorcidas o fantasiosas. Eso no es lo peor.
Como si todos sus demás ardides fueran insuficientes, esos profetas criollos del apocalipsis no se detienen en sutilezas y manipulan cualquier evento trágico en el mundo para enfilar sus baterías contra la salida negociada, para establecer nexos que no existen, hacer comparaciones sin sentido y sacar conclusiones deliberadamente erróneas, que nada tienen que ver con la realidad, pero que para sus propósitos serán siempre válidas.
Lo vimos con los atentados de París de enero y noviembre del año pasado y lo volvimos a ver ayer, tras los ataques terroristas perpetrados en Bélgica. Tan solo minutos después de conocerse las dolorosas noticias provenientes de Bruselas –y sin observar ningún respeto por las víctimas o sus familias–, estas aves de mal agüero desplegaron sus alas sobre los cadáveres tibios y los escombros humeantes, antes de aterrizar en Twitter con sus cargas de odio desinformativo (o de odiosa desinformación).
Para no herir susceptibilidades y evitar que sus autores se autoproclamen víctimas de matoneo o persecución, y a manera de botones de muestra, transcribo un par de trinos, que más parecen graznidos, con los cuales estos pregoneros de la catástrofe posan de patriotas y defensores de la institucionalidad.
“¿A los terroristas de Bruselas los irán a premiar? ¿Los invitarán a partidos de fútbol? ¿Les ofrecerán curules?”, decía uno de los mensajes. En el otro se podía leer: “Unos terroristas asesinan a 23 ciudadanos en Bruselas. Otros son invitados de honor hoy a un partido de béisbol en La Habana. Gracias, Santos”. Aunque es evidente que los atentados en Bélgica nada tienen que ver con la situación colombiana ni con el proceso de paz ni con las políticas del Presidente de la República, hacer esas mescolanzas a ellos les genera dividendos.
Y más allá de que las comparaciones resulten ciertas o no, lo que a ellos les interesa es sembrar la duda, darles argumentos –así sean falaces– a sus simpatizantes o seguidores, pues buena parte de su estrategia, más que sembrar cizaña, es generar angustia, meterle miedo a ese lector que solo mira titulares o que lee por encimita. No les importa nada, con tal de llevarse por delante cualquier cosa que huela a negociación.
Y es aquí donde caben las definiciones de ‘mezquino’ a las que me referí antes. En una acepción este adjetivo se define como “falto de generosidad y nobleza de espíritu”. También quiere decir “pequeño, diminuto” o “desdichado, desgraciado, infeliz”. Se necesita ser demasiado egoísta, sentirse muy poca cosa o vivir muy amargado en esta vida para torpedear una paz que nos ha sido esquiva por más de medio siglo.
Así la visita de Obama a Cuba y la entrevista de Kerry con las Farc los tuvieran desencajados, pretender atar esos cabos solo se le ocurre a gente muy perturbada o muy dañina. Y eso que estamos en Semana Santa.
VLADDO
@vladdo
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