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Bogotá Cómo Vamos: ¿será que ahora sí le hacemos caso?

Tras 18 años, cada vez más bogotanos optan por usar transporte público, pero, al mismo tiempo, este recibe cada vez una menor calificación de satisfacción.

Darío Hidalgo
La encuesta de percepción ciudadana Bogotá Cómo Vamos, apoyada por la Fundación Corona, la Casa Editorial El Tiempo, la Universidad Javeriana y la Fundación Chevrolet, cumple su mayoría de edad en el 2016. Los datos son muy valiosos para entender la dinámica de nuestra ciudad, y entregan resultados sorprendentes.
Si bien los tamaños de muestra y otros detalles técnicos han variado a lo largo del tiempo, la encuesta consultó sobre dos aspectos claves de la movilidad en forma consistente: el principal modo de viaje y la satisfacción percibida. La ciudad, después de cinco Administraciones, muestra un relativo éxito en mantener la participación de los modos sostenibles, pero un deterioro preocupante en la percepción de calidad del servicio. El reto es mantener (o aumentar) el porcentaje de viajes en transporte público, a pie y en bicicleta, y esto solo será posible si mejora la calidad. Ello no da espera.
La serie de 18 años sobre principal modo de transporte es asombrosa. El total de viajes en vehículos públicos se ha mantenido por encima de 60 %, con una leve tendencia a aumentar. Por su parte, el uso de automotor privado (carro y moto) se ha mantenido por debajo de 20 %, y los viajes a pie y en bicicleta, alrededor de 15 %, en promedio. Esta relativa estabilidad sorprende, porque lo natural para una ciudad en desarrollo es perder viajes del transporte público y no motorizados, y aumentar los viajes en carro y moto (de hecho, es lo reportado por la Red Cómo Vamos para las demás ciudades de Colombia). Esto no ha sucedido en Bogotá, como resultado de las políticas públicas que siguen priorizando al peatón, la bicicleta y el transporte público. O tal vez también, por la falta de inversión en infraestructura vial.
Detrás de la estabilidad en las cifras de transporte público hay una dinámica muy interesante: la implantación de TransMilenio, que ahora es el modo preferido para viajar en Bogotá (uno de cada tres viajes) y la implantación del Sistema Integrado de Transporte Público (SITP). Según los encuestados, el transporte colectivo tradicional solamente representa el 11 % del total de viajes, cuando era el 65 % en el 2009. Los buses, busetas y colectivos de la ‘guerra del centavo’ han sido reemplazados por TransMilenio y por los buses azules (naranjas y vinotintos) del SITP. Lo anterior, a pesar de que los planes no se ejecutaron como se esperaba. TransMilenio tiene 122 km de 388 km, y el SITP, cuya planeación comenzó en el 2006, debía estar completamente implementado en el 2013.
Así como en el transporte público, en las cifras de “estabilidad” del transporte particular también hay una dinámica extraordinaria. Se trata de la aparición y crecimiento de la motocicleta como modo de transporte, que pasa de 1 % o menos antes del 2004 a 5 % y 7 % en el lapso 2013-2016. La moto llegó para quedarse, con sus ventajas en flexibilidad, independencia y agilidad, y sus altos riesgos de muerte y heridos en el tráfico. De la serie también llama la atención una tendencia contraintuitiva de reducción de la participación del carro en el total de viajes. Esto es parcialmente el resultado del pico y placa (implantado en 1998), pero puede ser también consecuencia del propio trancón y las dificultades de estacionamiento (los parqueaderos públicos son una especie en vías de extinción por el control de tarifas y la dinámica inmobiliaria).
Y en transporte “humano”, también se evidencia un crecimiento increíble del uso de la bicicleta, que pasó de 1 % en 1999 a 8 % en 18 años. Esto ha sido empujado por las inversiones en ciclorrutas (que ya superan los 400 km), pero también por colectivos, gomosos y hipsters. Los viajes a pie, por su parte, tienen un comportamiento errático en la encuesta, producto tal vez de la dificultad de capturarlos en este tipo de medición.
La encuesta también reporta la percepción de los usuarios sobre los viajes en los distintos modos (al principio con calificación numérica; desde el 2008 reputando el porcentaje de usuarios satisfechos únicamente). El modo mejor calificado es la bicicleta, con un promedio de 80 %. El transporte público colectivo (TPC) recibió calificaciones entre 44 % y 29 %; el SITP, una calificación decreciente desde 47 % en el 2013 hasta 32 % en el periodo 2015-2016; y TransMilenio ha perdido favorabilidad año tras año, desde 49 % en el 2008 hasta 15 % en el 2014. La explicación pasa por la falta de inversión en expansión y ampliación, pero también descuido en la gestión (ver ‘La apuesta del colapso’).
Al combinar la participación modal y el porcentaje de personas satisfechas se obtiene un índice agregado, que resulta valioso. Cuanto más alta sean tanto la participación modal como la satisfacción, tenemos una mejor situación. La mala noticia es que el índice ha caído año tras año, desde 43 % en el 2008 hasta 25 % en el 2016, arrastrado por la mala calificación de TransMilenio.
Si se pone la lupa en TransMilenio, es posible ver una gran paradoja. Cada vez más porcentaje de bogotanos opta por usarlo (tal vez por su rapidez y relativa confiabilidad), pero al mismo tiempo cada vez recibe una menor calificación de satisfacción. En sus inicios, los usuarios lo consideraban un servicio excelente (4,6/5,0), y esa percepción cayó hasta rajarse en el 2010 (2,8/5,0). La satisfacción tuvo su mayor caída entre el 2013 y el 2014, pasando de 29 % a 15 %. En el 2016 se mantuvo el nivel del 2015. Desde hace más de 10 años, el programa Bogotá Cómo Vamos evidenció la urgencia de mejorar TransMilenio. Espero que el 2017 sea el año del cambio, que incluye una combinación de mejoras y simplificaciones en los servicios, mejor gestión de despacho y control, inversión en infraestructura física y refuerzo de la cultura ciudadana, entre otros.
Como se aprecia en la serie de 18 años del programa Bogotá Cómo Vamos, la ciudad ha logrado algo increíble en participación modal, pero está seriamente amenazada por la caída en percepción de calidad. Como en otros años, el reporte de la encuesta de percepción ciudadana nos da las luces de dónde enfocar los mayores esfuerzos. ¿Será que ahora sí le hacemos caso?
Darío Hidalgo
*Director de la Práctica de Transporte del Centro WRI Ross de Ciudades Sostenibles
Fuente: http://www.bogotacomovamos.org/

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Foto:

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Darío Hidalgo
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