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Blancanieves y los nueve enanitos

Falta más de un año para las elecciones presidenciales y, mientras sonríe al fondo la sombra de Juan Manuel Santos, saltan los que esperan llegar al Palacio de Nariño en caso de que Santos no quiera o no vea posible su reelección. Hay que ver qué pobreza de candidatos. Como para acompañar a Blancanieves a las urnas. Por ahora suman nueve, dos más que los enanitos del cuento. Algunos son personas muy respetables y por las cuales, llegado el caso, votaré a sabiendas de que se trata de las opciones menos malas. Pero no los imagina uno al frente de este país tan violento, corrupto, inicuo y complicado.
El elenco ofrece algunos que suenan de tiempo atrás, como el ministro Germán Vargas Lleras, exuribista santista que contaría con el beneplácito presidencial y el rédito electoral de miles de viviendas populares, y Clara López Obregón, del Polo Democrático, que cumplió un papel más que decoroso en la alcaldía de Bogotá. Súmenle a Gustavo Petro, ansioso de poder, pese a que su gestión en la capital constituye su mayor obstáculo político.
Agreguen como posible candidato de la extrema derecha al procurador Alejandro Ordóñez y su señora: ambos creen que son ya semipresidente y semiprimera dama. El primero no vacila en desbordar sus funciones y advertir que observa vigilante lo que haga el gobierno en sus diálogos con la guerrilla. En el campo opuesto crece Antonio Navarro Wolff, el exguerrillero reconvertido en demócrata y afortunado administrador.
Esta semana se lanzaron otros dos: Eduardo Verano de la Rosa, un buen exgobernador del Atlántico que esgrime plataforma regionalista, y José Félix Lafaurie, jefe de los ganaderos y de la más refractaria derecha, cuya bandera, bastante miserable, apuesta por el fracaso de una esperanza nacional: las conversaciones de paz. Añadan al exministro de Uribe Óscar Iván Zuluaga, en la palestra hace tanto tiempo que ya nadie se acuerda de que es candidato. A la espera de que las circunstancias lo favorezcan, se agazapa en la penumbra el expresidente César Gaviria. Su reelección sería perfectamente legal y tiene colocadas fichas en la Cámara, la jefatura del Partido Liberal (su hijo Simón), el Gobierno, los medios de comunicación y el equipo que dialoga con las Farc.
Con él, los enanitos suman nueve. Otros saltarán más tarde a la arena. No me gustan las comparaciones con el pretérito y huyo de aquel dicho según el cual todo tiempo pasado fue mejor. Pero cuando uno contrasta este plantel con personajes como Eduardo Santos, López Pumarejo y López Michelsen, Gilberto Alzate o los dos Lleras, le dan ganas incontenibles de llorar.
Tiburones en nuestras minas
Goldman Sachs es un famoso banco de inversión reconvertido en banco comercial. Su misión es producir dinero, así sea especulando sin miramientos. Hace algunos días, el Banco de Inglaterra (equivalente al nuestro de la República) le llamó la atención por intentar evadir impuestos, y ahora se le acusa de especular con los precios de la comida, obtener con ello ganancias por 375 millones de dólares y contribuir al hambre de los países pobres. Las Naciones Unidas advirtieron que se avecina una grave crisis de alimentos a causa de las malas cosechas del verano pasado, y la reacción de esta y otras entidades financieras ha sido empujar los precios hacia arriba para ganar más plata. El WDM (Movimiento de Desarrollo Mundial) señaló el lunes pasado: “Mientras mil millones de personas son víctimas del hambre, los banqueros de Goldman Sachs se lucran apostando por el precio de la comida”.
Esta misma compañía es propietaria de varios yacimientos de carbón en el Cesar, y la acusan en España de acumular carbón colombiano en puertos de Asturias para provocar una escasez que la beneficie. Es bueno que sepamos exactamente la catadura de los tiburones que rondan nuestros recursos naturales. No nos extrañemos si de pronto el famoso tren de la minería echa reversa y nos atropella.
Daniel Samper Pizano
cambalache@mail.ddnet.es
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