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Cuentas de lechera

Este año, al Presidente le fallaron las cuentas políticas, electorales y fiscales.

MAURICIO VARGAS
Este año, el presidente Juan Manuel Santos no ha tenido suerte con las cuentas. Nada que ver con el valiente ministro de Hacienda que en el 2001 sacó adelante duras reformas que salvaron al país de la quiebra. El Santos de ahora luce merecidamente el Premio Nobel de Paz, pero no ganaría un concurso de cálculo. Lo certifican así el desfase de las cuentas fiscales de la Nación y lo mal que le fue con los cuentas políticas, electorales y de tiempos en torno al plebiscito.
Por cuenta del Presidente, los dos temas –déficit fiscal y plebiscito– han ido atados. En el 2015, Santos creó una comisión de notables para diseñar una reforma que resolviera el cúmulo de inequidades del sistema impositivo. La tarea estuvo lista en enero de este año, a tiempo, pues el primer mandatario y su ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, querían llevar al Congreso, en marzo, una reforma tributaria integral.
Pero entonces Santos calculó que el acuerdo con las Farc estaba cerca. Ilusionado con firmarlo en el primer semestre y enseguida someterlo a plebiscito, cayó presa de un temor: que la tributaria se cruzara con la votación popular y que el alza del IVA –contemplada en el proyecto de impuestos– golpeara aún más la maltrecha popularidad presidencial y pusiera en riesgo el triunfo del Sí.
Ordenó entonces engavetar la tributaria hasta sacar adelante el acuerdo con las Farc y ganar el plebiscito. Consiguió lo primero en agosto, varios meses más tarde de lo que esperaba. Ese primer error en los cálculos generó angustia, pues comenzaba a agotarse el tiempo para la reforma fiscal. En lo segundo, fallaron todas las cuentas –no solo las del Presidente– y ganó el No.
Pero hubo otras pifias en la calculadora del Gobierno. En enero, la justificación para aplazar la tributaria provino del optimismo con que el Ministerio de Hacienda proyectó indicadores fundamentales, como la tasa de cambio, el precio y la producción del petróleo y el recaudo de impuestos.
En lo primero, asumió que el dólar rondaría los 2.700 pesos, cuando en realidad ha estado por los 2.900 y muchas veces por encima de los 3.000, lo que le ha implicado a la Nación pagar más por el servicio de deuda. Dio por sentado que el precio del petróleo se recuperaría en torno a los 60 dólares, y en realidad ha estado buena parte del año por debajo de 50, a lo que se suma que la producción ha caído y hoy está lejos del millón de barriles diarios, todo lo cual ha golpeado las regalías, así como las finanzas de Ecopetrol, otrora gran financiador del presupuesto.
Las alegres cuentas políticas y fiscales de la lechera gubernamental quedaron en nada: como en la inolvidable fábula, el cántaro se reventó contra el piso y la leche se perdió. Al Gobierno le quedan menos de diez semanas para conseguir que sus mayorías en el Congreso aprueben la reforma tributaria. La presentación se ha tardado porque entre la Casa de Nariño y el Minhacienda la semana pasada seguían los desacuerdos sobre el articulado, cuando lo mínimo es que, con tanto tiempo de demora, el proyecto tributario, aplazado y todo, hubiese sido concertado en el alto Gobierno y estuviese listo para después del plebiscito.
Lo peor del asunto es que, según fuentes de Hacienda, el proyecto no será muy ambicioso y apenas buscará aumentar el recaudo en unos 10 billones de pesos o un poco más. Teniendo en cuenta que el hueco fiscal ronda los 40 billones, es evidente que esto no resuelve la pepa del problema. ¿Será que para el 2017, el Presidente y el ministro Cárdenas siguen haciendo las cuentas de la lechera?
* * * *
Inolvidable. Con la muerte de M. Roland Jeangros, legendario rector del colegio Refous, donde terminé el bachillerato, se ha ido el personaje inolvidable de mi juventud, un ser brillante e irrepetible, un pedagogo excepcional.
MAURICIO VARGAS
MAURICIO VARGAS
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