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Controversia en los Óscar

¿Es válido que en una película que narra un hecho histórico el cineasta manipule los hechos?

Sergio Muñoz Bata
Dos de las cintas que compiten por el Óscar a mejor película este domingo tienen un trasfondo histórico y ambas son controvertidas. Una, por su desapego a la verdad histórica que dice reflejar; y la otra, por el mensaje que manda a la audiencia.
'Selma' rememora la lucha de Martin Luther King para reivindicar los derechos de los afroamericanos partiendo de la marcha de la ciudad de Selma a Montgomery (Alabama) y culminando cuando el presidente Lyndon Johnson proclama la Ley de Derechos Electorales de 1965.
'American Sniper' (traducida como 'Francotirador') narra las vicisitudes en la vida del francotirador con más muertes confirmadas en la historia militar de Estados Unidos, pero es, sobre todo, una reflexión sobre la violencia y el carácter norteamericanos.
La controversial relación entre las películas y la Historia es antigua y llena de matices e iluminaciones, y hablar del valor histórico de una película es un asunto complicado porque las películas tienen sus propias reglas y métodos.
Admito que el director tiene todo el derecho a suprimir o aumentar personajes o hechos históricos a placer, pues lo suyo es narrar un drama humano con un trasfondo que puede ser histórico o ficticio. Pero lo que a mi juicio presenta un problema ético serio es que un cineasta manipule de manera deliberada un hecho histórico por convenir así a sus intereses políticos. No es válido que nos quiera hacer creer que su versión de los hechos se apega con exactitud a los hechos históricos cuando intencionalmente falsea la historia.
En la película 'Selma', la directora Ava DuVernay miente deliberadamente al pintar al presidente Johnson como un obstáculo que Martin Luther King tiene que vencer para lograr la aprobación de la Ley de Derechos Electorales de 1965, en vez de reconocerlo como el artífice de la redacción y aprobación de la ley. “No me interesaba hacer una película en la que el salvador era un blanco”, declaró la cineasta, mostrando que el racismo no es exclusivo de los blancos.
La verdad histórica no disminuye la estatura del reverendo King, si acaso la engrandece porque lo muestra capaz de colaborar con un presidente blanco para enmendar una página vergonzosa en la historia de Estados Unidos. “Hablando de cuestiones raciales –ha escrito Maureen Dowd–, la responsabilidad de ser precisos es indispensable.”
La controversia que la película 'Francotirador' ha desatado es de otra índole, pues ha dividido a la audiencia en dos bandos irreconciliables. Unos ven al protagonista como un héroe que refleja el espíritu americano; otros lo ven como un psicópata que refleja el carácter violento de la cultura americana.
El retrato que emerge del libro autobiográfico que sirve de base al guión parece confirmar la tesis de quienes lo ven como un psicópata. Según su propia confesión, no solo le “divertía” matar, sino que “adoraba” su profesión y odiaba a los “malditos salvajes” iraquíes. El verdadero Kyle aprendió de su padre que en el mundo había ovejas, lobos y pastores, y que nunca debía dejar una pelea a medias porque el mundo se divide en ganadores y perdedores.
En los cines donde se exhibe, que son muchos, pues la película ha roto records de taquilla, la inmensa mayoría del público se identifica con el protagonista y aplaude con emoción cada vez que mata a un enemigo.
Esto es lo que a mí me parece preocupante. Es evidente que el impacto que las películas tienen en la audiencia es enorme y que es más común que la mayoría de la gente tenga una visión de la historia formada por las películas que ven que por los libros que leen. Es decir que cuando la película de trasfondo histórico no hace un esfuerzo supremo de apegarse a la verdad histórica, está contribuyendo a que la mayoría de la gente tenga una visión distorsionada de la historia.
Sergio Muñoz Bata
Sergio Muñoz Bata
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