¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Archivo

Con la bomba al cuello

La historia de Elvia Cortés deja lecciones. Ahora es Colombia la que está con la bomba al cuello.

Desde la antigüedad más remota, el collar fue un adorno, en especial para las mujeres, incluso para las diosas. Desde collares de conchas, piedras, dientes y huesecillos hasta los de perlas y metal de oro, que valorizaban el cuello que los portaba. Como generoso regalo de conquista solía ser más efectivo que el mismo anillo, las pulseras y las diademas.
Pero los seres humanos, tan creativos como crueles en ocasiones, se cansan de que los objetos presten un solo servicio, por distinguido que sea, y crearon el collare como instrumento de suplicio para los esclavos que habían huido, y el collar de pinchos en el adiestramiento de animales domésticos.
En Colombia nunca nos hemos quedado atrás en las técnicas del rebusque. Un empleado de la finca de Elvia Cortés, en Simijaca (Cundinamarca), José Miguel Suárez, tenía amplio conocimiento de los pasos de su patrona, sabía cuándo quedaba sola en su casa y a cuánto ascendía su fortuna. Así, pues, que el 15 de mayo de hace 15 años llegó con su banda de ‘los Conejos’ a la casa mientras la señora dormía, le echó a su fiel y fiero perro una carnada envenenada, le dijeron que no fuera a armar alboroto y que se dejara por las buenas aplicar el original aunque no muy artístico objeto alrededor de su cuello. Le explicaron que era una bomba que sería detonada en caso de que no desembolsara en 10 horas los 15 millones que había recaudado para construir un acueducto. O cantara. Y se fueron.
Como antiguo trabajador en una mina de esmeraldas, Suárez se había especializado en manejar explosivos y familiarizado con el diseño de collares donde se engastarían esas piedras preciosas. Pero el instinto del mal, como dirían los psicólogos, hizo que se le cruzaran los cables.
Con el collar bomba hecho con tubos de PVC retacados con pólvora de la mina apretándole el cogote, la víctima se dirigió a las autoridades, estas alertaron a los medios, acudió la televisión con sus cámaras, se pasaron las tomas de la señora embombada por los repetitivos canales, con los mayores epítetos contra la más cruel de las formas de lucha de ‘Tirofijo’, a quien señalaban del desafuero sin importar que doña Elvia ya había dado las verdaderas pistas de los bandidos. El policía Jairo López, intendente experto en explosivos, pero no tanto como el pícaro, trató de liberar a la dama del artefacto, con tan mala fortuna que terminaron volando juntos. Frente a las cámaras, que ni siquiera se empañaron con el horror.
Casi todo un día estuvo Colombia con los pelos de punta viendo a la seria señora Elvia en trance tan aberrante. El escándalo mayor consistió en que desde un principio las altas autoridades acusaran a las Farc como autoras de la macabra felonía, que ponía en peligro las negociaciones de paz que se adelantaban entre el gobierno de Pastrana y la guerrilla de ‘Tirofijo’. Las hordas de este solo pensaban que alguien ajeno a ellos, alguno de los “enemigos agazapados de la paz”, como los denominaba Otto Morales, trataba de petardear el proceso. No se trata de absolver desalamados, pero hay ocasiones en que pagan pecadores por pecadores. Por lo menos por este caso habría que pedirles disculpas. Nobleza obliga.
Dos años después del hecho se condenó a Suárez a 32 años de prisión como único responsable de la muerte de la hacendada y del policía técnico en explosivos que trató de desactivar el collar, con el fatídico resultado. Se lo acusó, según el informe judicial, de homicidio agravado, terrorismo, concierto para delinquir, tenencia y fabricación de explosivos y lesiones personales.
De todas maneras, se trató de una vergajada de marca mayor. Ahora es Colombia la que está con la bomba al cuello en La Habana, y esta vez las Farc no pueden alegar inocencia. ¡Qué dirá la Virgen de Chiquinquirá!
Jotamario Arbeláez
jmarioster@gmail.com
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO