¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Archivo

Cátedra de la paz

Es hora de que nuestra historia circule para que nunca más vuelva a repetirse.

Otra vez el Congreso le mete mano al currículo de la educación ordenando “la Cátedra de la Paz en todas las instituciones educativas de preescolar, básica y media como una asignatura independiente”. En el caso de las universidades, hace la salvedad de que respeta la autonomía para que diseñen la forma de cumplir el mandato.
A propósito de esta ley, caben diversas reflexiones que vale la pena enunciar. La primera es que ya la Ley 115 de 1994 señaló como fin de la educación “la formación en el respeto a la vida y a los demás derechos humanos, a la paz, a los principios democráticos, de convivencia, pluralismo, justicia, solidaridad y equidad, así como en el ejercicio de la tolerancia y de la libertad”. Los otros doce fines amplían aún más el ideal democrático y de convivencia del país.
Lo malo, entonces, no es la ausencia de ley, sino de voluntad para cumplirla y de capacidad para exigirla.
Una segunda reflexión que me parece pertinente es la que se refiere al currículo. Hace décadas el país se olvidó de organizar un plan de estudios racional y coherente, y se quedó anclado en una concepción atomizada del conocimiento disciplinar, fraccionado en asignaturas y cátedras variopintas que más parecen una colección de páginas de Wikipedia que un intento de comprensión inteligible del mundo. Es imposible que niños de secundaria logren algún desarrollo intelectual y emocional con un reguero de doce o catorce asignaturas que deben agotarse en jornadas de escasas veinticinco horas semanales. Así las cosas, nadie debe extrañarse de los pésimos resultados en pruebas de conocimientos.
En lo que se refiere específicamente a una educación para la paz, es apenas obvio que una cátedra más no logrará cambiar una cultura que desde el mundo adulto y las instituciones del Estado invita a desconocer el cumplimiento de la ley, usar la mentira y la agresión como herramientas legítimas del debate político o recurrir a la fuerza y la corrupción para conseguir privilegios y acumular enormes capitales.
Ya en el ámbito de las instituciones educativas, resulta mucho más formativo revisar los mecanismos de convivencia y desarrollar actividades de reconocimiento y respeto mutuo entre estudiantes, maestros y familias, así como estimular el rechazo al incumplimiento de las normas de convivencia. Promover la activa participación de los estudiantes en la evaluación, las actividades deportivas y culturales, el acceso a los órganos de gobierno escolar es mucho más eficaz para comprender el significado de vivir en paz que muchas horas de clase.
Desde luego, también es indispensable conocer la historia universal y nacional para comprender cómo se han gestado las grandes naciones y cómo la humanidad ha ido transformando su permanente disposición hacia la guerra en un recorrido civilizador que apunta cada vez más a la búsqueda de la unidad de los pueblos, la conformación de grandes bloques que buscan el desarrollo y el progresivo rechazo de las confrontaciones armadas como mecanismos de solución de los conflictos económicos y sociales.
Desde algún momento del siglo pasado, Colombia se olvidó de la historia y de su historia, y nuestros niños y jóvenes no tienen la más mínima idea de lo que ocurre en el planeta. La inmensa mayoría de los estudiantes urbanos ignoran por completo lo que ha ocurrido en los campos durante el último siglo. Los más pobres han tenido que batirse y asesinarse allá lejos, en una guerra que no fabricaron y que no dirigen, defendiendo intereses de los que no han hecho parte. Es hora de que esta historia circule para que nunca más se repita. Si la nueva Cátedra sirve para esto, bienvenida sea. De lo contrario, será otra ley inscrita en eso que llamamos políticamente correcto, pero absolutamente inútil.
Francisco Cajiao
fcajiao11@gmail.com
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO