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Bueno es culantro, pero no tanto

No sería tolerable prostituir a la misma prostitución desde las entidades que más respeto requieren.

Jotamario Arbeláez
Los agentes de policía que, según se dice, chuzaban, es decir, que interferían, las llamadas telefónicas de los periodistas para detectar las fuentes de información de sus aberrantes actos fueron detectados por la Fiscalía haciendo parte, al parecer, con su comandante supremo de la llamada ‘comunidad del anillo’, que consiste en pasarse por las armas con fuego amigo, oficiales y suboficiales y cadetes y alféreces, en un trencito que ha puesto como locomotora incluso a un estirado viceministro. Y se investiga que dos suboficiales, mujer y hombre, que habían descubierto el relajo, acabaron por aparente suicidio y por accidente, lo que ya traslada el caso de lo escabroso y hasta jocoso hacia lo macabro.
Bien chuzados, pues, resultaron entre ellos mismos los bien dotados y honorables polizontes del país del poeta, que no con mucho orgullo hubo de informar como periodista de este aberrante suceso en un encuentro internacional de poesía, en Granada de Nicaragua, remitiéndose a la prensa colombiana del día. No faltarán quienes digan que la ropa sucia se lava en casa, pero en Colombia está escaseando el agua y me encontraba enfrente de uno de los lagos más grandes y limpios del mundo, el de Nicaragua, que ya no será mancillado por el canal de los chinos. Y me acompañaban de la Embajada.
Está bien, y por ello trabajó el movimiento nadaísta toda su vida, que los caballeros de urano conquisten amplios espacios y que no sean segregados como secularmente lo fueron. Todo el mundo tiene derecho a manejar su libido a su antojo, desde presidentes y sus edecanes hasta el más modesto de los ciudadanos. Pero tampoco sería tolerable prostituir a la misma prostitución, desde esas entidades públicas que más respeto requieren.
El escándalo, que el Gobierno trató inexcusablemente de desestimar, acreció con la revelación del bochornoso video que le costó a la chuzada periodista Vicky Dávila su puesto de privilegio. La opinión pública se compadeció por la vergüenza por la que habría pasado con su mujer y sus hijos el Viceministro. La cual se haría extensiva a los policías a quienes sus hijos les preguntaren si pertenecen a la tal comunidad del anillo.
La revelación ya la habían hecho sorprendidas congresistas lesbianas de que en el Senado había padres de la patria que acosaban a sus escoltas, buscando que se comportaran como acuciosos guardaespaldas. Contratistas a buen precio de los favores de la comunidad mencionada, cuyos prospectos escogían de acuerdo con la banderita que portaban al hacer el paseo de oferencia meneando el rabo por el propio sacro recinto, en una competencia desleal y ruinosa con los “clubes-privados”. Pero creo que es demasiado extender la tolerancia en sitios como las iglesias y los cuarteles, de donde salían precisamente excomuniones y bolillazos contra los antiguos practicantes de estas conductas, por entonces tildadas de aberraciones.
Es como si ello se volviera habitual también en las guerrillas, constituidas por machos esforzados en la redención popular, como se decía. Hace algunos años, en 1992, (www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-581531) cuando un alto comandante del Eln, guerrilla empecinada y bravera, fue sorprendido y capturado en la cama de su juvenil amante gay que lo entregó, al que sostenía con regalos fastuosos, carro incluido, con el producto presumible de los secuestros y las vacunas. Fue a la cárcel, y el grueso de la guerrilla comió callado. Lo que indica que en todas partes se cuecen habas. Qué diría el fantasma del padre Camilo Torres. El guerrillero alegó en su defensa que había sido ultrajado sexualmente por los soldados que lo capturaron. No hay derecho a tanto torcido.
Jotamario Arbeláez
jmarioster@gmail.com
Jotamario Arbeláez
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