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Bajo la misma Luna

La paz no es de Santos. Es de nuestros hijos, que merecen un país mucho mejor que este.

Vladdo
No soy de los que miran la Luna. A mí lo que me gusta es observarla con detalle, tomarle fotos, curiosearla, conversarle, contemplarla. En esas estaba el pasado lunes, poco antes de las once de la noche, mientras caminaba por la carrera 9.ª de Bogotá, aprovechando el cielo despejado. Su imagen nítida y su luz radiante me tenían fascinado y desconcentrado.
De pronto, a unos metros míos, en la misma acera y bajo la misma Luna, vi a la representante a la Cámara María Fernanda Cabal, quien salía de un restaurante en compañía de varias personas. La saludo/No la saludo... Ese fue mi dilema durante unos pocos segundos, ya que iba a ser inevitable cruzarme con todos ellos. Tenía, claro, la opción de cambiar de andén, pero la verdad es que no se me ocurrió hacerlo.
Después de unos cuantos pasos opté por no saludarla ni voltear a mirarla y, con la mirada al frente, pasé en medio de ella y sus acompañantes. De reojo vi a un conductor que la esperaba en una gran camioneta oscura, con la puerta lista para que ella abordara.
A lo mejor debí saludar, así hubiera sido protocolariamente, pero me abstuve de hacerlo porque soy muy malo para fingir. Además, recordé todas las cosas sin sentido que ella dice contra el proceso de paz, sus críticas sin fundamento, mientras olvida las contradicciones de su mentor político, quien como congresista apoyaba indultos para una guerrilla y como Presidente liberaba terroristas a cambio de nada o desmovilizaba –al amparo de un acuerdo con las Auc, negociado casi en la clandestinidad– a miles de narcoparamilitares que todavía hoy tienen ‘salarios’ mensuales mucho más altos que los que van a recibir los excombatientes de las Farc. Pero no nos quedemos en esas pequeñeces. El plebiscito no es en contra de Uribe; se trata de algo mucho más grande.
En las fracciones de segundo que duró el desencuentro con la doctora Cabal alcancé a oírle decir que estaba contenta, que había quedado bueno el video y que lo habían subido o lo iban a subir a una plataforma cuyo nombre no alcancé a percibir. “No debe ser un video de apoyo al plebiscito”, me dije mientras me alejaba con toda tranquilidad del lugar.
Uno de los argumentos más recurrentes de los promotores del No es que se niegan a apoyar “la paz de Santos”, planteamiento que parte de una falsa premisa.
La paz no es de Santos. Al fin y al cabo, Juan Manuel Santos se va dentro de dos años y la guerra o la paz le va a tocar manejarla a su sucesor.
La paz no es de Santos, sino de todos los colombianos; pues al desactivarse las Farc como organización armada ningún ciudadano va a tener que preocuparse por otra toma de pueblos ni por secuestros ni por pescas milagrosas; ni por más carreteras dinamitadas ni por más campos minados, donde han caído tantos niños.
La paz no es de Santos, sino que será de los miles de militares que ya no van a ser víctimas de emboscadas ni de atentados mortales; no veremos más soldados mutilados ni viudas ni huérfanos llorando alrededor de ataúdes envueltos en la bandera nacional.
La paz no es de Santos. Es de nuestros hijos, de los suyos y los míos, que merecen la oportunidad de empezar a pensar en un país mucho mejor que este, en el que nos ha tocado vivir a nosotros...
Por eso, así nunca nos pongamos de acuerdo, espero volver a encontrarme a la representante Cabal, bajo esa misma Luna creciente y a la luz de una paz naciente. Y prometo saludarla.
* * *
Colofón. Mucho avanzaríamos en la solución al caos del tránsito en Bogotá si las autoridades controlaran y sancionaran con rigor a los que estacionan donde no deben; empezando por la Zona Rosa. Aquí cualquiera deja el carro tirado donde le da la gana, aun en las narices de la Policía, y no pasa nada.
Vladdo
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