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Avión invisible

Armando Silva
El avión de Malaysia Airlines, desaparecido desde la mañana del 8 de marzo, ha puesto al mundo a imaginar. Se ha esfumando en medio de toda la tecnología de contacto y búsqueda que existe, radares, imágenes satelitales, protocolos rigurosos que cumple toda embarcación en alerta. Naciones poderosas lo buscan sin huella alguna, mientras los rastros especulativos aumentan. Que un objeto se haga invisible es un misterio. Otras leyes entran a dominar la pobre razón, que se ve obligada a aceptar sus limitaciones
El carecer de certezas multiplica las creencias y da lugar a fantasías populares, que pueden, fácilmente, bajo estímulos irracionales, tomar cuerpo. Las redes se llenan de falsas imágenes con final imaginado, celulares de los pasajeros aparecen en Bogotá, prensa local afirma que bajó a 5.000 pies para evitar los radares y, por lo tanto, suponen un secuestro, reforzado por hechos como que iban pasajeros con falsas identificaciones, o que el capitán poseía un simulador en su casa. Una asociación de pilotos afirma, al contrario, que se siguió con rigor el protocolo de cuando hay un incendio y se regresa buscando dónde aterrizar.
Acá entra en juego no solo la circunstancia semiótica de signos invisibles que no se ven pero que se sabe que existen, sino el poder militar, los límites de países del sureste asiático en una carrera armamentista por tensiones territoriales, cuando las fronteras son, precisamente, uno de los lugares de más sensibilidad política, por su misma condición de borde, que no es solo físico, sino simbólico y de identidades nacionales. El ejercito tailandés revela, con varios días de retraso, que sus radares sí captaron señales, pero callaron pues “solo nos ocupamos de las amenazas contra nuestro país”.
Un solo avión que de repente desaparece nos está demostrando cuán frágil es la realidad objetiva y cuánto puede crecer la imaginación azuzada por miedos sociales una vez lo real desaparece y se pierde el dominio de la evidencia. El hombre invisible de Wells y su infinidad de adaptaciones muestran el deseo de esa fantasía humana de gozar las cosas invisibles. Probablemente, muy pronto, se hallarán los restos del avión, pero, para muchos, esa evidencia será una treta más para ocultar la realidad; que fueron los extraterrestres quienes de verdad se lo tragaron con 239 seres de carne y hueso.
ciudadesimaginadas@gmail.com
Armando Silva
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