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‘Despacito’

No se cansan de martillar en aquello que jamás les debe faltar para que lo ramplón sea rentable.

Andrés Candela
La historia que estábamos escuchando en la Universidad de Salamanca era muy interesante: hace unos tantos siglos los estudiantes pobres debían llegar primero para calentar las sillas de sus compañeros más acaudalados hasta que estos llegaran; luego, la exposición continuaba con diversas definiciones de la palabra “patalear” para explicar que así se calentaba un pupitre en invierno y que, asimismo, con el debido derecho que otorgaba la universidad en esa época, si un alumno tenía un examen oral ante un tribunal, los demás estudiantes, ubicados en los laterales, podían “patalear” para ponerlo nervioso y así lograban eliminarlo.
Desde el comienzo de la visita percibí a los estudiantes de Comercio Internacional muy mal dormidos, yo sabía que habían salido de fiesta la noche anterior (legítimo derecho del tiempo libre). Estaban dispersos y no les interesaba el tema histórico o literario, pero era parte del itinerario, del intercambio universitario y había que cumplirlo a raja tabla para todos, además, la otra parte del grupo, los de Letras, sí estaban cautivados con el recorrido, la exposición; valoraban el esfuerzo del expositor por explicar todo en francés y, sobre todo, queríamos (me incluyo) conocer más sobre la obra de Antonio de Nebrija y su gramática castellana bastante latinizada. Pero en ese pasajero y corto idilio cayó una pregunta fuera de todo contexto académico: “¿Señor, ‘Despacito’ quiere decir ‘doucement’ en francés?”, preguntó una estudiante de Comercio con su teléfono portable en la mano y el colega de la Universidad de Salamanca, sin disimulos, me exclamó: “¡Madre mía, qué tiempo tan perdido con esta chica!”.
Sabía de la existencia de la canción por infinidad de titulares y sus banales récords, mas no por interés o gusto personal. Nunca me interesó escucharla hasta ese vergonzoso momento para saber de qué se trataba semejante “renacer musical” y magno invento millonario que puso a cantar reguetón sin escrúpulos a los más reputados troveros y también a una famosa poetisa caribeña hoy afincada en patrias independentistas. Por fortuna, consciente de lo que representa semejante adefesio, Carlos Vives no tuvo reparo en cuestionar las “iluminadas letras” de los vulgares machos alfas capaces de jactarse de lo que le hacen a una mujer y a renglón seguido evocó a su abuelo para refutar el exceso de testosterona musical: “Dime de qué te ufanas y te diré de qué careces”, afirmó Vives para ‘El Clarín’.
Solo en cifras tenía una idea de lo que encontraría en YouTube al escribir el título del oscurantista himno y paradigma latino de nuestros tiempos: ‘Despacito’. En la primera parte –sin haber escuchado la canción completa por primera vez– me limité a mirar el video sin volumen y me encontré con los vergonzosos estereotipos de siempre que nos hacen ver como un pueblo frívolo capaz de rendirles culto a bastos ídolos musicales cuyas composiciones parecieran evocar más las arengas carcelarias de los Mara Salvatrucha que los versos de José Martí; además, cuando asistimos a la elocuente y valiente rebelión femenina del #MeToo, estos “iluminados renacentistas” no se cansan de martillar en aquello que jamás les debe faltar para que lo ramplón sea rentable: la hembra latina, con movimientos pélvicos que, no sé si tienen por objetivo demostrar absoluta sumisión ante un hombre ataviado con una cadena al cuello como para domar un oso o si el interés tácito de todo esto es desconocido para mí. Pero de algo sí estoy totalmente seguro: tanto en la letra como en el video, la fina y sutil sensualidad femenina brilla por su absoluta ausencia y el teorema masculino de persuasión no existe, porque lo palpable en la canción es el instinto básico llevado a la vulgaridad, lo soez, con una mímica corporal casi onomatopéyica para que la mujer siga siendo vendida como dominio de los indómitos machos de esta nueva pradera musical.
P. S.: –Carlos Vives, el único cantautor colombiano en Playing for Change, por algo será…
– Jaime228997: Las columnas de opinión política volverán, pero por el momento hay que poner en práctica la observación para las elecciones y para no repetir lo mismo con diferentes palabras.
¡Para todos los lectores y colegas de opinión les deseo desde ya un próspero 2018!
ANDRÉS CANDELA
Andrés Candela
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