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Alerta, Bogotá

Peñalosa podría volverse un rehén de las aspiraciones presidenciales de partidos que lo han apoyado.

GABRIEL SILVA LUJÁN
La carrera por la alcaldía de Bogotá entró en su fase definitiva. Se acerca la hora de las decisiones para los candidatos y los ciudadanos. Desafortunadamente, la campaña está tomando un cariz pernicioso. Se están fraguando unas tendencias que podrían arruinar la oportunidad excepcional que tienen los capitalinos de cambiarle el rumbo a la ciudad.
El primer problema es que hay intereses creados para que las próximas elecciones en Bogotá se conviertan en el primer round de la campaña presidencial del 2018. A quienes están en ese juego, ciertamente, poco les importa el futuro de la ciudad. Su aspiración es tener a un compinche sentado en el Palacio Liévano. Por ejemplo, son obvias las maniobras de Álvaro Uribe tratando de forjarse un alcalde que sea su ‘títere cachaco’, con miras a reforzar las futuras aspiraciones presidenciales de su partido.
Los bogotanos no deben creerse el cuento de que, ahora sí, estos líderes del Centro Democrático se han ‘cachaquizado’; que entienden la ciudad y que prefieren el ajiaco a los frisoles con garra. El candidato comodín, Pacho Santos, va rumbo a ser, otra vez, víctima de los cálculos electorales de su jefe. Ojalá tenga la fortaleza para resistirse a que lo hagan renunciar a la brava, como cuando le tocó declinar, inmerecidamente, a sus aspiraciones presidenciales. En el ambiente se percibe que el candidato in péctore del uribismo para alcalde de la capital es Enrique Peñalosa, quien se vería favorecido por un eventual retiro del actual candidato oficial del Centro Democrático.
El Partido Conservador también le ha apostado a que Peñalosa pueda ser alcalde. El abrazo entre Marta Lucía Ramírez –excandidata presidencial y quien posiblemente aspirare a lanzarse otra vez en el 2018– y Enrique Peñalosa no deja duda de que los conservadores ya empezaron a prender motores con miras a las elecciones presidenciales. Por su parte, Cambio Radical –partido que apoyará la muy probable candidatura del vicepresidente Vargas Lleras– también se acomodó debajo del paraguas peñalosista para tener con qué jugar en la rapiña que se viene por la capital.
Peñalosa ha puesto en riesgo su autonomía y podría volverse un rehén de las aspiraciones presidenciales de los partidos que recientemente lo han apoyado. De seguir por esa vía –y en caso de ser elegido–, pasaría de ser un candidato independiente para convertirse en un malabarista que tendrá que sortear inmensas presiones políticas. En ese escenario, mucho me temo que Bogotá pagaría los platos rotos de la decisión de Peñalosa de endosarles la ciudad a aquellos que no desean su progreso, sino echarse al bolsillo, anticipadamente, su inmenso potencial electoral.
Además, Peñalosa no solo es prisionero del juego electoral para las presidenciales, sino también de su propio pasado. Sin duda, hizo una alcaldía brillante, pero hoy el programa que les está ofreciendo a los bogotanos es realmente un refrito de las mismas ideas que –repetitivamente– ha puesto sobre la mesa desde hace décadas. Para superar la crisis de una Bogotá vuelta añicos se necesita mucho más que eso.
Finalmente, la otra trampa es el concepto del ‘voto útil’. Está prosperando una tesis muy peligrosa que sostiene que todo vale con tal de atajar a Clara López para la alcaldía y a Petro, para la presidencia. Esa idea busca que los bogotanos renuncien al derecho de votar a conciencia y escoger el mejor alcalde, con el argumento de que es preferible cualquier cosa a la reelección de Petro en cuerpo ajeno. La verdad es que la ciudad se merece lo mejor. No caigamos en esos trucos. Alerta, Bogotá.
Díctum. La capacidad de reacción del Estado ante los incendios forestales es vergonzosa.
GABRIEL SILVA LUJÁN
GABRIEL SILVA LUJÁN
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