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Adiós, justicia, adiós

Por corrupción la justicia perdió la confianza de la gente y sin eso es imposible que sea respetada.

Es oficial: el sistema judicial colombiano ha colapsado. Y no lo digo porque los despachos de fiscales, jueces y magistrados hayan cerrado sus puertas, sino porque las roscas, la compraventa de providencias, los fallos sesgados y los procesos politizados han llevado a la Rama a perder la confianza de los ciudadanos, un activo sin el cual la justicia no puede ser respetada ni acatada. Casi todas las decisiones judiciales de importancia están hoy bajo grave sospecha.
La garrotera entre dos bloques de magistrados de la Corte Constitucional que condujo al destape de supuestas coimas en busca de un determinado fallo –algo que revuelve el estómago– es apenas la gota que rebosa una copa que decenas de episodios anteriores habían llenado hasta el borde. Sin importar lo que ocurra con la investigación del caso en la desprestigiada Comisión de Acusación de la Cámara, lo sucedido enloda a la única corte que ofrecía alguna esperanza.
Roscas y sobornos en el Consejo de Estado son de vieja data: ese tribunal está perdido hace años. La politización de la Corte Suprema llevó a su sala penal a descartar pruebas técnicas y documentales como el computador de ‘Raúl Reyes’, que guardaba las huellas de políticos funcionales a las Farc, mientras validó sin beneficio de inventario casi todos los testimonios verbales de los peores criminales del país para procesar políticos –muchos de ellos culpables, sin duda, pero otros inocentes– sin otro indicio que esas declaraciones. Así, la ‘parapolítica’ avanzó y la ‘Farcpolítica’ no.
En cuanto a la Fiscalía, arrastra dos pecados de gravedad. Primero, la famélica debilidad de su aparato investigativo, que la hace depender de inciertos testimonios de procesados que cantan cualquier tonada a cambio de rebajar su pena, a tal punto que operan con eficacia varios carteles de falsos testigos. Y segundo, la torpe intervención del organismo en la campaña presidencial pasada, con los ojos vendados ante las maniobras de la ‘mermelada’ corrupta del Gobierno, pero bien abiertos para indagar en los pecados del candidato opositor.
Sobre esto, aterra el más reciente episodio del supuesto hacker de la campaña de Óscar Iván Zuluaga. La Fiscalía le acaba de otorgar un principio de oportunidad porque este oscuro personaje reconoció que les mintió a las autoridades cuando dijo que había sido amenazado para que no divulgara lo que supuestamente sabía sobre las interceptaciones a la mesa de La Habana. Confirmado con ello que el señor es un mentiroso profesional, aun así la Fiscalía le otorga beneficios para que siga colaborando como testigo de la justicia. ¡A un mentiroso confeso!
El Gallup Poll revelado el jueves resulta diciente: la Corte Suprema va para dos años con mucha más imagen desfavorable que favorable entre los colombianos, y la Fiscalía completa ya ocho meses en la misma situación, después de década y media de amplia favorabilidad. La Corte Constitucional todavía divide opiniones, pero después de lo sucedido –que la encuesta no alcanzó a registrar– de seguro caerá en picada. Todo esto mientras el presupuesto del sector judicial crece de modo acelerado, lo mismo que su burocracia, y los magistrados se quedan con las pensiones más altas. Más puestos y más plata para casi nada de justicia.
Hay cientos de fiscales y jueces que hacen su trabajo con honestidad y disciplina. Pero al no estar en las roscas –y para estar, tendrían que comprometer su decencia–, son los que menos ascienden a los altos cargos. Triste por ellos y triste por el país, que se ha quedado sin un aparato judicial confiable y respetable justo en momentos en que, si es verdad que se acaba la guerra, por falta de justicia la paz seguirá lejana.
* * * *
Alerta. Confirmado: el riesgo de ‘mermelada’ llegó a Ecopetrol. A vigilar.
Mauricio Vargas
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