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Por primera vez las grandes productoras de televisión reconocieron la fuerza laboral de los actores.

Salvo Basile
Cuando estábamos filmando la película Sentado a tu derecha, en el año de gracia de 1966, estalló la primera huelga convocada por la recién creada Asociazióne Italiana di Attori. Nuestro director, Valerio Zurlini, de la pura intellighentia de izquierda, naturalmente apoyó el paro y suspendió las filmaciones. Pero muchos otros productores, como Titanus y De Laurentiis, habían hecho caso omiso de la convocatoria y, obligando con amenaza a los técnicos y actores, seguían laborando.
Entonces, el sindicato organizó unos grupos de asalto para que fueran a los estudios a tratar de boicotear las tomas. Con la suerte que siempre me acompaña, el caporione de uno de los grupos era Gian María Volonte y fui escogido para unirme a su escuadra. Las acciones fueron rápidas y peligrosas. La idea era jalar los cables maestros que alimentaban las grandes parrillas de luz de los teatros de posa de los esquiroles. Pero a la segunda vez ya estaban preparados, y a la tercera nos esperaban con un despliegue de policía que nos bloqueaba y perseguía como delincuentes.
Todo esto se me vino a la mente el pasado 14 de mayo, cuando ACA, Asociación Colombiana de Actores, y todos sus miembros decidieron que no se iba a trabajar más en los días festivos e invitaba a las productoras y a las programadoras a apoyar la decisión del sindicato y a negociar un acuerdo.
El proceso de acercamiento fue fácil con unos, mientras otros estaban más cerrados. Entonces, el sindicato pidió a sus miembros el apoyo total en esta acción. Ya yo me veía discutiendo con Gabrielito Reyes o, al colmo, con mi hijo Alessandro, o peleando con Dago en su vestíbulo de productor y empresario. Afortunadamente, nada de esto pasó; la presión del sindicato fue sólida, justos los argumentos y, con la felicidad de actores y técnicos, por primera vez las grandes productoras de televisión reconocieron una fuerza laboral, cual es la de los actores. Este éxito llevará no solo al mejoramiento de las condiciones de trabajo, sino a la calidad del producto.
* * * *
Tuve el honor y el placer de trabajar con María Eugenia Dávila en la telenovela Señora Isabel. El personaje que Bernardito confeccionó para ella estaba hecho sobre medida: una mujer moderna, sin escrúpulos hipócritas, con unas ganas de vivir infinitas y una gran capacidad para amar. Una gran actriz, una gran mujer. Q. e. p. d.
Salvo Basile
Salvo Basile
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