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Bajarle a la velocidad es cuestión de vida

Hemos avanzado en reducción de conductas riesgosas, pero aún nos hace falta bajarle a la velocidad.

Darío Hidalgo
De acuerdo con mediciones de Johns Hopkins University dirigidas por Andrés Vecino, uno de cada cuatro bogotanos al volante excede la velocidad. Esto contrasta con el uso del casco por motociclistas y el uso del cinturón de seguridad por conductores de carro, donde las observaciones muestran un cumplimiento cercano al 100 por ciento, y con el bajo número de personas que conducen bajo la influencia del alcohol: menos de 0,5 por ciento. Hemos avanzado mucho en reducción de conductas riesgosas, pero aún nos hace falta bajarle a la velocidad.
Entre enero y agosto del 2017, 108 peatones y 38 ciclistas murieron en las calles bogotanas. En la mayoría de los casos, esto fue resultado de conductores que no alcanzaron a frenar. El impacto de camiones, buses, carros y motos contra la fragilidad del cuerpo humano tuvo consecuencias fatales.
Ese fue el tema central de la XI Semana de Seguridad Vial, organizada por la Secretaría Distrital de Movilidad. Entre muchas cosas, desde ‘hackatones’ y visitas técnicas hasta caravanas de motos y talleres de diseño urbano, destaco el seminario internacional y el lanzamiento de la campaña ‘Bájale a la velocidad’.

Un seminario ‘de lujo’

El seminario unió a administradores, políticos, comunicadores, investigadores, policías y estudiantes. En su apertura, el embajador de Francia, Gautier Mignot, dijo: “Hablar de seguridad vial es hablar de paz”. En el seminario participaron, entre otros, el director de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, Ricardo Galindo, y la presidenta de la Liga Contra la Violencia Vial, Mary Bottagisio, así como expertos de la Iniciativa Bloomberg de Seguridad Vial Global (BIGRS, por su sigla en inglés).
Desde mi perspectiva, uno de los mensajes más impactantes fue el del director de la Administración de Transporte de Suecia, Anders Lie: “Los niños no deben ser ‘educados’, deben ser protegidos”, haciendo alusión a la percepción común de que la educación vial en el colegio es la clave de la seguridad vial. La evidencia muestra que su impacto es pequeño o nulo, y por ello, los suecos ponen sus recursos en otras cosas.
Suecia tenía la misma tasa de muertes en el tráfico que Colombia hace 50 años; hoy es un país muy seguro gracias a su enfoque Visión Cero. Han hecho múltiples adaptaciones de su infraestructura para que los conductores vayan más despacio, y ejercen un control estricto sobre conductas riesgosas con el apoyo de la tecnología. Por ejemplo, un conductor de camión no puede encender su vehículo si su aliento muestra contenido de alcohol, y el exceso de velocidad se penaliza ejemplarmente, gracias a fotodetección.

La reducción de límite de velocidad no implica pérdida sustancial del tiempo de viaje

También escuchamos de experiencias francesas, en las que las muertes se han reducido de 18.000 a 3.000 por año en los últimos 40 años. Expertos del instituto de investigación Cerema nos contaron que no era una cuestión de cultura; que los alemanes tenían comportamientos inadecuados al solo pasar la frontera. Por muchos años, Francia ha seguido la aproximación de sistemas seguros y ha tenido grandes logros. Sin embargo, los últimos años han mostrado estabilidad, por lo que se han puesto en la tarea de reducir la velocidad en zonas urbanas. París estableció que el límite máximo será 30 km/h en toda la ciudad, menos la autopista periférica, para el 2020. Como lo mostró Benoit Hiron, la reducción de límite de velocidad no implica pérdida sustancial del tiempo de viaje. En un recorrido promedio, la pérdida es de 18 segundos por kilómetro al bajar el límite de 50 a 30 km/h.
La experiencia internacional indica que cambios de 10 kilómetros por hora en los límites de velocidad implican cambios en fatalidades entre 20 y 40 por ciento, como lo mostró Juan Miguel Velásquez, del Banco Mundial. Para lograr sistemas seguros, la Ocde enfatiza en el diseño de infraestructura y el control policial. La disminución del ancho de carriles, la implantación de glorietas y reductores de velocidad, y la reducción de radios de curvatura son claves para bajar la velocidad. En general, hay que diseñar calles completas para mover personas, no para mover vehículos, usando herramientas como Ciudades más Seguras Mediante el Diseño (de WRI) y la Guía Global de Diseño de Calles (de Nacto).
También es esencial tener un buen control: normas claras, multas que se apliquen y se paguen. La idea es tener policías por los cuales sintamos empatía, como nuestros protectores, aplicando los conceptos de equidad procedimental que nos compartió Judy Fleiter, de la Asociación Global de Seguridad Vial (GRSP, por su sigla en inglés). El exceso de velocidad no se produce a todas horas ni en todas partes. En Bogotá está concentrado en ciertas arterias anchas y en horas de la noche. Un piloto de control de velocidad en tres tramos de la avenida Boyacá, realizado por la Policía de Tránsito, mostró que esta acción da resultados: hasta 58 por ciento de reducción en el número de choques.
En fin (lista muy incompleta), dos productivas jornadas, destacadas por Juan Pablo Bocarejo como “de lujo”.

Campaña ‘Bájale a la velocidad’

La Secretaría de Movilidad, con el apoyo de Vital Strategies, adaptó un mensaje internacional al medio local. El mensaje es impactante (ver video aquí). Se trata de un choque de carros conducidos por personas normales. Nadie sale a la calle con la intención de matar o herir, pero en cualquier momento podemos ir demasiado rápido y ser incapaces de parar a tiempo.
Irina Morozova, experta rusa en comunicaciones de salud pública, indicó que este tipo de campañas no deben ser del “gusto de la administración”, sino impactantes para quien recibe el mensaje (ver más ejemplos aquí). Estas campañas funcionan si son acompañadas por acciones de control de la autoridad y control social, como nos recuerda Catherine Juvinao (según las enseñanzas de Antanas Mockus).
Este año, los indicadores de seguridad vial en Bogotá son mejores que los del 2016: 40 muertes menos comparando enero-agosto. El trabajo está dando frutos; hay que reforzarlo y continuarlo, con mucho énfasis en el control del exceso de velocidad, el factor de riesgo que nos está arrebatando la mayor cantidad de vidas. “Ninguna muerte es aceptable, todas son evitables”.
DARÍO HIDALGO
Darío Hidalgo
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