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Venezuela

Venezuela se prepara para campaña electoral más opaca de su historia

Simpatizantes del pastor evangélico Javier Bertucci, en las calles de Caracas, apoyan su candidatura a la presidencia.

Simpatizantes del pastor evangélico Javier Bertucci, en las calles de Caracas, apoyan su candidatura a la presidencia.

Foto:Foto: Cristian Hernández. Efe

Ni las encuestadoras se ponen de acuerdo sobre la participación para las presidenciales de mayo.

Sandra Ramírez
Oficialmente este domingo comenzó en Venezuela la campaña para la votación presidencial del próximo 20 de mayo. Una elección cuyo adelanto fue clamor nacional y exigencia de una oposición movilizada en la calle el año pasado contra el régimen de Nicolás Maduro, hoy es un foso de desconfianza y contradicciones.
A solo un mes de las presidenciales el país entra sin esperanza a la campaña más gris de su historia contemporánea y en sus calles se siente cualquier cosa menos ambiente electoral.
“A Nicolás no le ganan ni que le zumben conjuro / vamos mi pueblo pa’lante poco a poco y sin apuro/ al demonio del imperio se le puso el mundo oscuro / pues duélale a quien le duela el presidente es Maduro”, reza una de las estrofas de un joropo llanero que sonó por la radio en un autobús repleto de gente camino a Chacaíto. Las caras de la gente abarcaron desde la indiferencia hasta un tenue abucheo, pero sobre todo cansancio. ¿Acaso esto refleja indisposición a votar? Es difícil saberlo.
Fuera de esta apreciación nada científica, las encuestas también revelan un panorama confuso sobre la actitud de los venezolanos hacia la venidera votación y los dos candidatos principales, el presidente Maduro y el exgobernador de Lara, Henri Falcón, quien lanzó su candidatura a contracorriente de la decisión tomada por la extinta Mesa de la Unidad Democrática –hoy renombrada Frente Amplio Venezuela Libre- de llamar a la abstención.

Esta nueva forma de clientelismo es posiblemente la más desarrollada y autoritaria de América Latina

La prestigiosa encuestadora Datanálisis refleja en su última medición, (tras entrevistas a 800 personas realizada entre el 19 y 29 de marzo) que 59,2 por ciento de los venezolanos está seguro de que participará en las presidenciales, entre ese grupo 31,4 por ciento dijo estar “muy seguro” de que lo hará y 27,8 por ciento solo está “seguro”.
Una conclusión opuesta obtuvo, por su parte, la encuestadora Meganálisis (con entrevistas a 1.050 personas entre el 9 y 14 de abril), en la que 67,5 por ciento de los encuestados afirmó que no participará en la elección, lo que arrojaría uno de los niveles más altos de abstención de alguna elección de este tipo en Venezuela.
Una de las claves de este nivel de apatía puede explicarse en la noción de que Falcón juega veladamente en la cancha del chavismo planteando su candidatura para legitimar la votación.
“¿Usted considera que Henri Falcón es un verdadero candidato de la oposición o simplemente es un candidato colaborador solo para que Maduro siga en Miraflores?”, dice la pregunta de Meganálisis a la que 65,4 por ciento respondió que cree que el candidato es un “colaborador de Maduro”, por lo que la encuestadora concluye que la candidatura del exgobernador “no crecerá porque los venezolanos no confían en él”. En ese estudio Maduro saldría ganador con poco más de 15 por ciento de los votos mientras que Falcón obtendría un famélico 6,3 por ciento.
La tendencia es diferente en el estudio de Datanálisis, que detalla que Falcón tiene 41,4 por ciento de apoyo mientras Maduro tiene 34,3 por ciento dentro del segmento de personas dispuestas a votar.
Sobre estos resultados se fundamenta el llamado de quienes creen que la candidatura de Falcón puede ser el recipiente del voto castigo contra la “revolución bolivariana” que ha empobrecido dramáticamente a Venezuela.
Entre esas dos visiones transcurre el análisis político de los venezolanos. Aquellos que dicen que una votación aluvional es la única forma de cambiar el gobierno e iniciar una transición pacífica y aquellos que creen que el voto ha perdido por completo su efectividad.
En este último grupo se inscriben quienes creen que participar en unas elecciones en las que han sido inhabilitados los posibles candidatos y partidos políticos opositores con mayor arraigo sería “legitimar” un triunfo del mandatario, que consideran diseñado de antemano por un Consejo Nacional Electoral parcializado.
Los analistas políticos añaden otra ventaja electoral al régimen, que a través de la entrega del “carnet de la patria” y las cajas de alimentos CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción) coaccionan el voto a su favor sobre dos elementos: la dependencia cada vez mayor –por encima de 20 por ciento de la población– de las cajas de alimentos para sobrevivir y la creencia generalizada, sobre todo en los sectores más pobres de la población, de que el gobierno puede saber si las personas votaron a favor o en contra y de ello depende el subsidio que reciben.
El politólogo Michel Penfold escribió en un ensayo para el Wilson Center que en las últimas elecciones de gobernadores y alcaldes en las que el chavismo obtuvo abrumadora mayoría, fue evidente la movilización y persuasión del voto en los sectores más pobres a través de los “puntos rojos”, ubicados cerca de los centros de votación y donde el chavismo desplegó operativos de carnetización y entrega de cajas CLAP.
“Esta nueva forma de clientelismo es posiblemente la más desarrollada y autoritaria de América Latina y representa una amenaza colosal para el retorno de la democracia en Venezuela”, concluye el analista.

Esta nueva forma de clientelismo es posiblemente la más desarrollada y autoritaria de América Latina y representa una amenaza colosal para el retorno de la democracia en Venezuela

“Todo tiene su final / nada dura para siempre”, es una de las líneas más famosas del cantante Héctor Lavoe, una de las elegidas por el candidato Falcón para emocionar y ampliar a su audiencia. A pesar de lo pegadiza, los venezolanos del autobús tampoco reaccionan, no parecen querer moverse a su son. El exgobernador tiene solo cuatro semanas para lograr el milagro.
VALENTINA LARES MARTIZ
Corresponsal de EL TIEMPO 
CARACAS
Sandra Ramírez
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