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La colonización israelí, bajo el nuevo efecto Trump

Israel aprovecha para acelerar asentamientos, pero arriesga solución de 2 Estados.

INTERNACIONAL Y AFP
La colonización de Cisjordania ocupada y de Jerusalén Este por Israel es fuente de controversias desde hace casi 50 años. Pero la aceleración que este proceso ha sufrido desde que llegó a la presidencia de Estados Unidos Donald Trump, con la aprobación de más de seis mil viviendas, ha disparado las alarmas de la comunidad internacional, y por supuesto de los palestinos, pues se estaría poniendo en peligro la tesis de que la solución del largo conflicto entre los dos pueblos pasa por el establecimiento de dos Estados, uno al lado del otro. Abecé.
¿Qué son las colonias?
Son pueblos y ciudades construidos en territorios conquistados por Israel durante la guerra de los Seis Días, en 1967, en los que viven civiles israelíes. Israel empezó a establecer una red de colonias en toda la Cisjordania ocupada a partir de 1970 y siguió extendiéndola tras los acuerdos de Oslo de 1993, que dividieron esos territorios en zonas bajo control palestino, israelí y mixto.
Actualmente, unos 430.000 colonos israelíes viven en Cisjordania ocupada, junto a 2,6 millones de palestinos. Más de 200.000 israelíes viven en barrios de colonización junto a 300.000 palestinos en Jerusalén Este, la parte palestina de la ciudad santa que Israel ocupa desde 1967 y anexionó en 1980. Los palestinos quieren hacer de Jerusalén Este la capital de su Estado.
¿Cuál es su estatus jurídico?
Naciones Unidas y la comunidad internacional consideran ilegales todas las colonias israelíes en Cisjordania ocupada y en Jerusalén Este anexionado. Por otra parte, el Estado de Israel distingue jurídicamente las colonias que obtuvieron las autorizaciones necesarias y las que no tienen el visto bueno del gobierno, que califica de puestos avanzados o colonias salvajes. Por eso, por una orden judicial, fue demolida Amoná esta semana que termina.
¿Pero por qué son ilegales?
Porque las colonias han sido construidas en tierras privadas pertenecientes a palestinos que poseen títulos de propiedad válidos para las autoridades israelíes. A partir de una sentencia de la Corte Suprema de 1979, las colonias deber ser construidas solo en tierras de propiedad del Estado, y no en terrenos privados sin el acuerdo de sus legítimos propietarios. Algunos palestinos probaron ante la justicia israelí que parte de Amoná había sido construida en terrenos de su propiedad, por lo que la Corte Suprema ordenó su destrucción en el 2014.
¿Quiénes son los colonos?
Muchos colonos israelíes se instalaron en Cisjordania y Jerusalén Este buscando viviendas más baratas que en territorio israelí. El gobierno los alienta a instalarse en colonias que se convirtieron en verdaderas ciudades, como Ariel, Maale Adumim, o en las especialmente destinadas a los judíos ultraortodoxos, como Beitar Ilit y Modiin Ilit. Para muchos judíos nacionalistas religiosos, vivir en las tierras bíblicas de Judea y Samaria –el nombre que los israelíes dan a Cisjordania– es el cumplimiento de una promesa divina.
¿Cómo ven las colonias los palestinos?
Los palestinos consideran las colonias israelíes como un crimen de guerra y un obstáculo mayor para la paz. Quieren que los israelíes se retiren de todas las tierras que ocupan desde la guerra de 1967 y que desmantelen todas las colonias, pese a haber aceptado el principio de pequeños intercambios territoriales limitados, iguales en tamaño y valor. Por su parte, el Estado hebreo excluye un retorno completo a las fronteras anteriores a 1967, pero se declara dispuesto a retirarse de algunas partes de Cisjordania para anexar los mayores bloques de colonias, donde viven la mayoría de colonos.
¿Y el papel de la comunidad internacional?
Cada vez que se conoce una nueva resolución para construir más asentamientos, solo aparecen pronunciamientos fugaces de rechazo, pero de ahí no pasa. Por ejemplo, la alta representante de la Unión Europea (UE) para la Política Exterior, Federica Mogherini, consideró que ello plantea un riesgo para la solución de dos Estados. Lo mismo han hecho la ONU y Estados Unidos en la administración de Barack Obama. Israel asegura que no ha abandonado la tesis de los dos Estados, pero sus hechos van en otro sentido.
¿Acaso no hubo recientemente una resolución contra la colonización?
Múltiples han sido las resoluciones que condenan la colonización israelí. La más reciente de ellas fue aprobada en diciembre en el Consejo de Seguridad gracias a la abstención de Estados Unidos. Lo aprobado instó a paralizar toda actividad colonizadora. Pero sobre el terreno todo queda en letra muerta, pues Israel no respeta las resoluciones, y recientemente aprobó la construcción de más de 6 mil soluciones de vivienda para compensar, entre otras, el desalojo de Amoná.
¿Por qué estos anuncios van en aumento desde que Donald Trump ganó la presidencia?
Desde que arrancó su campaña, Trump ha demostrado su afinidad con el gobierno de Israel. Uno de los anuncios del magnate fue el eventual traslado de la embajada de EE. UU. de Tel Aviv a Jerusalén, decisión que podría sepultar cualquier proceso de paz e inflamar la región. Pero el jueves, en un ambiguo comunicado que se interpretó como un giro, dijo que las nuevas construcciones no ayudan a la paz, aunque no condenó los nuevos asentamientos, como sí lo hacía la administración Obama.
“Aunque no creemos que la existencia de los asentamientos sea un obstáculo para la paz, la construcción de nuevas colonias o la expansión de las existentes más allá de sus límites actuales puede no ser útil para lograr ese objetivo”, apuntó la Casa Blanca.
¿Cuál fue la reacción israelí?
Israel desestimó esta declaración, a la espera de una reunión del primer ministro Benjamin Netanyahu con Trump. “Yo no llamaría a esto un giro”, dijo el embajador israelí ante la ONU, Danny Danon.
¿Qué se puede esperar entonces a un corto y mediano plazo?
No mucho. Lo más probable es que Israel continúe la colonización, que para los palestinos no es más que una política de hechos consumados que pretenden hacer irreversible la situación sobre el terreno. A esto se suman las divisiones internas de los palestinos. El del Netanyahu es, a juicio de analistas, el gobierno más derechista de la historia de Israel, y como tal, es rehén de sus propios componentes radicales.
INTERNACIONAL*
* Con AFP
INTERNACIONAL Y AFP
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