¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Archivo

Elecciones en Israel: La sorpresa que no fue

Netanyahu triunfante y afianzado por tercera vez consecutiva en el cargo de primer ministro.

MARCOS PECKEL*
Fallaron las encuestas, fallaron los resultados a “boca de urna” y como ya había sucedido en Israel en el pasado, sus habitantes se acostaron con la incertidumbre de quién gobernaría el país y amanecieron con Netanyahu triunfante y afianzado por tercera vez consecutiva en el cargo de primer ministro.
Israel es un régimen parlamentario con un distrito electoral único en el que el elector vota por un partido. De acuerdo con los votos que obtiene cada partido, que presenta una lista de candidatos en orden, se reparten proporcionalmente los escaños en el parlamento de 120 miembros. Para gobernar se requiere el apoyo mínimo de 61 parlamentarios y el país desde su independencia en 1948 ha estado siempre gobernado por coaliciones. El actual umbral es del 3.25% lo que equivale a aproximadamente 120 mil votos.
Hay 5 tipos de partidos en Israel: La izquierda defensora de compromisos territoriales para lograr la paz con los palestinos; la derecha, opuesta a concesiones territoriales y adalid de los asentamientos en Cisjordania, los partidos ultraortodoxos con una extensa agenda religiosa, los partidos laicos de centro que aceptan compromisos con los palestinos, que buscan restringir el rol de la religión en el Estado y promueven una política neoliberal en lo económico y los partidos árabes con su propia agenda. Más de un millón seiscientos mil árabes, musulmanes y cristianos, son ciudadanos de Israel.
Los partidos históricos de los cuales ha surgido siempre el primer ministro, han sido el laborismo, de izquierda, encabezado en esta ocasión por Isaac Herzog y el Likud, de derecha, por Netanyahu. (Ver también: Reñidas elecciones en Israel donde se vislumbra un empate técnico)
La sociedad judía está dividida entre el “sector nacional”, la derecha y religiosos, defensor a ultranza de la seguridad de Israel y el “sector democrático” de la izquierda, fuerte en la zona urbana de la cosmopolita Tel Aviv, que busca preservar el carácter judío y democrático del Estado apoyando el establecimiento de un Estado Palestino independiente al lado de Israel. La elección demostró que en la población judía el “sector nacional” es por ahora mayoritario.
En esta nueva versión del parlamento hay representados 10 partidos: 2 de izquierda -29 escaños- , 2 de centro -21 escaños-, 3 de derecha – 44 escaños- , 2 ultraortodoxos -13 escaños- y el partido árabe unido -13 escaños- .
Los últimos días de la contienda en los que no se permitía la publicación de encuestas fueron los que le aseguraron a Netanyahu, tras una agresiva campaña y una radicalización del discurso, los votos que finalmente lo llevaron a la victoria.
Apelando al temor de una llegada de la izquierda al poder, le arrebató votos a los partidos de extrema derecha y a los religiosos. La consigna era ganar más escaños en el parlamento que la oposición laborista del partido “Campo Sionista”, así la ganancia fuera a costa de sus aliados naturales en la derecha. La estrategia funcionó y Netanyahu aseguró así su permanencia en el poder. (Ver también: Netanyahu descarta un Estado palestino si gana las elecciones)
Caso aparte merece el resultado obtenido por el partido árabe unido que logró la tercera mayor votación, alcanzando 13 escaños en la Knesset -parlamento-. Una agrupación de partidos con ideologías contradictorias – islamistas, comunistas y nacionalistas árabes-, unidos por la necesidad de alcanzar el umbral y que han reiterado que no harán parte de ninguna coalición.
Tras su victoria en las urnas comienza para Netanyahu la compleja labor de armar la coalición de gobierno que le asegure gobernabilidad, estabilidad y libertad de maniobra. Una titánica faena de orfebrería política que implica alinear diversas ideologías y programas de gobierno y satisfacer voraces apetitos burocráticos.
Hay diversas opciones de coalición. El Likud junto con los partidos religiosos y de derecha suma 57 escaños. Le faltaría agregar un partido más entre los centristas. La primera opción parece ser Moshe Kahalon, líder del partido “kulanu”, héroe de la sufrida clase media israelí tras haber abierto la competencia en el mercado de los celulares en Israel. Esta pareciera ser la más probable coalición de gobierno. Sin embargo nada está escrito y la coalición encabezada por Netanyahu podría ser diferente e incluso incluir al partido laborista en un gobierno de “unidad nacional”.
Para asegurar su victoria, Netanyahu abandonó por momentos su dignidad de primer ministro para fungir como político en campaña, por lo que algunas de sus polémicas declaraciones electorales ya le están pasando factura, especialmente la concerniente a su oposición a la solución de dos Estados como salida al conflicto con los palestinos. De ese “árbol” Netanyahu tendrá que bajarse y rápido, tal como ya parece estarlo haciendo, pues cruzó una línea roja tanto para Estados Unidos como para los amigos de Israel en Europa.
De todas maneras, pensar que de haber triunfado la izquierda se estaría más cerca de la paz con los palestinos es un sofisma. La solución del conflicto palestino-israelí no depende sólo de Israel y la insalvable y perniciosa división palestina entre el movimiento islamista Hamas que controla la franja de Gaza y Fatah que hace lo propio en Cisjordania, ha sido el principal obstáculo para avanzar en las negociaciones de paz.
El nuevo gobierno de Israel tendrá que enfrentar serios desafíos. Una vorágine regional que plantea tanto peligros como oportunidades para el Estado Judío, la ofensiva diplomática palestina en Naciones Unidas y en la Corte Penal Internacional, la posibilidad no remota de una nueva conflagración con Hamas o Hezbollah, el programa nuclear de Irán y el posible acuerdo que se logre con el P5+1 y las resquebrajadas relaciones con Obama. En lo interno, el descontento de amplios sectores de la población por la gran inequidad y alto costo de vida en una economía con envidiables cifras macroeconómicas.
Netanyahu, con el renovado oxigeno que la da su victoria seguirá siendo el timonel de Israel en las alebrestadas e inciertas aguas del Medio Oriente.
MARCOS PECKEL*
* Profesor de la Facultad de Relaciones internacionales de la Universidad Externado de Colombia y columnista invitado del Centro de Estudios Internacionales—CEI de la Universidad de Los Andes.
MARCOS PECKEL*
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO