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Refugiados judíos olvidados

La historia de la expulsión de 850.000 judíos de los países árabes. Opinión.

MARCO SERMONETA
El 30 de noviembre se marca en Israel y en todo el mundo judío el “Día de conmemoración de la expulsión de los judíos de los países árabes e Irán”. Este día se ha designado por decreto del Gobierno de Israel para honrar a los 850.000 refugiados judíos que fueron expulsados o forzados a huir de sus hogares en los países árabes durante la segunda mitad del siglo XX.
No es gratuito que sea este miércoles que conmemoremos esta tragedia un día después del 29 de noviembre. En ese día los países árabes y los árabes del Mandato británico de Palestina rechazaron la resolución de partición de Naciones Unidas para el establecimiento de dos estados –uno judío y uno árabe– y obligaron a sus ciudadanos judíos a abandonar sus hogares.
Desde 1948, prósperas comunidades judías que existían mil años antes del surgimiento del Islam y más de 2500 años antes del nacimiento de las naciones árabes modernas, fueron perseguidas y expulsadas de países desde Marruecos hasta Siria, Líbano e Irak. Los judíos de los países árabes fueron desarraigados de sus tierras y la mayoría de las comunidades judías de estos países desaparecieron.
Incluso, antes del Plan de las Naciones Unidas para la partición de Palestina de noviembre de 1947, las naciones árabes, encabezadas por la Liga Árabe, tomaron medidas hostiles cada vez mayores contra sus comunidades judías. Después de la adopción del plan comenzaron a confiscar propiedades judías. Simultáneamente estallaron disturbios y masacres contra estas comunidades en todo el mundo árabe. Las tiendas y las sinagogas fueron saqueadas y quemadas, cientos de judíos fueron asesinados y miles fueron encarcelados.
Al establecerse Israel como Estado independiente en mayo de 1948, el Comité Político de la Liga Árabe convocó y redactó una serie de recomendaciones para todos los países árabes y musulmanes sobre cómo tomar medidas contra los judíos en sus países.
Entre estas, la ciudadanía de los judíos fue revocada, sus bienes fueron confiscados, sus cuentas bancarias congeladas y propiedades de millones de dólares nacionalizadas. Los judíos fueron excluidos de los ministerios del gobierno, su entrada en el servicio civil fue severamente restringida y muchos perdieron sus medios de subsistencia. La tendencia antijudía solo aumentó con el tiempo poniendo en práctica un plan organizado de opresión y persecución contra los judíos en estos países.
En Siria, los pogromos (históricamente, el término se refiere a ataques violentos por parte de poblaciones no judías contra los judíos en el Imperio Ruso y en otros países) castigaron fuertemente Alepo y el Gobierno congeló todas las cuentas bancarias judías; lo mismo ocurrió en Yemen. En Egipto, hubo atentados con bomba en los barrios judíos. En Marruecos, los pogromos de Oujda y Yerada provocaron la emigración instantánea de 8.000 judíos.
En Irak, el hostigamiento a los judíos comenzó en 1941 con un Gobierno pro-nazi que instigó el pogromo conocido como Farhud. Allí fueron asesinadas casi 300 personas. En 1948, como respuesta al plan de partición de las Naciones y a la independencia de Israel, se aprobaron leyes que convirtieron al sionismo en un delito, dando así pretexto a la policía para allanar a miles de hogares judíos. Entre 1948-1951, más de 120.000 judíos iraquíes emigraron a Israel para forjar una nueva vida. Al hacerlo, perdieron su ciudadanía y sus bienes. La antigua comunidad judía en Irak (que en un momento constituía casi un tercio de la población total de Bagdad) es ahora inexistente.
En Libia, los ataques contra comenzaron tres años antes del establecimiento del Estado de Israel. En noviembre de 1945, más de 130 judíos, incluidos 36 niños, fueron asesinados, cientos resultaron heridos, 4.000 fueron desplazados y 2.400 se quedaron sin hogar. Cinco sinagogas en Trípoli y cuatro en ciudades de provincia fueron destruidas y más de 1.000 residencias y tiendas judías fueron saqueadas. En 1948 vivían alrededor de 38.000 judíos en Libia; hoy, ni uno.
La gran mayoría de estos refugiados fue absorbida por Israel donde se les otorgó la ciudadanía. Ninguno de ellos recibió compensación alguna por parte de los países que les confiscaron sus bienes y los expulsaron. Para el Estado judío esta inmigración masiva, numéricamente equivalente a la población local judía de esa época, representó un desafío enorme y requirió de mucho esfuerzo y paciencia, así como de asistencia económica de la diáspora judía.
Al contrario que los refugiados palestinos, explotados por sus líderes y por los países árabes con el fin de proseguir una hostilidad inquebrantable hacía Israel, el liderazgo israelí integró a los judíos de países árabes en su sociedad. Por eso hoy el mundo no oye hablar de refugiados judíos.
Los descendientes de estos inmigrantes ahora representan la mayoría de la población judía de Israel. Los exiliados judíos que fueron forzados a huir de sus hogares superaron la tragedia personal y comunitaria y no solo perseveraron, sino que prosperaron. Ellos han hecho una inestimable contribución al tejido de la sociedad israelí y sus vibrantes culturas son parte integral del colorido mosaico del pueblo judío en la tierra de Israel.
Hay que reconocer que la guerra que libraron los países árabes contra el recién nacido Estado judío, y al mismo tiempo en contra de sus propios ciudadanos de origen judío, inició una migración bidireccional de poblaciones junto con la creación de dos grupos de refugiados diferentes. Fueron entonces las naciones árabes las responsables de causar ambos grupos de refugiados, árabes y judíos.
Cabe destacar que la proporción entre los dos grupos de refugiados era de 2:3, con el grupo palestino numerado alrededor de 600.000, en contraposición a los refugiados judíos. Otro aspecto importante es referente a la propiedad perdida. Un estudio de 2008 estimó que la proporción de bienes perdidos se mantiene en proporción de casi 1:2, los refugiados palestinos perdieron bienes por un total aproximado de 450 millones de dólares (alrededor de 3.900 millones de dólares de hoy), mientras que los refugiados judíos perdieron bienes por 700 millones de dólares (aproximadamente 6.000 millones de dólares hoy).
Pero la comunidad internacional reconoció los derechos solamente de una población sin reconocer derechos iguales para las otras víctimas de ese mismo conflicto de Oriente Próximo –antiguos refugiados judíos, cristianos y otros de los países árabes– lo que constituye una injusticia. Estos desplazamientos forzados de la población judía han sido ignorados en las Naciones Unidas y en los foros internacionales.
Desde 1947, el enfoque predominante de la ONU ha sido exclusivamente sobre los palestinos: 172 resoluciones sobre los refugiados palestinos; 13 agencias y organizaciones encomendadas o recién creadas de la ONU para proporcionar protección y socorro a los refugiados palestinos; y billones de dólares desembolsados por la comunidad internacional para proporcionar servicios y asistencia a los refugiados palestinos. Durante ese mismo periodo, nada para los refugiados judíos de países árabes, ninguna resolución de la Asamblea General, ningún apoyo de agencias de la ONU ni tampoco ninguna ayuda financiera de la comunidad internacional.
El llamado legítimo para garantizar los derechos y la reparación de judíos desplazados de los países árabes no es una campaña contra los refugiados palestinos. En las propuestas de paz de Oriente Próximo, los derechos y las reivindicaciones de los refugiados palestinos serán objeto de negociación. Es importante asegurarse de que los derechos de cientos de miles de judíos desplazados de los países árabes deben ser reconocidos y tratados de manera similar.
Debemos tener conciencia de que reconocer los derechos de judíos desplazados de los países árabes es un llamado a la verdad y la reconciliación. Para que cualquier proceso de paz sea creíble y duradero, debe garantizar que todos los refugiados reciban los mismos derechos y tratamiento del derecho internacional.
Una verdadera solución al problema de los refugiados sólo será posible cuando nuestros vecinos árabes tomen la responsabilidad histórica por su papel en la creación del problema de los refugiados judíos además de los palestinos, tal como se documenta. Es hora de que el mundo escuche la historia de los judíos expulsados de los países árabes.
MARCO SERMONETA
Embajador de Israel en Colombia
MARCO SERMONETA
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