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¿Quién es Luis Almagro, el nuevo secretario general de la OEA?

Es uruguayo, alumno de José Mujica y reemplaza a José Miguel Insulza en el cargo.

Uruguay, lejos de perder protagonismo en el mundo, puso a uno de sus ciudadanos a la cabeza del organismo regional más antiguo del mundo: la Organización de Estados Americanos (OEA). Hoy ese foro eligió en una votación secreta al sucesor del chileno José Miguel Insulza.
Almagro, de 51 años, es oriundo de Cerro Chato, en el departamento de Paysandú (oeste). Su vida política comenzó en el Partido Nacional (centro-derecha) donde militó algunos años, pero dio un giro en 1999 cuando de la mano del expresidente José Mujica llegó al gobernante partido Frente Amplio (FA, izquierda).
Es doctor en Derecho y Ciencias Sociales de la uruguaya Universidad de la República. En 1987 inició su carrera diplomática, cuya primera misión fue como representante ante la Unesco. Luego, en 1991, llegó a la embajada uruguaya en Irán como encargado de negocios, donde estuvo por casi cinco años.
En 1998 fue designado como embajador en Alemania. Su trabajo le permitió conocer a su segunda esposa, Marianne Birkholtz, embajadora sudafricana del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, con quien tuvo a cinco de sus siete hijos.
También estuvo al frente de la embajada de China hasta el 2005, cuando volvió a Uruguay para trabajar en el Ministerio de Agricultura, cuando Mujica estaba al frente de esa cartera.
En el 2010 fue designado como canciller uruguayo, cargo que cumplió hasta marzo pasado cuando asumió el gobierno Tabaré Vázquez.
Hasta este miércoles, día de su elección como secretario de la OEA con con 33 votos y una abstención, se desempeñaba como senador por el Movimiento de Participación Popular (MPP), un sector de la izquierda uruguaya liderado por Mujica.
Cercanía con Irán y Ecuador
Pero su postulación ante la OEA generó más dudas que certezas en ciertos sectores, que no ven con buenos ojos su cercanía con Irán y Ecuador, así como el manejo que parece querer darle a la situación de Venezuela.
“Almagro es el candidato de (Rafael) Correa. Almagro se reunió en reiteradas ocasiones con el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, y acordaron una agenda en común con un objetivo: socavar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y comenzar a posicionar a Unasur como el referente de democracia y derechos humanos en la región. Que no sorprenda cuando Unasur anuncie la creación de una Comisión de Derechos Humanos propia, que protegerá a los Estados, no a los ciudadanos”, aseguró en diálogo con EL TIEMPO Ezequiel Vázquez-Ger, director del Centro de Investigación Periodística en las Américas y consultor político.
Otros analistas piensan que esas críticas son infundadas y provienen de un 'lobby' que “no quiere que Almagro llegue a la OEA”.
“Señalar que Almagro es el hombre de Ecuador para enterrar la OEA es absurdo. Justamente bajo su mandato en la cancillería, Uruguay fue muy firme en respaldar el sistema interamericano, incluso en materia de Derechos Humanos y en temas en donde, precisamente por ese respaldo, tuvo controversias con Ecuador”, señala el historiador y politólogo uruguayo Gerardo Caetano.
En febrero, Almagro presentó su plan ante los países integrantes y funcionarios del organismo hemisférico, basado en cuatro pilares para una nueva estrategia del organismo: democracia, derechos humanos, desarrollo integral y seguridad multidimensional.
Sin embargo, según Vázquez-Ger, la actitud de Almagro, por ejemplo en la situación de vive Venezuela, ha sido incoherente “apoyando más los esfuerzos de Unasur”, y socavando el objetivo de la OEA de recuperar el peso político que tuvo entre los años 70 y 90.
“Puedo llegar a compartir el hecho de que Uruguay no tomó una posición más dura con los excesos represivos del gobierno de (Nicolás) Maduro, pero en este punto tiene que diferenciarse lo que Almagro podía hacer como Canciller de un país como Uruguay y lo que Almagro puede llegar a hacer cuando llegue a la secretaría general de la OEA”, afirma Caetano.
Pero estas no son las únicas críticas hacia Almagro. Dos amenazas de bomba contra la embajada de Israel en Uruguay, que terminaron en una aparente expulsión de un diplomático iraní, derivaron en ataques de la oposición por la “lentitud” con la que el entonces canciller abordó el tema ante la embajada iraní.
El tema no es menor en la región en momentos en que Argentina investiga el llamado caso AMIA, un atentado perpetrado en 1994 contra una mutual israelí que involucra a funcionarios argentinos e iraníes y cuyo último capítulo fue la muerte no esclarecida del fiscal del caso Alberto Nisman.
En lo que sí parecen coincidir algunos analistas es en que la llegada de Almagro a la OEA se debe en gran parte al impacto del expresidente Mujica en la esfera internacional.
Reingreso de Cuba
“Deberíamos encontrar una forma viable y consensual de tener una agenda con Cuba, que pueda enriquecer con sus aportes la agenda de la Organización”, propuso Almagro, sin precisar cómo atraerá a La Habana a un foro al que no ha querido volver, incluso después de 2009 cuando se levantó la suspensión que tenía desde 1962.
CINDY A. MORALES
Para EL TIEMPO
MONTEVIDEO
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