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Macri gana la presidencia en Argentina y pone fin a la era Kirchner

Ante un Congreso con el que deberá negociar, enfrentará enormes desafíos económicos.

JOSÉ VALES
Eran las dos caras de una misma moneda. Pero la moneda electoral cayó este domingo del lado de Mauricio Macri, ingeniero de 56 años que con su triunfo en la primera segunda vuelta de la historia argentina pone punto final a 12 años de kirchnerismo y abre una nueva etapa política en un país cargado de desafíos económicos y sociales.
Macri obtuvo anoche, con el 98,46 por ciento del escrutinio, el 51,45 por ciento contra el 48,55 por ciento del candidato oficialista, Daniel Scioli, actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, quien no logró sacarse el corset que le había impuesto la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y terminó condenándolo a la derrota, para muchos impensada hace unos meses.
Es un tiempo de cambios, pero no de ajustes de cuentas ni revanchas. Es un tiempo para unir a los argentinos detrás de un proyecto de país. Queremos tener buenas relaciones con todos los países de América Latina”, dijo Macri a los miles de simpatizantes que lo acompañaron a celebrar el triunfo electoral. (Lea: Entre el llanto y la alegria: así vivió Argentina las elecciones presidenciales)
“Acabo de llamar al nuevo presidente de los argentinos, Mauricio Macri, a quien le deseo toda la suerte y que Dios lo ilumine para que le vaya bien a la Argentina”, dijo Scioli al reconocer la derrota, cuando ya la tendencia de los cómputos era irreversible.
En la tarde, cuando se cerraron las urnas, fueron Marcos Peña, virtual futuro jefe de Gabinete y el dirigente radical Ernesto Sáenz quienes pidieron cautela para esperar las resultados oficiales, pero no pudieron evitar la euforia.
Después de la primera vuelta, el pasado 25 de octubre, cuando el kirchnerismo esperaba una victoria en primera vuelta y solo aventajó a Macri por poco más del 2 por ciento, la candidatura del expresidente del Boca Juniors se fue potenciando paradójicamente con cada aparición de la presidenta (y otros), que se vislumbraron como “los mejores jefes de campaña del propio Macri”, según el analista Julián Hermida.
El macrismo con su fuerza centroderechista PRO y sus aliados, como la Unión Cívica Radical y el ARI, solo controlaban la capital argentina, y tras estos comicios pasarán a gobernar el 55 por ciento de las provincias y los dos principales distritos del país, además del gobierno nacional: la capital y la provincia de Buenos Aires.
Otro de los datos destacados que surgen de la elección es que el peronismo, por primera vez desde la recuperación de la democracia, no gobernará ninguno de los grandes distritos del país, lo que marca la posibilidad de abrir un tiempo de renovación política como nunca antes se había generado en el país.
La euforia en el búnker del macrismo contrastó ferozmente con las caras largas y muchas ausencias en el cuartel de campaña de Scioli, quien tras el golpe de octubre no atinó a articular una campaña acorde con lo que reclamaban los votantes ni un discurso convincente para distanciarse de la presidenta, cuya figura ya lucía agotada.
El candidato presidencial del Frente para la Victoria, Daniel Scioli (izq.), y el opositor Mauricio Macri, de la alianza Cambiemos.
Ahora, Macri tendrá enormes desafíos a partir del 10 de diciembre. Enfrentar una devaluación de la moneda, el sinceramiento del mercado de cambios y levantar las restricciones para el comercio exterior.
Al tiempo que deberá poner en pie un sistema económico que lleva años enmarañado en un desorden, controlar la inflación, que este año es del 25 por ciento –en el 2014 llegó al 38– y restaurar las arcas del Banco Central, ya que el gobierno que se va raspó la olla de las reservas.
También deberá impulsar medidas para que las heridas abiertas en una sociedad dividida por el discurso del kirchnerismo puedan cicatrizar cuanto antes, o sea, devolverle cierta normalidad a un país que le dio a Macri la posibilidad (no un cheque en blanco) de gobernar, aun con el peligro de que el país vuelva por la senda neoliberal de los años 90.
Esos desafíos del nuevo gobierno los tendrá que enfrentar con un Congreso que no le responderá amén, a menos que establezca nuevas alianzas o que cumpla su promesa de “convocar a establecer acuerdos”.
Eso será a partir del 10 de diciembre, la fecha límite de la visa en el poder que la sociedad le extendió al kirchnerismo y a la presidenta Cristina, la gran responsable de la derrota peronista, y la exitosa jefa de campaña de Macri, el flamante presidente electo.
JOSÉ VALES
Corresponsal EL TIEMPO
Buenos Aires.
JOSÉ VALES
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