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Latinoamérica

Moreno y Glas, la fórmula de Correa a la presidencia en Ecuador

El presidente de Ecuador, Rafael Correa (centro), presentó la candidatura de Moreno (der.) y Glas (izq.) en noviembre pasado.

El presidente de Ecuador, Rafael Correa (centro), presentó la candidatura de Moreno (der.) y Glas (izq.) en noviembre pasado.

Foto:EFE

El mandatario quiere endosar su popularidad a la fórmula de Alianza País.

La carrera para las elecciones presidenciales del 19 de febrero en Ecuador arrancó esta semana en lo que será una contienda en la que el actual mandatario, Rafael Correa, no será candidato, después de haber ganado tres elecciones seguidas.
Pero desde su partido, Alianza País (AP), Correa impulsa la candidatura presidencial de dos hombres que trabajaron en su gabinete y representan una mezcla entre lo que dicen las encuestas y una continuidad de su proyecto de gobierno: el exvicepresidente Lenín Moreno (2007-2013) y el actual vicepresidente, Jorge Glas. (Le puede interesar: El populismo seguirá tentando a Occidente)
Desde varios sectores se dice que Correa escogió a sus candidatos siguiendo dos criterios. El primero, seguir la tendencia de los sondeos, que por ahora dan como favorito a Moreno, con índices de aceptación que van entre el 29 y el 36 por ciento, una popularidad que según expertos tiene que ver con su imagen de político conciliador y poco conflictivo.
El segundo, que una de sus fichas representara una fuerte y muy posible continuación de su gobierno. Por eso, Glas fue el elegido, pues se trata de una de las personas de más confianza para Correa.
“Lenín Moreno es quien aporta la decisión electoral, pero no el contenido ni una continuidad de la propuesta correísta. En cambio, Glas representa la continuidad de ese proyecto, pero no tiene el carisma suficiente para poder ser electo”, afirma en diálogo con EL TIEMPO el analista político ecuatoriano Luis Verdesoto. Para los expertos, la campaña presidencial hasta ahora está empezando, y aunque la intención de voto la lidera Moreno –exenviado de la ONU para personas con discapacidad y nominado al premio Nobel de Paz en el 2012–, todavía son muchos (al menos un 47 por ciento, según Cedatos) en Ecuador los que no tienen claro por quién van a votar.
La explicación, dicen analistas, es que Moreno –quien sufre una paraplejia que lo obliga a movilizarse en silla de ruedas– no tiene el carisma que tenía el presidente Correa hace cuatro años como para ganar unas elecciones en la primera vuelta.
“Esto quiere decir que ni siquiera la candidatura de Alianza País atrae a la gente como para tener un panorama más claro de lo que va a pasar”, señala a este diario Simón Pachano, doctor en ciencia política y profesor investigador en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
Los analistas estiman que solo a pocos días de las elecciones habrá una figura de liderazgo definida en Ecuador, en unas elecciones disputadas por ocho candidatos en total, entre los que resuenan los nombres del exbanquero Guillermo Lasso del movimiento Creo y segundo en las elecciones del 2013, y el de la exdiputada derechista del Partido Social Cristiano Cynthia Viteri, quien fracasó en las elecciones del 2006, entre otros cinco contrincantes.

Un papel clave

Lo que está claro por ahora es que Correa jugará un papel clave en el proceso electoral en Ecuador, un país que entró en recesión económica después de que el precio del petróleo –principal fuente de ingresos en ese territorio– cayó durante los últimos dos años, y donde el desempleo y la inequidad aún son evidentes.
El mandatario sabe que su popularidad (que se sitúa alrededor del 60 por ciento) puede ser aprovechada en campaña, pues AP necesita recobrar fuerza después de haber perdido ciudades claves en las elecciones locales del 2014, incluida Quito.
Sin embargo, nada asegura que el presidente pueda trasladar la popularidad de la que goza en votos para Moreno y Glas. “Es muy poco probable que el apoyo que tiene Correa sea suficiente para transferir votos, porque los liderazgos carismáticos no son endosables”, señala Pachano.
Moreno se vende como una opción distinta y ha llegado a decir que es “muy probable” que supere el legado que ha dejado Correa.
Pese a las diferencias, la campaña de AP está centrada en la continuación del proyecto correísta para ganar el apoyo de aquellos que esperan una distribución de la renta, como sucedió con el gobierno del actual mandatario.
El problema, dicen expertos, es que el modelo económico y de gestión de Correa no se puede repetir. Más aún, Correa entrega las finanzas del país en rojo.
“Ya pasó el periodo de bonanza y bienestar de toda América Latina, incluyendo el de Ecuador, que fue donde más ingresos públicos se dieron durante toda la república. No se puede repetir el mismo estilo de gestión basado en la renta petrolera, en el derroche y en la expansión y en el efecto de movilidad social. Nominalmente se podrá seguir diciendo que el proyecto seguirá, pero en la realidad no volverá a pasar”, señala Verdesoto.
Lo cierto es que Ecuador está hasta ahora en el comienzo de la carrera electoral y habrá que esperar a los cambios que se pueden dar con denuncias de corrupción, comentarios sobre la salud de los candidatos, en especial de Moreno, y el debate por los asuntos económicos.
“Hay mucho por recorrer, sobre todo cuando el escenario en la opinión pública y el escenario electoral son bastante gelatinosos”, puntualiza el analista.
Para evitar una segunda vuelta en Ecuador, el ganador de las presidenciales debe obtener 40 por ciento de los votos válidos y una diferencia de 10 puntos sobre el segundo. Pero si eso no ocurre, el 2 de abril sería el balotaje.
SANDRA RAMÍREZ CARREÑO
Subeditora internacional
EnTwitter: @esalgosimple
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