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Latinoamérica

João Havelange, el dirigente que cambió la historia del fútbol

Havelange recibió muchas condecoraciones, como la que le dio el Gobierno de Bélgica en el 2007.

Havelange recibió muchas condecoraciones, como la que le dio el Gobierno de Bélgica en el 2007.

Foto:

Perfil del polémico y trascendental directivo, quien murió a los 100 años de edad.

Negar el legado del brasileño João Havelange en el fútbol mundial es imposible. Gracias a su gestión, el deporte más popular del planeta también pasó a tener un ente rector semejante a una especie de gobierno mundial en el que casi todos los países tienen inscrita su representación.
No obstante, el monstruo en el que se convirtió la Federación Internacional de Fútbol Asociado (Fifa) y la sombra de corrupción que se terminó destapando el año pasado con el ‘Fifagate’ tienen al dirigente, fallecido ayer a los 100 años, en varios de sus capítulos.
Jean-Marie Faustin Goe-defroid de Havelange, de padres belgas, nació en Río de Janeiro el 8 de mayo de 1916. Se destacó a temprana edad en el ámbito deportivo general, pero fueron las disciplinas acuáticas las que más lo sedujeron.
En 1936, en los Juegos Olímpicos de Berlín, representó a Brasil en la natación, mientras que en Helsinki 1952 lo hizo en el waterpolo. Ya para esos años, Havelange, ingeniero de minas y abogado, había brillado en la dirigencia deportiva al haber llevado las riendas del Fluminense Football Club.
En medio de la enorme desorganización que imperaba en todos los aspectos de la vida brasileña en los años 50, Havelange se distinguió por ser un dirigente que trasladaba hacia el deporte los conceptos de la administración de empresas. Ya en Melbourne 56, como parte de la Confederación Brasileña de Deportes (CBD, predecesora de la actual Confederación Brasileña de Fútbol), fue el jefe administrativo de la delegación nacional.
Su llegada en 1958 a la jefatura de la CBD (organismo que en esa época no solamente regía al fútbol) coincidió con el periodo más brillante del balompié del gigante suramericano, en el que se gana en tres ocasiones el Mundial (Suecia 58, Chile 62 y México 70). Este aval deportivo lo impulsó para ser considerado como serio candidato a suplir al inglés sir Stanley Rous, quien llegaba al fin de su mandato en la Fifa en 1974.
El presidente de la Confederación Suramericana de Fútbol (Conmebol) de ese entonces, el peruano Teófilo ‘Tito’ Salinas, apadrinó la intención de Havelange de ser el primer presidente no europeo de la rectora del fútbol mundial. Con los votos de Suramérica asegurados, el brasileño emprendió una campaña audaz.
“Antes de la elección en el congreso de 1974, recorrió 150 países para mostrar y exponer sus puntos. Recorrió casi toda África y Asia, y esos votos le dieron el mandato en la Fifa”, le dijo a EL TIEMPO Jorge Luiz Rodrigues, jefe de Producción y Periodismo del canal brasileño Sportv, quien entrevistó a Havelange en diversas ocasiones.

La Fifa

En 1974 la Fifa era un ente poderoso en el papel, pero sus arcas estaban muy diezmadas y la complejidad y enormidad de hoy en día estaba a años luz. “Esta era una anécdota que siempre contaba Havelange: cuando él llegó a dirigir la Fifa, en la casa en la que estaba la sede vivían el secretario general y su esposa con dos perros. En el patio estaba la ropa de la familia y apenas había 200 dólares en caja”, le afirmó a este periódico el analista y columnista argentino Jorge Barraza.
El crecimiento desmedido de la Fifa, que comenzó a generar millones y millones de dólares en ganancias para Havelange y su entorno, comenzó con la entrega casi que a dedo de derechos de patrocinio y comercialización de todo lo relacionado con el fútbol. El primer signo visible de este aumento en el poder de la Fifa fue el crecimiento de su principal evento: el Mundial.
Desde Suiza 54 hasta Argentina 78, dieciséis países disputaron cada cuatro años el título, pero a partir de España 82 el número aumentó a 24, lo que vino aparejado con las exigencias para realizar un evento de esta categoría. Después de Francia 1998, el número de países participantes aumentó a 32.
Pero la Fifa de Havelange no solo vio al Mundial ‘grande’ como método de expansión a nivel orbital. El Mundial Juvenil, que se comenzó a disputar desde 1977 y que en el 2011 se jugó en Colombia, fue otro campo de expansión del panorama económico del ‘gigante’ de Zúrich por el que las diferentes marcas, y países, comenzaron a pelearse.
El Mundial de Italia 90 representó un antes y un después para la Fifa. Tras la ‘emergencia’ bajo la que se jugó México 86 luego del inesperado rechazo de Colombia apenas a tres años de la cita, el ente rector incluyó la construcción de estadios nuevos o la remodelación de los ya existentes, motivo de grandes polémicas. El Mundial de EE. UU. 1994 fue una muestra de ese punto, pero desde Corea-Japón 2002 se hizo regla. La edificación de escenarios nuevos fue parte del gravísimo escándalo político-financiero que sigue viviendo Brasil con las concesiones de obra pública a empresarios premiados con el dinero proveniente de la corrupción en Petrobras.

Las sombras

Para 1998, era ya muy sabido que en el gran poder de la Fifa había mucho de corrupción, pero nadie se atrevía a decirlo. Havelange, tras 24 años de ‘reinado’, dispuso todo para que un alumno aventajado suyo, el suizo Joseph Blatter, quedara en el puesto. “Blatter venía de trabajar en la fábrica de relojes Longines y se integró a la Fifa en 1975 a dirigir el Departamento de Desarrollo para África. Después fue ganando posiciones, hasta convertirse en secretario general. Se mantuvo como segundo de Havelange con el apoyo más que todo de los africanos”, afirma Rodrigues.
Con Havelange en la sombra, ya retirado en su casa en Río de Janeiro, la Fifa comenzó a generar más noticias por fuera que por dentro del juego, muchas de ellas por cosas que el dirigente brasileño aprobaba o sabía y callaba.
Una de ellas fue el escándalo por los derechos de televisión que en el 2002 estuvo a punto de dejar al Mundial de Corea-Japón sin transmisión. La empresa ISL-ISMM, que manejaba los derechos de eventos Fifa desde hacía casi una década, quebró de forma fraudulenta y expuso los malos manejos del ente en ese ramo. Según investigaciones posteriores, Blatter, asesorado por Havelange, tuvo mucho que ver con estas maniobras para que la Fifa se quedara en exclusiva con la promoción, producción y ganancias provenientes de la venta de las transmisiones. Tras la quiebra, la Fifa renegoció las transmisiones con cada una de las televisoras interesadas.
De ahí en adelante los escándalos arreciaron. Las prácticas instituidas por la ‘escuela’ de Havelange quedaron al descubierto, desde los sorteos amañados con bolas frías y calientes hasta el otorgamiento de sedes de mundiales de mayores, con el recibimiento y pago de sobornos.
Las revelaciones hechas por las autoridades estadounidenses en el ‘Fifagate’ en el 2015 no dejaron muy bien parado a un ya muy anciano Havelange. Las prácticas por las que casi toda la dirigencia futbolística latinoamericana fue a parar a la cárcel se desarrollaron durante su mandato de 24 años en la Fifa. A su vez, Blatter no se pudo sostener más en su cargo y tuvo que renunciar. A Havelange ya le pesaba desde el 2012 la sanción moral de haber tenido que renunciar tanto al Comité Olímpico Internacional (COI) como a la presidencia honoraria de la Fifa.
Antes de este escarnio, Havelange logró una última victoria para Brasil. En el 2009 fue el as bajo la manga de la aspiración de Río de Janeiro para los Juegos Olímpicos, que ahora se disputan en la Cidade Maravilhosa. Les envió un mensaje a todos los comités olímpicos en el que contaba las bondades de Río. A los 93 años, Havelange se propuso ver el día en que los Juegos fueran inaugurados en su urbe, y así fue.
“Para las viejas generaciones, como la mía, la era de Havelange es conocida como la del crecimiento del fútbol, pero para las nuevas quedará esta última impresión, la de la corrupción. Sin duda, es una mancha que quedará ahí”, dice Rodrigues.
“Él quedó muy manchado por la corrupción y es algo que la gente no perdona. Pero, por otro lado, no queda duda de que es la persona que universalizó el fútbol. Hasta la llegada de Havelange, el fútbol se dividía solamente entre Europa y Suramérica”, aseguró Barraza.
Aquellos que le siguieron tuvieron ayer palabras de reconocimiento para con el fallecido dirigente. Blatter aseguró que transformó el fútbol “en un lenguaje universal”. Estaba feliz de acompañarlo desde febrero de 1975 para poner en marcha su iniciativa, que se convirtió luego en el famoso proyecto de desarrollo de la Fifa Goal”, agregó el suizo.
También, la CBF destacó ayer la “importancia eterna” de Havelange para el deporte mundial y decretó siete días de luto en todas sus competiciones.
Havelange fue enterrado en el cementerio de Botafogo en una ceremonia íntima a la que asistieron familiares, amigos y dirigentes del fútbol brasileño.
Al camposanto de Botafogo acudieron varios dirigentes del deporte nacional, como Carlos Arthur Nuzman, presidente del Comité Olímpico Brasileño; el presidente de la CBF, Marco Polo del Nero; el expresidente de la CBF Ricardo Teixeira, que fue yerno de Havelange, y el jefe de la misión brasileña en los Juegos Olímpicos, Bernard Rajzman.
Dígase lo que se diga, la impronta de Havelange en el deporte mundial ya quedó. Su nombre está al lado de grandes como el español Juan Antonio Samaranch, jefe de COI entre 1980 y el 2001; Hein Verbruggen, ‘capo’ de la Federación Internacional de Ciclismo entre 1984 y 2005, y Bernie Ecclestone, dueño de la Fórmula Uno desde 1983.
LUIS ALEJANDRO AMAYA E.
Subeditor Internacional
En Twitter: @luisamaya2
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