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La semana que puede cambiar la historia de Venezuela

Oposición busca forzar realización de referendo revocatorio. Se teme jornada violenta el jueves.

Con la suspensión del referéndum revocatorio presidencial, el gobierno del presidente Nicolás Maduro abrió la caja de Pandora. Desde el 20 de octubre –cuando el Consejo Nacional Electoral (CNE) decidió acatar las sentencias de cinco tribunales municipales penales y afectar la consulta nacional–, el carácter autocrático del gobierno del presidente Nicolás Maduro dejó el terreno de la sospecha para ser un hecho y activó los resortes de una oposición que hoy lo reta: o reabre la posibilidad de que los venezolanos se expresen a través del voto este año o llegarán a las mismas puertas del palacio de gobierno a exigirlo.
En otro contexto, en otro país, las protestas en las puertas de la sede del Gobierno serían una noticia de rango medio. Pero en la Venezuela ‘revolucionaria’ representa un desafío que hace 14 años –en abril del 2002– dejó al menos 20 muertos y un golpe de Estado de 48 horas, por lo que la convocatoria de la Mesa de la Unidad Democrática a marchar masivamente hacia el Palacio de Miraflores el jueves 3 de noviembre tiene, para muchos, sabor a cuenta regresiva, a momento decisivo.
También, porque está planteada dos días después de que la Asamblea Nacional declare la ‘responsabilidad política’ del Presidente en la pavorosa crisis que atraviesa el país, una decisión sin efecto legal inmediato sobre la estructura de poder (no significa la destitución del Presidente), pero políticamente poderosa, pues se trata del segundo poder del país constituido por el voto popular que desconocerá a Maduro como mandatario.
“Finalmente, el Estado quedará roto por dentro”, señala el politólogo Luis Salamanca. “Estábamos peleando entre los escombros de una democracia que se mantenía agarrada del hilo electoral, y se lo quitaron. Ahora quedan las resultas del choque de poderes”.
El chavismo, que históricamente ha mostrado resistencia en momentos de enorme presión, sabe del momento más álgido y se prepara. Ya comenzó en el plano económico con el cuarto aumento de sueldo este año para tratar de apaciguar la enorme brecha entre el salario venezolano y los precios reales de los productos. Maduro lo mostró como un logro indudable de su gobierno: “Esto no sucede sino en la revolución bolivariana”, dijo.
Pero en realidad no tenía otra alternativa, dada la pérdida de capacidad adquisitiva del bolívar ante la brutal embestida de la inflación, que este año podría cerrar en más de 700 por ciento, según cálculos del FMI.
Una movida que, en vista de la magnitud de la crisis, pinta de corto efecto, pues los cálculos indican que se necesita de al menos 18 salario mínimos para cubrir la canasta básica.
En el terreno jurídico, el presidente Maduro comisionó el viernes a la Procuraduría General a preparar una demanda contra la Asamblea Nacional por acusarlo de “abandono del cargo” y aseguró que los diputados que adelantan el “juicio político” en su contra irán presos. “Si ellos hacen un supuesto juicio político que no está en la Constitución, la Procuraduría, en representación de todos los venezolanos, debe meter una demanda, una querella ante la justicia y llevar a la cárcel a todos los que violen la Constitución, sean diputados o no”, dijo el mandatario.
La Asamblea Nacional, vaciada de legalidad a través de más de 30 decisiones en su contra que ha tomado la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, podría quedar con sus diputados más emblemáticos tras las rejas.
El primer vicepresidente del Partido Socialista y diputado, Diosdado Cabello, aseguró que para el desafío de calle el chavismo también está preparado. “Ellos dicen que el día 3 de noviembre van para Miraflores. Bueno, nosotros también”, dijo, arengando en una de las decenas de mítines políticos que realizó la semana pasada.
Como el 11 de abril
“Dicen que van a llevarle a Nicolás una carta donde le están diciendo ‘Nicolas Maduro, te vas’ (...). Sepan que en caso de que se presentara un 11 de abril (del 2002), tendrán la respuesta de un pueblo, tendrán la respuesta de la revolución”. El temor de choques en la calle el venidero 3 de noviembre, con saldo de heridos y quizá muertos, es previsible para analistas de todo tenor.
“Vamos a pasar momentos muy difíciles”, se lamentó en una entrevista radial la historiadora Margarita López Maya.
Uno de los poquísimos –si no el único– elementos que podrían dar un giro a la senda confrontacional que avanza en Venezuela es el encuentro que, a pesar de las declaraciones opositoras, podría llevarse a cabo este domingo en Caracas, ya no en isla Margarita, entre representantes del Gobierno y la MUD (se espera solo la presencia de Jesús ‘Chúo’ Torrealba), bajo la auspicio del Vaticano.
Un encuentro que ya no se llama “diálogo” y sobre el que hay dudas de que se dé, aunque el mismo presidente Maduro aseguró que asistiría, lo mismo que Torrealba.
Solo que esta vez el secretario general de la coalición opositora prometió que hará énfasis en el detalle que no dijo el lunes pasado y que generó una oleada de críticas: “Vamos a plantear un punto central, que es recobrar la agenda electoral. Sea para que rehabiliten el proceso para activar el referéndum revocatorio, y que se den las garantías para que se efectúe, o bien a que se efectúen unas elecciones generales este mismo año”.
Pero ¿qué pasa si no se abre la puerta del voto? La oposición, con la marcha a Miraflores este jueves, se juega prácticamente todas las cartas que tenía sobre el tablero. Protestas de calle, huelga, ‘juicio político’ y avanzada al Palacio de Gobierno. La oposición espera ahora lograr ahora la activación de la Carta Democrática Interamericana en el seno de la OEA, pero incluso eso arroja pocas luces sobre el futuro.
“Estamos en una encrucijada clave de la sociedad venezolana, y no tiene respuestas mágicas”, apuntó en entrevista radial la historiadora Inés Quintero. “Es grave pensar que esto es cosa de una semana”.
VALENTINA LARES MARTIZ
Corresponsal de EL TIEMPO
Caracas
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