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Latinoamérica

'El Nobel es un llamado al 60 % que no votó en el plebiscito': Menchú

Rigoberta Menchú, premio Nóbel de paz

Rigoberta Menchú, premio Nóbel de paz

Foto:Archivo particular

La líder indígena guatemalteca, nobel de paz en 1992, habló para EL TIEMPO sobre el reconocimiento.

Rigoberta Menchú, líder indígena guatemalteca, defensora de los derechos humanos y ganadora del Premio Nobel de Paz en 1992, habló para EL TIEMPO acerca del premio otorgado este viernes al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, tras el acuerdo de paz firmado en La Habana con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). 
Menchú felicitó a todos los actores que hicieron posible el acuerdo alcanzado, pero especialmente al presidente Santos por facilitar el proceso. Invitó a lograr una unidad nacional tras el logro del 'No' en el plebiscito e instó a todos los colombianos a ser responsables porque los ojos del mundo están puestos sobre el país.¿Qué opinión tiene del Nobel otorgado al presidente Juan Manuel Santos?
Primero quiero felicitar a todos los colombianos, a los facilitadores, a las víctimas y muy especialmente al presidente Juan Manuel Santos, que hoy por hoy hizo posible que Colombia aparezca en la mente de millones de personas y en los diarios del mundo. Lo que trae un conflicto armado es dolor, mucha incertidumbre, pero a la vez esperanza. Y en este caso, al recibir un premio Nobel de Paz, se debe comenzar a construir la unidad nacional a partir de los acuerdos que se firmaron en La Habana. Es una gran noticia que la compartimos con mucho honor y alegría. Nos sentimos parte de su proceso.¿Era de esperarse este premio tras el acuerdo firmado? ¿O fue sorpresa para todos?
Desde el año pasado, en esta misma fecha aproximadamente, se especulaba que para que avanzaran los acuerdos de paz en Colombia podría darse esta eventualidad. El desconcierto, creo yo, fue en las últimas horas tras el plebiscito. Acuérdense que el Instituto Nobel hasta que no declare abierta y oficialmente quién es el ganador del premio es libre de otorgarlo a quien crea. Yo creo que el hecho de que se lo dé a Colombia después del ‘No’ del plebiscito seguramente es un mensaje mucho más profundo que si lo hubiera anunciado antes del plebiscito.¿Un anuncio como este, dos semanas antes, hubiera cambiado un ‘No’ por un ‘Sí’?
Creo que acá el llamado es para el más de 60 por ciento de colombianos que no se pronunciaron en el plebiscito. Veo que es una manera de despertar ese entusiasmo. Es la manera de que los colombianos piensen en su propio proceso y protagonicen su propio proceso, por lo que esto es un premio que tiene mucha significación histórica en relación a todos los premios que se reciben. El presidente Santos tiene esa doble responsabilidad, primero como jefe de Estado que busca un horizonte de paz y que quiere cerrar un capitulo de 52 años.
Pero también como una personalidad que arriesgó todo para que se diera el plebiscito a marcha forzosa para que el acuerdo fuera validado por una opinión ciudadana y esto también da para otra lectura. Sé que todo esto es un comienzo y no un final, pero ojalá que este comienzo sea menos difícil que cuando Colombia era catalogado como un país aislado a raíz del conflicto armado.¿Por qué un premio de paz cuando los colombianos no refrendaron el acuerdo con las Farc en las urnas?
Creo que el significado más grande es que todavía hay más del 60 por ciento de la población que no ha dicho nada. Por lo que el plebiscito, que es muy importante y es histórico, creo que le permite a este Nobel construir nuevas alternativas de cómo se deben validar esos acuerdos de paz.
Hoy por hoy vemos que no hubo el tiempo suficiente para que se dieran a conocer los contenidos de los acuerdos de paz, pero también yo estaba consternada ayer por varias informaciones delicadas sobre el plebiscito. La campaña del ‘No’ parecía una orquesta que iba en contra de lo genuino de una consulta popular, por lo que habrá mucho que explicar y despejar. Pero lo más importante es que Colombia no está sola. Hay un acompañamiento muy firme de la comunidad internacional.¿Qué debemos hacer los colombianos de ahora en adelante?
Deben tener una actitud positiva, propositiva, de muy buena fe, porque los ojos del mundo están sobre ustedes. Porque la historia está escrita y porque estarán en las páginas de las enciclopedias de la historia mundial. Hay una gran responsabilidad por parte de los dirigentes políticos de ponderar la inconformidad o cualquier cosa y dignificar a las víctimas, porque el Comité Nobel también fue claro en decir que es para una paz con justicia y esta palabra es muy importante para la dignificación de las víctimas.¿Qué significa ganarse un premio de esta magnitud?
Es una misión. Es una misión de paz que tiene que ver con dedicarse a la vida con un mensaje que jamás tendrá que vincularse a la guerra. Es una educación para la paz. Es una meta de construcción de una cultura de paz y no solo alcanzar unos acuerdos. La paz no solo son palabras bonitas, flores maravillosas.
Es un desafío, es estar en un contexto tan vulnerable porque durante la reconciliación nacional va a ser permanente la confrontación, el descrédito. Son muchos los intereses políticos, económicos y los protagonismos personales o intereses personales que están en juego en un proceso de paz. Juan Manuel Santos va a necesitar el apoyo de todos. Además de sus colegas premios Nobel de Paz que estamos a la disposición, a las órdenes para lo que podamos ayudar. Esta no es una tarea individual. Creo que hemos aprendido que esto es una memoria colectiva. Yo siempre he creído que si uno gana un premio por una memoria personal está equivocado. Es una historia colectiva y una meta colectiva.¿Qué tanto se benefició la lucha que usted decidió emprender hace años tras recibir el premio en 1992?
Yo creo que no es la vida personal la que debe mejorar. El mejoramiento de mi vida es porque yo acepté que había un antes y un después de la violencia que pasó por mi familia, por mi casa, por mi juventud. En ese sentido nadie puede hacer por alguien una mejor forma de vida más que uno personalmente, al menos quienes hemos vivido la violencia muy de cerca. Pero sí es cierto que esa fortaleza que nos ha dejado el sufrimiento se puede utilizar a favor de un sueño de paz, a favor de la gente que uno quiere.
Y si ellos no cambian uno no puede decir misión cumplida. En este caso no pretendemos cambiar a millones de personas, sino que los dirigentes del futuro tengan memoria y que no vuelvan a cometer los errores que cometieron sus antecesores. Realmente no hay nada que perseguir en este momento más que jugar un papel de lo que a uno le toca hacer.
ANDRÉS RUIZ
Redacción Internacional
En Twitter: @ruizandress
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