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La isla que quitó un cerrojo de 50 años

Muchos cubanos alistan maletas para salir del país tras la eliminación de las restricciones.

Las 195 oficinas del Carné de Identidad y de Inmigración y Extranjería de Cuba, encargadas de expedir los pasaportes a los ciudadanos de la isla, han vivido esta semana un revuelo inusitado. En las afueras, ya son parte del paisaje las colas de isleños, los corrillos, las consultas de todo tipo y hasta los 'cuentapropistas', que aprovechan el barullo para ganarse un dinerillo extra vendiendo café.
La agitación comenzó el pasado domingo, cuando entró en vigor una medida anunciada por el Gobierno en octubre y esperada durante 50 años: la eliminación de las restricciones para viajar al extranjero. Ahora, cualquiera puede hacerlo con solo tener un pasaporte y un visado de entrada de algún país.
Con la nueva normativa se suprimen engorrosos trámites para quienes querían salir de la isla: recibir la carta de invitación de un familiar o amigo en el extranjero; presentarla en el consulado del país de destino; esperar a que la Consultoría Jurídica Internacional de Cuba aprobara la invitación; volver al consulado para tramitar el visado, y una vez obtenido, presentarlo en la oficina de migraciones para esperar la famosa 'carta blanca', como se conocía al permiso de salida que daba derecho a viajar al extranjero por un plazo máximo de 11 meses.
Quienes incumplían este plazo se convertían automáticamente en "quedados" y corrían el riesgo de pasar varios años sin poder pisar la isla, y de perder sus propiedades y derechos hereditarios. Ahora, el plazo se extendió hasta 24 meses, y quien lo supere se convertirá a todos los efectos legales en emigrante, pero sin perder ninguno de sus derechos en Cuba.
Además de facilitar la salida de sus nacionales del país, la norma elimina las restricciones de viajar que tenían los profesionales -con las que el Gobierno cubano ha intentado evitar durante años la fuga de cerebros-, aunque la administración castrista aseguró que tomará medidas "para preservar el capital humano creado por la Revolución". También se permitirá el regreso temporal de emigrantes, incluidos los deportistas de élite y los balseros que salieron ilegalmente o desertaron a partir de 1994. Podrán retornar quienes hayan pasado más de ocho años fuera.
Aún así, el Gobierno tendrá la última palabra para denegar el permiso de salida en algunos casos excepcionales, por razones de "interés público", de "defensa" o "seguridad nacional". Precisamente este pequeño inciso ha servido a la disidencia para cuestionar la iniciativa.Sus líderes consideran que con él se impedirá a los críticos del Gobierno acudir a certámenes o eventos internacionales.
El sueño al alcance de la mano
En un país en el que, para muchos, ir al extranjero es sinónimo de alcanzar el paraíso, la medida ha generado excitación. "Con esta ley, lo único que el Gobierno está haciendo es cumplir con los derechos humanos, porque en ningún país del mundo se le prohíbe a sus ciudadanos viajar", dice enfática una jubilada de 70 años, que prefiere mantener su nombre en reserva.
Nubia Vidal Sánchez, de 40 años, asegura que se trata de una "buena oportunidad para salir de vacaciones". "Espero viajar a Miami. No me iría definitivamente, pero sí quiero conocer", afirma, mientras hace cola frente a la Oficina de Intereses de EE. UU. en La Habana, que ostenta la representación diplomática de Washington en Cuba. Aunque el flujo de cubanos que llegan a esta oficina es constante, ya que en EE. UU. vive el 85 por ciento de los más de 2 millones de emigrantes de la isla, después de la reforma migratoria el revuelo en sus alrededores se ha incrementado.
Otros ciudadanos, como Roberto Pérez Rodríguez, un hombre de unos 50 años para quien "la patria y la revolución son todo", ven en esta medida una buena fórmula para que los cubanos se reencuentren con sus familiares exiliados. "Está bien para visitar a los parientes que están lejos; eso sí, no para quedarse en EE. UU., porque nuestro pueblo ha sufrido mucho por el bloqueo".
Quienes ya han podido viajar al extranjero también expresan sus ventajas: "Lo mejor de la nueva ley es que podemos permanecer fuera hasta por dos años. Esto nos permite trabajar aunque sea por la izquierda (ilegalmente), reunir un dinerito y regresar con la familia", afirma Leticia Duarte, quien salió en agosto rumbo a Madrid, donde se casó con un español.
Para los que ya están haciendo maletas, el único inconveniente hasta ahora son las colas y la falta de información. "Quitaron la 'carta blanca', quitaron esto y quitaron lo otro, pero nos tienen aquí preguntando un montón de cosas y además te toman las huellas", se quejaba el jueves una mujer que hacía fila a las afueras de la Dirección de Inmigración y Extranjería (DIE) de El Vedado, un barrio residencial de La Habana.
Sobre estas quejas, el coronel Lamberto Fraga, segundo jefe de la DIE, declaró al diario oficialista Granma que las oficinas de trámites migratorios tienen que verificar que la persona no "esté comprometida en alguno de los supuestos previstos en el artículo 23 de la Ley de Migración". Esto es: estar sometido a proceso judicial, tener una sanción penal que cumplir o algún tipo de obligación pendiente con el Estado. Fraga recomendó que quienes tengan dudas sobre su situación no se arriesguen a comprar pasajes y eviten presentarse en el aeropuerto hasta que tengan todo resuelto, "para evitar incomodidades y molestias innecesarias".
Viajar... ¿y con qué?
Pero la mayoría de las críticas a la reforma migratoria vienen del cubano de a pie, ese para el que viajar no depende de un permiso, sino de los recursos. Para ellos, la norma es un gesto del Gobierno de Raúl Castro de cara a la galería, que tendrá pocos efectos prácticos.
"Esta medida solo beneficia a quienes tienen familias fuera o negocios propios. El trabajador simple no puede ni pagar el pasaporte y mucho menos el pasaje -asegura Griselda, con un dejo de indignación-. Yo, por ejemplo, trabajo desde hace tres años en una paladar (restaurante familiar). Hasta hace dos, ganaba entre 150 y 200 CUC mensuales (entre 250.000 y 350.000 pesos colombianos), pero de año y medio para acá ha habido meses en los que saco solo 40. No me puedo quejar, soy privilegiada porque gano más que un médico; pero, aún así, no puedo ir a los hoteles de la isla a los que ya les levantaron la prohibición y mucho menos tengo para viajar al extranjero".
Otros consideran que se trata de una estrategia del Gobierno comunista para dejar de ser 'el malo de la película' por no dejar salir a sus nacionales, y con la que pretende pasarles la papa caliente a los consulados, sobre los que recaerá de ahora en adelante la presión de autorizar o no las visas. Y es que solo 10 países del mundo tienen acuerdos de exención de visa para los cubanos, y no se trata de destinos a los que estos se estén peleando por viajar: Antigua y Barbuda, Barbados, Bielorrusia, Eslovaquia, Granada, Liechtenstein, Malasia, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía y San Vicente y Granadinas. Algunos no descartan que las delegaciones diplomáticas de los países que sí exigen visa, sobre todo de los europeos, endurezcan sus requisitos próximamente.
Incluso EE. UU., el país que más ventajas ofrece a los emigrantes cubanos gracias a la ley Helms Burton -que permite que cualquiera que pise suelo de ese país obtenga la residencia legal-, se ha mostrado cauteloso. La portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, afirmó esta semana que su Gobierno "acoge positivamente" la reforma, pero aclaró que "los cubanos seguirán necesitando visado", un trámite relativamente sencillo, que cuesta 180 dólares y que suele pagar algún familiar del interesado que ya está viviendo en EE. UU. Nuland hizo, además, un llamado a que las personas no se arriesguen a emprender "viajes peligrosos por el mar, poniendo en riesgo sus vidas".
Desde Cuba apelan al mismo principio: el de salvar vidas. De hecho, el Granma señalaba que uno de los principales objetivos del decreto es "lograr que los movimientos migratorios se produzcan de forma legal, ordenada y segura". Aunque hay otro objetivo que, para algunos analistas, es el verdadero trasfondo de la ley: las remesas del exterior, que supondrían un balón de oxígeno para la frágil economía de la isla.
'Veremos si no es una reformilla'
La portavoz de las Damas de Blanco (grupo que defiende los derechos de los presos políticos), Berta Soler, le comentó a EL TIEMPO que está por ver si la medida es un verdadero cambio o solo una 'reformilla'. En su opinión, "esto se confirmará cuando cualquier ciudadano pueda salir y entrar sin restricciones".
Soler teme que sigan ocurriendo casos como el de Laura Labrada Pollán, hija de la fallecida portavoz del grupo, Laura Pollán, a quien le negaron varias veces el permiso para viajar a Estrasburgo a recoger el Premio Sájarov, por estar en un 'listado investigativo'.
MILAGROS LÓPEZ DE GUEREÑO
Corresponsal de EL TIEMPO
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