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Los niveles de autoritarismo a los que ha llegado Correa

Hace 3 años, firmó la Ley Orgánica de Comunicación que le permite limitar la libre expresión.

JOSÉ MIGUEL VIVANCO
¿Qué duda cabe de que para el presidente Rafael Correa los medios independientes son sus enemigos? Para tener una noción de los extremos a los que ha llegado su gobierno, aquí van algunos ejemplos tragicómicos que demuestran notables niveles de autoritarismo.
Hace tres años, Correa firmó la Ley Orgánica de Comunicación, que le concede al Gobierno amplias potestades para limitar la libre expresión. La ley exige que la información difundida por los medios sea “verificada” y “precisa” –conceptos tan vagos que facilitan la censura–.
La ley prohíbe, además, el “linchamiento mediático”, definido como “la difusión de información que (...) sea producida de forma concertada y publicada reiterativamente (...) con el propósito de desprestigiar a una persona natural o jurídica o reducir su credibilidad pública”. Esta disposición es música para los oídos de quienes quieren esconder prácticas corruptas, conflictos de interés y abusos de poder. Y, en un recurso orwelliano, la ley prohíbe la “censura”, lo cual sería positivo si no fuera porque castiga a los medios que no difunden temas que el Gobierno considere de “interés público”.
El órgano encargado de aplicar la ley, la Supercom, la ha usado para asfixiar a los medios independientes.
Por ejemplo, a pesar de la precisión –o tal vez justamente por ello– de una caricatura cuya viñeta indicaba “Policía y Fiscalía allanan domicilio de Fernando Villavicencio y se llevan documentación de denuncias de corrupción”, en enero del 2014, la Supercom impuso una multa de US$ 90.000 a El Universo, el periódico que la había publicado.
La Supercom determinó que representar con una caricatura el allanamiento del domicilio de un periodista que había revelado un escándalo de corrupción gubernamental “deslegitima (ba)” las acciones del Gobierno y entrañaba el riesgo de ocasionar “agitación social”.
También consideró que la viñeta generaba “desconfianza en el sistema investigativo y procesal penal”.
Un mes después, el caricaturista fue obligado a publicar una versión “rectificada” de su caricatura. En ella, se veía a agentes que, cordialmente y sonrientes, le pedían permiso a Villavicencio para ingresar y le ofrecían llamar a su abogado y redactar una lista de los documentos que tenían previsto confiscar.
La caricatura “rectificada” mostraba a Villavicencio renunciando a estos generosos ofrecimientos y afirmando que confiaba ciegamente en las autoridades policiales y judiciales.
Los medios ecuatorianos deben estar atentos no solo a lo que dicen, sino también a lo que no dicen. En junio del 2014, luego de que Correa criticara en su programa de televisión a los periódicos ecuatorianos por no cubrir adecuadamente su visita oficial a Chile, la Supercom inició una investigación contra cuatro periódicos –El Universo,
El Comercio, Hoy y La Hora– debido a que la cobertura del viaje de Correa no había hecho mención al doctorado honoris causa que le había otorgado una universidad chilena. La investigación permanece abierta.
Además, protestar contra la censura acarrea riesgos. Cuando la Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos difundió un anuncio pago en el diario Expreso, en el cual protestaba por el efecto amedrentador de la Ley de Comunicación, la Supercom abrió una investigación de oficio.
En septiembre del 2015, resolvió que el anuncio no era suficientemente preciso y obligó al periódico a publicar una “rectificación” pagándolo de su propio bolsillo.
La Supercom ha multado, en reiteradas oportunidades, a medios que se han negado a publicar rectificaciones empleando los términos exactos exigidos por la Secretaría de Comunicación. No obstante, la Supercom no ha aplicado sanciones a medios oficialistas en casos análogos.
Por ejemplo, cuando Correa, en un canal público que el Gobierno maneja como propio, calificó de “fascista” al presidente de la Cámara de Comercio de Quito y luego este presentó un caso contra el canal, la Supercom decidió que el programa de Correa no estaba sujeto a la Ley de Comunicaciones debido a que constituía un “mecanismo de rendición de cuentas permanente” del presidente.
En este deprimente contexto, hace pocas semanas cuatro periodistas independientes ecuatorianos pusieron en marcha un proyecto humorístico en el que los ecuatorianos pueden hacer que Correa critique a su gobierno.
En una página web llamada MashiMachine, los usuarios pueden escribir una oración y el sistema selecciona extractos de alocuciones del presidente para armar una frase con la voz e imágenes de Correa. Habrá que ver hasta cuándo el presidente y su Supercom tolerarán las irreverencias del propio Correa.
JOSÉ MIGUEL VIVANCO*
*Director para las Américas de Human Rights Watch
JOSÉ MIGUEL VIVANCO
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